Clarín - Deportivo

El Alex Ferguson del Conurbano

Pablo Vico. Hace 20 años que trabaja en Brown de Adrogué y lleva 10 al frente del primer equipo.

- Mariano Verrina mverrina@clarin.com

Pablo Vico no tiene WhatsApp. Se palpa los bolsillos, mira hacia atrás, busca por el costado, hasta que encoje los hombros y muestra las dos palmas. No sabe dónde está su teléfono celular.

Su habitación, su living, su comedor, su sala de análisis de video, su lugar de descanso y su cocina están en el mismo ambiente. Una cama cucheta contra el wing izquierdo, otra de una plaza desbordand­o por abajo, la mesa redonda en el círculo central y un televisor en la punta. “Flaco, yo soy así. Ya está, no voy a cambiar. Y no es que te digo esto para hacerme el humilde o para querer, no sé, decir ‘uy, mirá lo que hace este tipo’. Nada que ver. A mí me gusta esto”.

—¿Qué es eso que te gusta?

—Vivir acá, estar acá. Brown es mi casa.

Y lo es literalmen­te.

Vico no necesita la doble ve del nombre del club. Y mucho menos la a que aparece con la pronunciac­ión en inglés. Vico dice “Bron” y acentúa en la o. Vive en Bron y para Bron. Es su familia, su casa y su empleo. Está ahí desde hace casi veinte años, cuando el presidente Juan Vairo lo invitó a dejar la pensión en la que vivía para mudarse a la pieza que estaban terminando de construir al costado del campo de juego.

—Para mí era ideal: qué mejor que vivir en el lugar de trabajo. Yo en ese entonces trabajaba en las inferiores. Y me quedé.

Hace casi diez que dirige al primer equipo. Es el entrenador con mayor permanenci­a en su cargo de todas las categorías argentinas. Algo así como el Alex Ferguson del Conurbano. O mejor que sea Vico quien elija la etiqueta.

—Una vez me pasaron un Facebook. Yo la verdad no entiendo mucho esas cosas, pero la gente arma grupos, me saluda, me manda mensajes. Y cada tanto me lo hacen ver. Cuestión que el Facebook dice “Pablo Vico, el técnico del pueblo”. Y es lindo que digan eso, flaco. A uno lo pone bien. Porque mirá que yo pasé cosas jodidas. Pasé y sigo pasando, mejor dicho. Y que la gente te muestre cariño... Es lindo.

—¿Y sos el técnico del pueblo?

—No sé, flaco. Yo te digo lo que dice el Facebook.

Alrededor de 70 pasos dividen la cocina de la casa de Pablo del campo de juego de Brown de Adrogué. Todo acá es a pulmón. No falta ni sobra nada. Para eso, los roles se desdibujan en pos del bien común. El preparador físico le aclara al médico que lo puede levantar por Yrigoyen a las tres menos cuarto de la mañana así a las tres en punto llegan al club. Es la hora señalada para iniciar el viaje rumbo a Puerto Madryn donde Brown jugó la primera fecha de la B Nacional y se trajo un triunfo valioso.

Pero antes de pensar en el partido hay que pensar en otras cosas.

Pablo le dice al profe que convenza al médico y que se deje de joder con eso de que un jugador se levantó con fiebre y podría bajarse del viaje. “El domingo no va a tener fiebre”, sentencia Vico con la seguridad de un Premio Nobel de Medicina. Son las 12.40. Tiene que responderl­e unas preguntas al cronista de TyC Sports que lo espera contra el alambrado. Y salir rajando para estar en el centro de Adrogué antes de la 13 que cierra la fábrica de Il Ossso Deportes.

—A ver si alcanzo a comer un cacho de carne antes de ir—, suelta al pasar.

Habla con TyC Sports, busca la billetera, mira el reloj y se produce otro momento mágico: Pablo Vico entra al buffet Pablo Vico. Ahí, al lado de su casa y al lado de la cancha, los jugadores del plantel comen el asado semanal que se transformó en un ritual desde que el hombre de bigotes es el entrenador.

—¿Qué es más raro: vivir en el club o dirigir en Argentina 10 años seguidos al mismo club?

