En medio de la polémica, Independiente reaccionó y rescató un empate
Estudiantes ganaba por aprovechar errores. La segunda parte fue de la visita. El árbitro erró en tres jugadas clave.
Puntito y aparte para dos equipos que vienen de dejar atrás la agenda por doble competencia internacional con -se sabe- diferentes expectativas: Independiente sigue en la Copa Libertadores y Estudiantes de La Plata, no.
La mano parda en cierto modo cicatrizó algunas heridas, independientemente del modo. Porque el reparto de unidades termina justificando los merecimientos: Estudiantes jugó un más que aceptable primer tiempo e Independiente lo emparejó en el segundo. Dicho de otra forma, cada equipo ganó un capítulo.
Con un detalle decididamente indiscutible: la pésima actuación arbitral. Que no solamente involucró al juez principal, Ariel Penel, sino que alcanza a sus dos asistentes Yamil Bonfa y Facundo Rodríguez, muy parejos a la hora de no observar jugadas y fallar esta vez en contra del equipo que hizo de local.
De todos modos, reducir la mala tarde de la terna arbitral al destino final del resultado podría significar una ligereza, por cuanto nadie en su sano juicio debería adjudicarse el triunfo cuando, sinceramente, la igualdad les cae como premio y castigo al mismo tiempo.
El juvenil equipo que conduce Leandro Benítez fue sencillo, directo y frontal. Un sistema táctico dibujado en un 4-2-3-1 práctico que encontró la recompensa a su verticalidad cuando, por la izquierda, el tándem compuesto por Iván Erquiaga y Matías Pellegrini madrugó la quietud de Fabricio Bustos, que no pudo evitar el centro para que Pancho Apaolaza anticipara a los centrales con un cabezazo de 9 antiguo.
Los de Avellaneda persistieron en su llamativa cadencia a la hora de transportar la bola, de gastar pases horizontales.
Y así les fue. Veinte minutos después, tras un lateral por derecha de Facundo Sánchez, Gonzalo Silva pifió el rechazo, Busto saltó a destiempo y el zurdito Pellegrini tuvo a merced a Martín Campaña y lo ajustició sin piedad alguna.
Tras la reanudación, y para tratar de ganar por primera vez en la Superliga, Independiente recuperó la memoria, el toque, la rotación y la puntería. Lo que a priori parecen demasiadas capacidades para un equipo nada fuera de lo común suponen, sin embargo, suficientes argumentos como para justificar la igualdad.
El gol a los tres minutos de Braian Romero fue la inyección anímica para recuperar el “estilo-Holan”, porque Independiente comenzó a interpretarse a sí mismo. Fue confiable en defensa, consistente a partir de la tenencia en la zona central y profundo a la hora de encarar los últimos 15 metros del campo. O sea: conforme al potencial puso a sus jugadores donde más los necesitaba.
Releyendo el pasado, Alan Franco jugó de Pancho Sá; Maxi Meza se puso la casaca del Pato Pastoriza y Silvio Romero copió la versatilidad ofensiva de Daniel Bertoni.
Así llegó el empate de Silvio Romero, con una combinación de toques rápidos y al pie de izquierda a derecha, un gran pase de pecho de Braian y un medio giro del goleador que dejó clavado a Andújar, que no pudo adivinar por dónde se colaría el disparo.
La expulsión de Nicolás Figal a los 26 minutos del complemento -otro yerro del árbitro, un apresuramiento innecesario- congeló el trámite. Independiente estrechó las filas y Estudiantes no supo aprovechar el vacío de jugar con un hombre de más en ese lapso final.
Con el diario de hoy, lunes, podría interpretarse que ambos unieron fisuras. De esta manera, el Rojo sigue sin poder ganar en la Superliga y sin poder vencer al Pincha. Lleva ocho encuentros sin superar al conjunto platense, con cuatro empates y cuatro caídas.