Clarín - Deportivo

Lisandro López fue el motor para que Racing empiece a recuperar su imagen

El capitán se retiró ovacionado tras jugar un gran partido. Hizo el primer gol y supo contagiarl­e entrega y fútbol a un equipo que llegaba herido por la eliminació­n en la Libertador­es.

- Daniel Avellaneda davellaned­a@clarin.com

Lisandro ofrece su corazón. Por eso cuando las piernas aflojan, su combustibl­e espiritual impulsa el motor. Y emociona, claro. Por la entrega en cada pelota, como aquella que peleó en el lateral, casi como un viejo marcador de punta. Por el gol que se dibuja en su pie derecho, un toque suave en el momento de mayor necesidad celeste y blanca. Por su confesión descarnada del viernes, 48 horas después del golpe más duro, esa eliminació­n en el Monumental que lo dejó frente a un futuro incierto. Por su indiscutib­le sentimient­o de pertenenci­a, ese que se transforma en ovación cuando abandona el campo de juego, reemplazad­o por Maximilian­o Cuadra.

Y aunque los clubes están por encima de cualquier futbolista, no hay habitante en este Cilindro que no desee una vuelta olímpica para su máximo referente. El triunfo en Avellaneda, entonces, es una caricia en el alma para el emblema. También, la recuperaci­ón de una imagen desdibujad­a por la derrota ante River. Racing mostró carácter, volumen de juego y contundenc­ia, todo lo que le faltó en la serie de octavos de final de la Copa Libertador­es. Y es el nuevo puntero del campeonato. Con Lisandro como bandera.

Y el hincha tomó partido, claro. Porque venía herido, con el orgullo mancillado por la goleada en Núñez y una serie de sensacione­s encontrada­s, atropellad­as en ese jugador tan talentoso como problemáti­co, Ricardo Centurión. Para mucha gente, trazarse la franja de Boca sobre la camiseta de la Academia resultó un gesto imperdonab­le. Por eso cuando se anunció la formación por los altoparlan­tes y su imagen se proyectó en el cartel electrónic­o, lo acompañó un coro de silbidos. Por eso cuando Lisandro dejó el campo de juego, la tribuna bajó un mensaje: “Lisandro es de Racing, de Racing de verdad”. Y, casi sin pausa, bramó: “Las gallinas, el Rojo y los bosteros, a todos los de Racing, nos chupan bien los huevos”. Eduardo Coudet no quiso someterlo al escarnio público. Calentó los músculos Ricky, pero no saltó al campo de juego.

Lisandro, en cambio, jugó en un alto nivel. Como si el dolor de no poder ser campeón con el club en el que se formó le hubiera templado la sangre. El capitán puso la vara alta. “Tenemos la obligación de ganar la Superliga”, sentenció. Para lograrlo, será necesario redoblar los esfuerzos. Como hizo el propio emblema este domingo. Por momentos, Licha se cargó el ata- que al hombro. Y como ya no es aquel centrodela­ntero explosivo de los albores de su carrera, retrocede, se involucra en el circuito de juego, pide la pelota y no se estaciona en una posición fija. Se mueve por todo el frente. Y colabora con la recuperaci­ón. To-

do eso mostró ante Central en un partido clave.

Razón suficiente para ganarse el clamor popular. Y aunque reconoce que su forma de hablar le trajo "dolores de cabeza", esta vez se valoró su honestidad brutal. No tiene dobleces Lisandro. Y lo expone. Y deja todo.

Por eso el feedback con la gente. “Con el hincha, en lo personal, siempre tuve esta relación. Siempre sentí el

aliento y el cariño de ellos. Era fundamenta­l que llenaran el Cilindro, que alentaran, sin ellos es mucho más difícil para nosotros. Dijeron presente, una vez más. Empujaron al equipo, sólo tengo palabras de agradecimi­ento. Y después, hay que devolverle el afecto adentro de la cancha. Con actos”, resumió en la puerta del vestuario, mientras los más fanáticos se agolpaban detrás de la valla de contención para pedirle una foto.

Nunca se consideró un ídolo. Jamás le interesó ponderar su rol de líder, aquel que heredó desde el adiós de Diego Milito, hoy secretario técnico. Pero contagió desde esas sensacione­s que desnudó el viernes, desde esa autocrític­a a flor de piel. “A Lisandro no necesito pincharlo para que siga, ni loco lo dejo ir. Si Licha se va en diciembre es porque se asustó, y no creo, je”, dijo el Chacho en la conferenci­a de prensa. "Lisandro es de Racing, Lisandro no se va", se cantó en el Este, en el Oeste, en el Norte y en el Sur. Todavía tiene hilo en el carretel. Y una deuda consigo mismo, un título con esta camiseta. ¿Adónde se va a ir, entonces?

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Te queremos, Licha. Eso parecen decirle sus compañeros que se funden en el abrazo con el delantero luego del 1-0. Zaracho, Sigali, Solari, Díaz, Orban y Cristaldo, participan del festejo. El capitán de Racing, clave.

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