Talleres supo cómo aprovechar las fragilidades de Gimnasia
Tras un flojo primer tiempo, el gol de Cubas desorientó a los de Troglio. Ortiz lo liquidó con un contraataque.
Talleres jugó mal pero ganó, y lo hizo nada más porque su rival jugó todavía peor. La visita le acertó al arco (gol de Andrés Cubas) en una de las pocas jugadas claras cerca del área adversaria cuando promediaba la parte complementaria, después dejó que el Lobo completara su confusión y, como sucede casi siempre, metió el piñazo del nocaut (gol de Mauro Ortíz) con la fórmula correcta: aprovechar los espacios de un equipo regalado en defensa, darle la pelota al chiquito corredor y liquidar el trámite como corresponde.
Desde el arranque fue un partido mediocre entre dos equipos básicos, lleno de nudos en mitad de la cancha, zona de combate por excelencia, de forcejeos sin claridad. Que justifica el porqué están donde están y porqué son lo que son. Gimnasia había ganado en su debut por un gol en contra que acertó frente a Argentinos Juniors y no más que eso, y Talleres llegaba sin convertir ni ganar en este torneo.
En el capítulo inicial ni siquiera pudo haber un gol de casualidad. Los del Bosque habían estado más cerca durante ese lapso. Hubo un penal del peruano Miguel Araujo al Pelado Silva -por agarrarlo de la camiseta- que Silvio Trucco no vio en el primer cuarto de hora, y la chance de un gol que tuvo Gonzalo Piovi a los 40 después de un tiro libre de Ayala.
Ese trámite desprolijo y la falta de pausa, en definitiva, terminaron favoreciendo a los cordobeses, porque se transformó en el escenario premeditado. Con el inoxidable Cholo Guiñazú, quien a horas de cumplir los 40 años, demostró su experiencia: chocó cuando tuvo que chocar, frenó cuando tuvo que frenar y jugó los 90 minutos sin lagunas.
Gimnasia fue un manojo de desaciertos: los ejecutores de pelota parada jamás levantan un centro, Rinaudo pretende jugar de 5, de 8 y de 10 y no es ni esto ni aquello, y Santiago Silva se faja tanto con los centrales que a fin de cuentas semejante desgaste lo priva de quedar cara a cara con el arquero rival.
Fundamental para Talleres resultó el ingreso de Gonzalo Maroni a los 10 minutos del segundo tiempo. Sin ser brillante, el habilidoso de Talleres le dio espacio y pausa a sus compañeros, fue un faro de luz que incomodó a los volantes locales.
El conjunto de Vojvoda supo aprovechar las bandas, con Leonardo Godoy lanzado como carrilero largo por la derecha, apoyado en la infalible serenidad del peruano Miguel Araujo. Y de esta manera logró cortar con la sequía en la Superliga tras 248 minutos sin goles.
A Gimnasia no le alcanzó con la actuación de Maximiliano Coronel para mostrar otra cara: fue un equipo apresurado y desprolijo, que sumó su segunda caída consecutiva para preocupar un poco más a sus hinchas.