—Yo me siento cómodo acá, estoy bárbaro. Este es mi hogar. Los muchachos a veces se sorprenden cuando llegan a entrenar y estoy pasando un trapo, barriendo, haciendo la cama, haciendo las tareas del hogar. Limpiando el baño... Para mí no es nada del otro mundo.

Sale del buffet que lleva su nombre y encara al asiento de acompañant­e del auto que maneja el profe. Tienen que ir a la fábrica de indumentar­ia a buscar “la ropa de viaje”, unas camperas que les preparó la marca para usar en invierno. Y que en Puerto Madryn serán de mucha utilidad. Aunque antes de arrancar Pablo vuelve tras sus pasos. Saca 300 pesos de la billetera, se los entrega a un ayudante y pega el grito por la ventana.

—Ahí les dejo, compren helado.

La persona y el personaje conviven con naturalida­d. Y en su camino se va topando con escenas inverosími­les.

Un hincha se tatuó medio rostro de Don Ra-

món y medio de Pablo. Otros exigen que estampen las iniciales PV en la campera rompevient­os del equipo. Una calle de San Clemente del

Tuyú lleva su nombre. Un billete de dos pesos (o Vicoins, mejor dicho) intervenid­o con la imagen del DT se viralizó en las redes. Y una canción lo vitorea en las tribunas de Adrogué desde hace años. Al ritmo de la lambada, la prosa invita al consumo de pepa, merca y flor para salir campeón, de la mano de Pablo Vico.

—¿Qué fue lo que más te sorprendió del trato con hinchas que no son de Brown?

—Uh, de todo: estar de pretempora­da, por ejemplo, que venga un señor y que me diga que estaba escribiénd­ome una poesía. O caminar por el centro de Gesell y charlar con todo el mundo... Hinchas de Platense, de Boca de River. Cuando tuve el infarto, salí de la Favaloro y tres hinchas de River me vinieron a pedir por favor sacarse una foto conmigo. Mi vida no cambió, debe ser por eso. Sigo siendo la misma persona.

—¿Y aquel famoso abrazo al Gallo de Morón?

—No lo podía creer. Venía de sufrir la muerte de mi hijo. Y fue todo muy emocionant­e: logramos el ascenso en el último minuto. Y si vos ves la tranquilid­ad mía en ese último córner... Yo sabía que mi hijo me iba ayudar desde arriba. Había tal paz en mi cuerpo. Sabía que si me daban esa oportunida­d ganaba el partido. Cabeceó Juan (García) y se lo agradezco a él (a su hijo

fallecido). En medio de los festejos veo que me llama la hinchada de Morón. Y yo dudaba: “¿voy o no voy?”. Y fui. Lo que me dijeron no me lo voy a olvidar más: “Nosotros no aplaudimos a ningún técnico que viene a jugar contra Morón, pero vos te merecés eso y mucho más”. Me terminan aplaudiend­o. Y el Gallo me abraza. Mañana a las 21.10 en la cancha de Lanús, Brown de Adrogué enfrentará a Independie­nte por los 16avos de final de la Copa Argentina. El Tricolor llega entonado: es líder de la B Nacional gracias a los triunfos ante Brown de Madryn y Olimpo. Pero más motivación le genera enfrentar a un rival como Independie­nte, al que ya supo sorprender. “Saben que no va a ser un partido fácil. Nosotros vamos a tratar, con nuestros medios, de complicarl­e los 94 minutos. Y dejar la mejor imagen sabiendo que vamos a enfrentar un rival con tanta historia”, palpita Vico.

—¿Aquel triunfo en 2013 (2-1 al Rojo en la B Nacional) fue el más importante de tu vida?

—Hemos dejado una huella. Le hemos ganado a Talleres en Córdoba, a Huracán en su cancha, a Unión en su cancha, a Independie­nte en su cancha. Fueron partidos muy importante­s no sólo para mí, sino para la institució­n. Y lo más importante es que los rivales saben que Brown de Adrogué no es fácil. Que es un equipo que siempre intenta. Que no nos vamos a colgar del travesaño a ver qué pasa.

 ?? LUCIANO THIEBERGER ?? Corazón tricolor. Pablo Vico abre la puerta del club. Su casa está dentro del predio a unos pocos pasos de la cancha.
LUCIANO THIEBERGER Corazón tricolor. Pablo Vico abre la puerta del club. Su casa está dentro del predio a unos pocos pasos de la cancha.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina