Los festejos en París: entre la diversidad, la emoción y los incidentes
El fútbol volvió a reconciliar por un rato a una sociedad dividida, pero hubo choques con la Policía.
Francia unida, diversa y reconciliada en el fútbol. Miles de franceses celebran en estado de delirio en los Campos Elíseos, en la Torre Eiffel , en la plaza de la Bastilla en París y en el resto del país la repetición de la historia. La selección campeona, como cuando ganó el Mundial de 1998, con Zinedine Zidane de modelo social. Exactamente 20 años después, los franceses se unen frente a su equipo y otro ídolo: “Kiki” Mbappé, francés de Bondy, un príncipe de los suburbios que todos idolatran y los jóvenes quieren imitar. Un nuevo ejemplo para Francia, que lo compara con Leo Messi.
Hay otro lado, lamentablemente. Enfrentamientos entre grupos violentos y la Policía, que reprime con gases lacrimógenos.
Antes, hubo fiesta. “Nos olvidamos todo. No hay diferencias hoy. No hay color, ni origen ni tensión. Somos todos franceses”. Así resumió los festejos Ramblha, una parisina de origen argelino, con su
bandera francesa en una mano y la argelina en la otra, mientras empezaba a cantar La Marsellesa.
El 4 a 2 ante Croacia se consiguió
“en el dolor”, como les gusta a decir a los franceses. Durante todo el partido, los 90.000 fans que miraban el partido en el Campo de Marte, frente a la Torre Eiffel, nunca subestimaron al rival.“Son guerreros. Utilizaron cada oportunidad, Pelearon hasta el
final. Un gran equipo” admitió Jacques Despuis, un empresario que sufría frente a la Torre.
Pogba y Mbappé, dos hijos de la inmigración, definieron la estrella de Francia en el segundo tiempo. Atrás quedó la polémica del penal revisado por el video y finalmente otorgado y los insultos al árbitro argentino.
“¿Qué arbitra este idiota?” era el más refinado de los comentarios.
Francia es campeona del Mundo y París está paralizado por la alegría. El temor a un atentado forzó a las autoridades a blindar la ciudad, a no permitir la entrada de vehículos al área donde estaban las fiesta. Temían que un escenario como el atentado con el camión zigzagueando en la costanera de Niza pudiera repetirse y tomaron todas las precauciones para evitarlo. En todo el país se desplegaron 100.000 policías. En París 12.000 policías formaron parte de un dispositivo de seguridad excepcional.
Con la imagen desde el televisor del arquero Lloris llevando la Copa y transfiriéndola a los otros jugadores, los franceses se lanzaron a celebrar. Una noche en blanco para todos hasta que llegue el equipo y continúe la alegría en los Campos Eliseos, la avenida más linda del mundo, y la visita al palacio presidencial del Eliseo.
“Somos campeones” y La Marsellesa. Un slogan y un himno para celebrar la República y la reconciliación nacional. Una cohesión social que solo consigue el triunfo del fútbol. Desde 1998, una historia de amor y de odio existió entre la selección y sus seguidores. El mismo drama y tensión social que existe en los suburbios de las grandes ciudades franceses se infiltraba en su selección, con jugadores franceses de origen marroquí, senegalés, argelino, camerunés.Ese “Black-Blanc-Beur” (negros, blancos y árabes), que representa una multiculturalidad de sus ex colonias que la República quiere sanar con la laicidad del estado.
Una vez más los suburbios llegaron a festejar con la bandera francesa y la del país de sus abuelos o padres. Marruecos, Argelia, Senegal se sentían también triunfadores. En la seleccion ellos estaban representados. En la plaza de la Bastilla, miles de personas llegadas de los alrededores de Paris celebraban con un orgullo pocas veces visto. Se envolvían en la bandera francesa y entonaban La Marsellesa.
“Ellos son nosotros. Yo estoy tan orgullo de poder participar en este día especial. Somos todos franceses. No importan sus orígenes . Hoy importa Francia “explicó Yalvi Yacuba, cuya familia llegó de Guinea 30 años atrás.
La euforia y el orgullo han vuelto.