Clarín - Deportivo

La paradoja de Japón: se clasificó por el Fair Play pero jugando a no jugar

Perdía 1 a 0 con Polonia y en el último cuarto de hora del partido apostó al juego pasivo. Hubo silbidos en el estadio.

- Waldemar Iglesias wiglesias@clarin.com

Ahí, sobre un costado del estadio de Volgogrado, Japón festeja un hito para el deporte de su país. Accedió a los octavos de final por primera vez en un Mundial organizado en Europa, por segunda en una edición como visitante y por tercera en sus seis participac­iones consecutiv­as. La celebració­n cuenta con esas poderosas razones y se extiende a esa tribuna repleta de teléfonos celulares y cámaras de última generación; de caras pintadas con la bandera del Sol Naciente, de sonrisas exportadas desde Tokio, Osaka, Sapporo, Hiroshima.

Pero también sucede una paradoja. Y no porque se trata del después de una derrota 1-0 frente a la ya eliminada Polonia. Sino por el modo y por las circunstan­cias: avanzó por la regla del Fair Play (último criterio de desempate previo al sorteo) luego de jugar los últimos 16 minutos a no jugar. Juego pasivo. Voluntad de no llegar al área rival. Polonia -que jugaba por nada- resultó un partícipe necesario.

El episodio trasladó a la memoria dos casos emblemátic­os de la cuestión. Uno, muy reciente: el empate sin goles entre Dinamarca y Francia, en esta misma Copa del Mundo, que permitió la clasificac­ión de ambos. El otro, el más grotesco: aquel 1-0 de Austria frente a Alemania en 1982, que permitió el acceso de ambos a la siguiente ronda y que dejó afuera a Argelia, que había ganado 3-2 a Chile el día anterior. A partir de aquella grosería, la última fecha de la fase de grupos se define con los partidos el mismo día y a la misma hora.

¿Cómo fue la situación?: Japón perdía 1-0 frente a Polonia, a consecuenc­ia de un gol de Jan Bednarek, a los 14 minutos del segundo tiempo. En ese instante se quedaba afuera el equipo asiático e ingresaban Colombia y Senegal, que igualaban sin goles en Samara...

Un cuarto de hora después, llegaron buenas noticias para los Samurais Azules: Yerry Mina, con un cabezazo, ponía en ventaja a Colombia. Cambiaba el escenario: el equipo de José Pekerman, líder; Japón, adentro por Fair Play ( por tener menos tarjetas amarillas que Senegal: 4 contra 6).

Desde entonces y hasta el llanto de los senegalese­s a la distancia, Japón atentó contra el juego. No atacó. Mantuvo la pelota lejos del alcance de los polacos. Era lo que le convenía en ese contexto, a menos que igualara Senegal. Asumió ese riesgo: confió más en la defensa de Colombia que en su propio ataque. También, evitó el juego físico y los roces para evitar amonestaci­ones.

Le salió bien. Más allá del desencanto de los espectador­es neu- trales, que tuvieron que soportar un desenlace que resultó tan previsible como la imposibili­dad de Panamá de ganar la Copa del Mundo.

A tal efecto, Japón contó con la participac­ión del selecciona­do polaco, el mismo que antes del Mundial especuló con sus amistosos para quedar entre los cabezas de serie del Mundial a través del ranking de la FIFA. Esa fue una de las razones por las que Gianni Infantino decidió modificar el modelo de cálculo de la clasificac­ión universal.

Polonia quedó eliminada en la primera ronda, tras ese bochorno de sus últimos minutos en este Mundial. Hubo silbidos en su despedida. Senegal también se quedó afuera. Sus jugadores lloraron en Samara. Desde los costados los aplaudiero­n.

Este desenlace del Grupo H es algo más que una paradoja. Resulta también la demostraci­ón de que hay modos de ganar. Y también de perder. Eso quedó muy claro en este desenlace con suspenso por todos lados...

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AFP Festejo oriental. Las sonrisas de los futbolista­s japoneses y de su cuerpo técnico tras la clasificac­ión.

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