Clarín - Deportivo

Celebració­n con canapés de salmón y torta de almendra en pleno centro

El embajador francés y Osvaldo Piazza -crack del Saint Etienne en los años 70- estuvieron entre los 180 invitados.

- Federico Ladrón de Guevara flguevara@clarin.com

Mbappé y compañía son campeones del mundo. Y en Córdoba al 900, en el salón dorado de la Alianza Francesa, se brinda con shampein, como le gusta decir a la hija del Pájaro Caniggia.

Todo muy cool, muy Christian Dior, muy Coco Chanel, el triunfo frente a Croacia se festeja con efusividad pero sin perder la línea. Ya lo dijo Descartes alguna vez: pienso, luego doy la vuelta olímpica.

Organizado por la Embajada de Francia, y con “180 invitados especiales”, el encuentro en el microcine empieza más de dos horas antes.

El primer momento emotivo se da con La Marsellesa, el hermoso himno francés. “Allons enfants de la patrie”, cantan los compatriot­as de Napoleón, que en este caso no tiene nada que ver con el Muñeco Gallardo.

Y arranca el partido.

En primera fila se ubican Pierre Henri Guignard, embajador de Francia en la Argentina, y Osvaldo Piazza, ex entrenador de Vélez, entre otros equipos, que en los años 70 fue figura como marcador central en Saint Etienne. El Pelado es un francés más: en cualquier momento saca del bolsillo de la campera una baguete.

Hay un tambor, silbatos y cornetas. Y hombres y mujeres con distintos modelos de la camiseta del gallito.

Pogba mueve la pelota, se asocia con Kanté. Pavard sube por el lateral derecho y... vuelve una y mil veces la imagen fatídica: ¡con qué rosca se la clavó a Armani en el partido de octa- vos de final frente a Argentina!

Con los labios bien pintados de rojo, una mujer muy parecida a Carla Bruni aplaude cada vez que la toca Griezmann, el francés uruguayiza­do, que toma mate hasta debajo de la ducha. “¡Bien, Antoine!”, suelta, con la mirada fija en la pantalla que transmite las imágenes que llegan de Rusia a través de la TV Pública.

A un costado, un clon de Alain Delon se entusiasma con los duelos “cruzados” que se generan entre los jugadores del Real Madrid y del Barcelona de ambas seleccione­s: ModricUmti­ti y Varane-Rakitic.

El primer gol de Francia, el de Mandzukic en contra, se grita con muchas ganas. Pero llega el empate de Perisic, y ahí se hace un silencio largo, profundo, como si en lugar de la final del Mundial estuvieran pasando una serie de Netflix.

Luego, la pelota pega en un brazo de Perisic, y el árbitro Pitana acude al VAR para ver si hay falta. “¡Penaltí, penaltí!”, le exigen los franceses en la Alianza. Pitana lo cobra y Griezmann clava el 2-1. La mujer muy parecida a Carla Bruni se abraza con su compañera de butaca.

En el entretiemp­o, en lugar de choripanes se degustan canapés de salmón, verdura y cebolla. Se toma agua mineral y gaseosa light.

Sigue la final.

Croacia busca el empate. Afortunada­mente, a ninguno de los dirigidos por Deschamps se le ocurre pegarle un cabezazo en el pecho a ningún rival, como sucedió con Zidane y Materazzi en la final del Mundial 2006 entre Francia e Italia.

A miles de kilómetros de la Torre Eiffel, de Roland Garros y de Champs Elysées, en la Alianza Francesa también se grita “¡allez les Bleus, allez les Bleus!” (¡vamos los azules!).

Y los azules van y buscan el tercero. Lo anota Pogba. Golazo. La fiesta se acelera. Mbappé hace una de Mbappelé y amplía la diferencia.

Tras un error de Lloris, Mandzukic descuenta: todo bajo control. ¿Todo bajo control? Sí, oui...

Y termina el partido. El embajador Henri Guignard levanta una copa de utilería. La besa, la muestra, se la pasa a uno de sus secretario­s... “Estoy muy emocionado”, dice Pierre. “¡Qué bien que estuvo Pitana!”.

No menos exultante, Piazza analiza: “Croacia jugó un gran partido, pero Francia golpeó en los momentos en los que debía golpear”.

Y se descorchan más botellas. Las mozas sirven moelleux de chocolate y namandier de almendra: un bizcochuel­o más elegante.

Si al principio los franceses se saludaban con dos besos, ahora los besos llegan a cuatro, a seis…

¿De acá se irán a festejar todos juntos al Obelisco? No se sabe. Si no, hay otra opción que nunca falla: Plaza Francia.

 ?? GERMÁN GARCÍA ADRASTI ?? Mucho glamour. Globos y banderas tricolores en la Alianza Francesa, de Córdoba al 900. Hubo euforia controlada.
GERMÁN GARCÍA ADRASTI Mucho glamour. Globos y banderas tricolores en la Alianza Francesa, de Córdoba al 900. Hubo euforia controlada.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina