La victoria de Osaka, la furia de Serena, la final que tuvo de todo
La menor de las Williams se peleó con el juez de silla, desató un escándalo y opacó la gran consagración rival.
El Arthur Ashe se había preparado para ser el escenario del regreso a la gloria de Serena Williams, que quería ganar su 24° título de Grand Slam, el primero desde que fue mamá. Y la ex número uno del mundo fue el centro de las miradas en la tarde en Nue- va York, pero por razones muy diferentes a las que se esperaban. La estadounidense protagonizó un polémico cruce con el juez de silla, al que llamó “ladrón”, fue penalizada con la pérdida de un game y, entre lágrimas, terminó cediendo el partido y el título del Abierto de Estados Unidos ante Naomi Osaka. La japonesa se impuso por 6-2 y 6-4 y se transformó en la primera jugadora de su país en conquistar un grande.
Osaka tenía apenas dos años cuando Serena consiguió su primer trofeo en Flushing Meadows, en 1999. Al año siguiente se mudó desde su Osaka natal a Nueva York, con su padre haitiano y su madre japonesa. Y Estados Unidos se transformó en su segunda patria.
Con el correr de los años, la menor de las Williams se convirtió en su referente. Tal es así, que a Naomi la conocen como “la Serena japonesa”, por su agresividad para dominar a las rivales. Puro talento, lastima con su servicio, se siente segura con su revés e impone condiciones cada vez que logra jugar con su derecha.
Fanática de Pokemon y campeona este año en Indian Wells, la número 19ª del ranking sumó ayer su segundo título y dio, tal vez, el primer paso para convertirse en una nueva estrella del tenis. Su logro histórico no tuvo, sin embargo, el dulce sabor que segu- ramente ella soñaba.
Ya desde los primeros puntos de la final quedó claro que la japonesa -de 20 años- no iba a respetar los pergaminos de su rival. Con determinación y sin temores, se plantó en el duelo de intercambios de potencia con una Serena desconocida y errática y se mostró mucho más inteligente para modificar velocidades y alturas.
Cuando promediaba el segundo set y la japonesa parecía encaminada al triunfo, Williams recibió una primera advertencia por romper una raqueta. Luego, el umpire Carlos Ramos la acusó de haber recibido un consejo de su entrenador, Patrick Mouratoglou, algo que no está permitido. “Me levantó el pulgar y me dijo ¡Vamos!. Yo no hago trampas para ganar”, explicó ofuscada la estadounidense.
Su reacción le ganó un nuevo warning y el juez la penalizó con un game perdido. Así quedó 3-5 en la segundo set, al borde de la derrota. Y eso la hizo estallar.
“Vos me robaste. Vos no me vas a dirigir nunca más en tu vida. No es justo. Esto no es justo. Usted es un ladrón, un mentiroso. Usted me debe una disculpa. Yo nunca he hecho trampa en mi vida”, le gritó Serena a Ramos.
No es la primera vez que Serena vive una situación de este calibre en Nueva York. En 2009 -justo el año de la consagración del Del Potro- fue descalificada por conducta antideportiva en semifinales frente a Kim Clijsters, luego de amenazar a una juez de línea que le había marcado una falta de pie.
El enojo de Williams mutó en nervios y en lágrimas. Y aunque volvió a la cancha, ya había perdido la brújula y Osaka no tuvo problemas para cerrar el partido y ponerle fin a una final que quedará en la historia, aunque no sólo por las razones que se esperaban.