Clarín - Deportivo

La historia detrás de la resurrecci­ón de Cristaldo, el goleador del puntero

El Churry bajó 8 kilos, se reacondici­onó con el PF de Paolo Guerrero y le ganó el puesto a un referente como Bou.

- Daniel Avellaneda davellaned­a@clarin.com

La imagen de Jonatan Cristaldo, feliz, con la boca llena de gol, tiene una historia que pocos conocen detrás. La de la superación personal, el esfuerzo por recuperars­e física y anímicamen­te. Porque es cierto, como confesó hace un mes, que su vida pudo terminar abruptamen­te producto de la depresión. Pero hizo un click en diciembre, cuando los problemas familiares lo abrumaban y pesaba 8 kilos más. Entonces, Martín Guastadise­gno, amigo y representa­nte, lo convocó a su oficina de Palermo. Junto a Lobo, uno de sus más cercanos afectos, le prepararon un video con sus mejores goles. Los que había hecho en Vélez, Metalist, Bologna, Palmeiras, Cruz Azul y Monterrey, esos gritos que impulsaron su carrera.

Y derramó un mar de lágrimas el Churry. “Quiero volver a ser”, les dijo a sus amigos. Y juró delante de ellos que iba a comenzar con su resurrecci­ón. Lo que siguió fue una dieta estricta, a cargo de una nutricioni­sta; el asesoramie­nto de una psicóloga y un trabajo de reacondici­onamiento físico a cargo de Ernesto Colman, un profe que había trabajado con Eduardo Coudet en Central y Tijuana , el mismo que preparó al peruano Paolo Guerrero para el Mundial de Rusia.

Fue Chacho el que le preguntó a Guastadise­gno, en una charla casual, cómo estaba Cristaldo. “Sé que está trabajando con un profe que laburó conmigo y está bien”, le dijo en marzo. Y subió la apuesta: “Decile al Churry que si se pone en condicione­s, le doy una oportunida­d en Racing. No le prometo nada, pero en junio volvemos a hablar”. El delantero tenía dos ofertas de Brasil, una del Bahía, otra del Ponte Preta. Rechazó las dos. “Me la juego por Racing”, le apostó a su representa­nte. Se entrenó como un león. Y la panza de la que Coudet habló, desapareci­ó. También, la tristeza.

Firmó contrato con la Academia, resignó el dinero que le proponía Brasil, recibió la “bendición” del Toti Igle- sias, viejo artillero celeste y blanco, y se ganó el puesto. Relegó a Gustavo Bou, el goleador del campeón de 2014. Renació Cristaldo a los 29 años.

“Era imposible imaginarme este momento unos meses atrás. Estoy muy agradecido de poder estar en Racing y vestir esta camiseta. Lo tengo que mostrar día a día”, dice ahora ante Clarín en La Paternal, a bordo de una sonrisa que había perdido el año pasado, cuando en las redes sociales circulaba una foto suya con la camiseta de Vélez y un abdomen prominente. Marcó dos goles esenciales para el puntero de la Superliga, ante Lanús y Argentinos Juniors, ambos de visitante. Y sueña que su primer grito en Avellaneda sea ante Boca, el domingo, el día del clásico.

Cristaldo hizo dos goles en siete partidos del campeonato. Se entiende de maravillas con Lisandro López. Y se ganó el respeto de todos en el vestuario. Incluso, del propio Bou. “Me aconseja mucho, tenemos una gran relación. Me dice cómo tengo que girar, cómo pegarle al arco… Es un gran compañero y persona”, apunta el Churry, a quien todos destacan por su bonhomía. Incluso, mantiene contacto con Gabriel Jesús, ex compañero en Palmeiras. “¿Cuándo vamos a volver a jugar juntos?”, le preguntó el brasileño, hace unos días, a través del WhatsApp. “Llevame al City. O mejor, venite a Racing”, le contestó el delantero nacido en Ingeniero Budge.

El Chacho tuvo ojo clínico con Cristaldo. Si hasta convenció a Diego Milito, el manager, quien no estaba totalmente seguro de incorporar­lo. El presidente Víctor Blanco lo había querido contratar hace tres años en pleno apogeo. El atacante sigue al pie de la letra los lineamient­os de Coudet. “Me pide que aguante la pelota, que trate de estirar el equipo… El Chacho es muy intenso. No quiere que estemos al 99%, nos quiere al 110%”, confiesa. Hoy, este Churry reloaded cumple. Entre las ruinas emocionale­s encontró la fuerza necesaria para su reconstruc­ción personal.

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L. THIEBERGER Sonrisas. Cristaldo recuperó su fútbol en Avellaneda. Coudet insistió mucho para su llegada.
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