En Racing retornó la paz
Hizo un gol tempranero y manejó el primer tiempo. En el segundo perdió la pelota pero lo favoreció la falta de agresividad de Vélez. Al final lo liquidó “Pol” Fernández.
El equipo de Eduardo Coudet acumulaba 5 partidos sin triunfos contando el torneo local, la Copa Argentina y la Libertadores. “Licha” López abrió la cuenta con un gol al comienzo y cerró el resultado, a poco del final, “Pol” Fernández. El público respaldó y ovacionó a Centurión.
La tormenta cesa de este lado del Puente Pueyrredón. En el más estricto sentido literal. Deja de llover cuando arranca el partido en el Cilindro. Entonces, el concepto toma forma de figura. Porque la tempestad que generó la salida de Ricardo Centurión en Tucumán se desvanece detrás del grito de Lisandro López. El diluvio de especulaciones por el cruce dialéctico entre la estrella y el presidente, se esfuma por el primer triunfo de este segundo semestre. Y aunque no termina de salir el sol para la Academia, hay buenas sensaciones bajo la luna de Avellaneda. Por momentos, apareció ese equipo intenso, voraz, insoportable para el rival, que pretende Eduardo Coudet. En ocasiones, sufrió por su imprecisión y le costó liquidarlo y temió por el empate de Vélez, como le sucedió hace una semana en Tucumán. Recién a cinco minutos del desenlace, cuando Pol Fernández quedó de cara al arco, pudo cerrar el partido y liberarse. Y transformarse en el conjunto más contundente del año con 35 goles, nada menos.
Rápido. Letal. Así se mostró Racing en el comienzo. Lo ahogó a Vélez. Lo encerró contra su propio arco. Tuvo agresividad con la pelota, fundamentalmente, algo que se reclamaba desde aquel primer partido de la temporada, justamente ante River en este mismo estadio. Y encontró el gol de entrada gracias a Gustavo Bou y una carambola que benefició a Lisandro. La tiró larga Eugenio Mena y la Pantera encaró como en sus primeros momentos, cuando muchos lo miraban de reojo y terminó corporizándose en el goleador del campeón 2014. El pase del entrerriano le permitió rematar al capitán. El tiro rebotó en el peruano Abram y descolocó al ecuatoriano Alexander Domínguez. En apenas tres minutos, la Academia había logrado ponerse en ventaja. Pero no tenía pensado detener su marcha.
Por el contrario, a pesar de ese grito madrugador, Racing fue por más. Con dos laterales que parecen aviones. Coudet tiene que sentirse realizado con Mena y Renzo Saravia. El chileno tuvo mucho trabajo por su costado, especialmente, cuando se volcó Nicolás Delgadillo. El cordobés fue salida permanente y le ganó el mano a mano a Matías Vargas. Dominó la Academia, pero recién en el final del primer tiempo pudo quedar cara a cara con Domínguez. Fue en el único instante de lucidez que tuvo Centurión en la etapa inicial. Metió un pase bárbaro el polémico y talentoso volante, pero Licha resolvió mal ante el arquero, que se quedó con la pelota.
Generó desequilibrio con desbordes, con el toque rápido, pero empezó a cargarse de imprecisiones Racing. Y Vélez jugó a su ritmo. A fin de cuentas, le encanta el vértigo. Pero le costó pisar el área. No fluyó Vargas por la derecha. Hasta que la lesión de Jonathan Ramis lo obligó al Monito a cambiar de punta.
Y en el segundo tiempo, cambió el panorama. Vélez empezó a hallarse con la pelota, a triangular, a generar dificultades. Creció Nicolás Domínguez. Le empezó a volcar el campo y complicó a Racing. Sin embargo, nunca pudo pisar el área con autoridad. ¿Por qué habrá demorado tantos los cambios Gabriel Heinze? ¿No era necesario antes el ingreso de un centrodelantero como Rodrigo Salinas? ¿Y por qué sacó a Domínguez, el mejor de su equipo, para meter a Pablo Galdames? No aprovechó su momento el Gringo. Y Racing no había logrado hacer lo propio con la contra. Le faltó pericia en el último pase.
Hasta que Augusto Solari, que había reemplazado a Mena y se movió como lateral derecho pasando Saravia a la izquierda, metió un pase bárbaro para Pol Fernández. Y el mendocino resolvió ante Domínguez. Liquidó el partido. Casi marca el tercero Jonatan Cristaldo. No era offside. Una anécdota en el medio de una noche que, tal vez, haya servido como plataforma de despegue a cielo abierto después de tantas turbulencias.