Un tiempo con búsqueda y carácter
El mandato de la tribuna, la presión del resultado, esas dudas que empezaban a fluir otra vez ante la intemperie de la derrota. Racing se mostraba endeble, sin respuestas ante un rival inteligente, con nariz de cazador. San Lorenzo había ganado tácticamente el primer tiempo. Y hasta se había quedado corto por sus propias falencias en la terminación de cada contragolpe. Necesitaba mejorar la Academia. Mostrar carácter. Por primera vez en la Superliga, arrancaba en desventaja. Pero un error de Marcos Senesi le abrió la puerta del empate. La actitud y la búsqueda permanente del segundo tiempo le permitió cantar victoria en la mañana de Avellaneda, otra vez con Lisandro como guía.
A partir del empate, Racing manejó la pelota, como en el primer tiempo, pero con mucha más lucidez e intensidad. Trianguló con el despliegue de Zaracho, el toque de Pol Fernández (reemplazante del lesionado Solari) y la jerarquía de Lisandro. Redujo a San Lorenzo que perdió el rumbo. Biaggio lo había planteado bien de entrada. Sus modificaciones, en cambio, fueron contraproducentes. Ya había ingresado el pibe Berterame por Reniero, golpeado. Quiso discutirle la tenencia al puntero y sacó a Mouche, de gran entrega, para apostar a Belluschi. Se lastimó Elías Pereyra y mandó a la cancha a Ariel Rojas. Justo cuando se estaba tratando de rearmar la defensa, la Academia encontró el segundo gol.
Zaracho abrió de derecha al centro para Pol Fernández y el santafesino sacó un disparo inatajable para Navarro. Y se terminó el clásico. Porque San Lorenzo nunca pudo dominar la pelota y Racing tuvo espacios para liquidarlo mucho tiempo antes. Si Bou no hubiera pecado de egoísta, el resultado habría sido más holgado. Navarro tuvo mucho que ver.
Y pensar que en el primer tiempo todo había sido diferente. Racing había tenido el 70% de la posesión, pero poca profundidad, nada de explosión. San Lorenzo había sido más inteligente con dos líneas de cuatro bien compactas. Coudet había elegido el libreto de siempre. Salida proli- ja con Marcelo Díaz, buena construcción a partir de Zaracho y Solari y desbordes de Saravia o Soto. Necesitaba de Ricardo Centurión, el desequilibrante. Casi no apareció.
Racing no pesaba en los metros finales. Y San Lorenzo, de a poquito, ganaba terreno en el medio y generaba las situaciones más claras.
Un córner de Mouche que derivó en un zurdazo de Pereyra obligó a una espectacular intervención de Javier García. Fue la primera llegada con peligro al área celeste y blanca. Y una advertencia. Enseguida, Gabriel Gudiño se filtro por la derecha, asistió a Franco Moyano, se produjo un rechazo y un tiro de Mussis. La pelota hizo una parábola, los defensores se durmieron, el arquero no salió y Reniero resolvió con comodidad.
Lo que siguió fue desesperación de Racing y presión de su gente. “Movete, dejá de joder”, bajó de las cargadas tribunas del Cilindro. Otra vez fue San Lorenzo el que tuvo más posibilidades. Sin embargo, resolvió mal cada contra. Tres veces terminó de manera deficiente la jugada.
En el segundo tiempo, dicho está, todo cambió. Y Racing ganó el clásico. Premio a su búsqueda y a su carácter, es más puntero que nunca.