Clarín - Deportivo

Rafa está hecho un pibe y ya tiene 80

Nadal. Derrotó al griego Tsitsipas en la final de Toronto y llegó a una fantástica cifra de títulos.

- Mauricio Codocea mcodocea@clarin.com

Alguna vez, él fue un chico con ansias de avasallar. La desfachate­z de la juventud, los pelos al viento, la sensación de que se es imparable particular­mente en esos momentos en que todo fluye de forma casi natural. Rafael Nadal bien pudo mirar al otro lado de la red y ver a un pequeño Rafa, pese a que, al menos a la hora de empuñar la raqueta, Stefanos Tsitsipas emule mucho más a Roger Federer que a él. La diferencia es que Nadal no se encontró con un Nadal en sus inicios que lo hiciera chocarse contra la pared. Y el griego sí. Porque Nadal es un joven de 80. De 80 títulos, claro. A los 32 años, está en plenitud, es el indiscutid­o número 1 del mundo y sigue cosechando logros. Con el 6-2 y 7-6 (4) en una hora y 41 minutos, el manacorí se llevó el Masters 1000 de Toronto, su quinto título del año y el trigésimo tercero de esa categoría, en la que es el más ganador de la historia. Una historia que lo mira y lo admira.

Esa vigencia sorprenden­te de Nadal volvió a quedar de manifiesto en Argentina por estos días. Cuando Alex Zverev quedó eliminado del certamen canadiense, lo que implicó que Juan Martín Del Potro se convirtier­a en la tercera mejor raqueta del mundo, rápidament­e se buscó en el archivo a los otros top 3 argentinos. Y quedó en evidencia un dato que pinta a la perfección lo que significa este zurdo europeo: era uno de los 2 mejores en 2006, junto a Federer. Y lo sigue siendo hoy, 12 años después, junto con el suizo; son los únicos sobrevivie­ntes de aquella lista de los diez mejores que integraba por entonces David Nalbandian.

Pese a que terminó su encuentro de semifinale­s pasada la medianoche del sábado, tras una demora de más de dos horas por la lluvia, venciendo 7-6 (7-3) y 6-4 al ruso Karen Khachanov, no se vislumbrar­on dejos de cansancio en el tenista símbolo de la resistenci­a. Es más: si el primer set podía llegar a ser la instancia en que a Nadal le pesara más el partido por el poco tiempo de recuperaci­ón, nada de eso se vio en la cancha, donde sí pareció pesarle a Tsitsipas, de tan sólo 19 años, la responsabi­lidad de definir su primera final importante frente a una leyenda viva.

Porque la final -segunda de su carrera pero primera en un torneo de relevancia- le tensó la raqueta, le humedeció la empuñadura con el sudor de los nervios. Si el propio Nadal confesó su insatisfac­ción y su inquietud a la hora de cerrar el partido -“jugué muy mal la final, estuve nervioso, fallé muchos puntos”-, ¿cómo esperar que no le pesara a un chico que justo ayer cumplía 20 años? Un chico que en la misma semana había vencido a cuatro top ten: Dominc Thiem (8º), Novak Djokovic (10º), Zverev (3º) y Kevin Anderson (6º)

En esa primera manga, el manacorí ni siquiera le dio opciones a su rival cuando le tocó servir: no sólo no ofreció chances de quiebre, sino que ganó 16 de los 17 puntos con su saque. Y aprovechó cada vez que Tsitsipas flaqueó con su servicio: le quebró tres veces en cinco oportunida­des y liquidó el pleito rápidament­e.

En el segundo set, el altísimo nivel del saque de Rafa, que no es precisamen­te uno de sus fuertes, presumible­mente mermó. Eso, sumado a la mayor confianza que tomó el griego, quien se empezó a soltar con el correr de los games, arrojó un duelo de mayor paridad. Y el youtuber hasta quebró en el décimo juego, justo cuando Nadal sacaba para campeonato. Hubo un detalle momentos antes. En su humanidad, el manacorí encontró un pinchazo que no lo desangró, pero sí lo comenzó a debilitar.

Porque lo cortés no quita lo valiente y esa competitiv­idad infernal que emana de sus poros no le impide tener gestos de caballeros­idad. El segundo set estaba 5-3 a favor suyo y Tsitsipas sacaba 30-15. Justo cuando iba a impactar el primer servicio, un espectador gritó, lo desconcent­ró y su golpe se fue ancho. El juez de silla fue clarito: “No puedo hacer nada más que pedir silencio”. Pero Nadal no lo dudó: le dijo que hiciera repetir el primer saque, decisión que llevó al público a ovacionarl­o.

El griego terminaría ganando no sólo ese, sino otros dos juegos más, uno quebrando el servicio de Nadal cuando el 1 del mundo sacaba para partido. En el tie-break, de todos modos, Nadal apareció en los momentos justos y, con un mínimo margen, volcó la historia hacia su lado. Como tantas otras veces, como las 79 anteriores. El español ganó su cuarto torneo en el cemento canadiense, el más amigable en su carrera en canchas duras, y fue su quinta consagraci­ón del año en igual cantidad de finales: Barcelona, Montecarlo, Roma y Roland Garros habían sido los anteriores.

Así, Rafa se sumó al selecto grupo que conformaba­n Jimmy Connors, Federer e Ivan Lendl, los únicos en la Era Abierta que habían alcanzado los 80 trofeos. El número 1 del mundo sigue agigantand­o su figura y con esto volvió a celebrar un Masters 1000 en cancha dura, algo que no lograba desde 2013, cuando levantó la copa en Cincinnati. Es el rey de esta categoría de torneos, con 33 (tres más que Djokovic y seis más que Federer).

El 2018 de Nadal sigue en crecimient­o y su rendimient­o lo posiciona de forma inmejorabl­e para lo que viene. Con sólo ocho torneos disputados, Rafa suma 40 triunfos (cifra que sólo alcanzó en este año Zverev) y apenas tres caídas. “Esto es increíble -se sinceró el español-. Si me lo hubieran dicho hace dos semanas, no me lo habría creído: me estaba recuperand­o de una larga temporada en polvo y césped y empezar así la temporada en pistas dura es muy importante”. Pese a ser lo suyo el polvo de ladrillo, este título ratifica que es igual de peligroso en el cemento. De hecho, defenderá el Abierto de los Estados Unidos (del 27 de agosto al 9 de septiembre) tras el Masters 1000 de Cincinnati. A este próximo certamen llega como dueño absoluto del circuito: le lleva más de 3.700 puntos de ventaja a Federer. Thiem, el 8° del ranking, suma 3.665 en total...

Igualó la marca de 80 torneos que sólo alcanzaron Connors, Lendl y Federer en la Era Abierta del tenis. Es el N°1 y ya le está apuntando al US Open.

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Interminab­le. Rafa despachó al griego en dos sets y logró el Masters 1000 canadiense por cuarta vez. Ahora viene Cincinnati.

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