Patronato no se durmió y le dio un mazazo en el final a Central
En algunos puntos del país, jugar un domingo a las 13 es interrumpir una rutina sagrada: el almuerzo, la sobremesa y la siesta por más que se trate de un duelo de necesitados. Es cierto, esto es profesionalismo y negocio. Pero a veces a esa combinación le cuesta arrancar porque el contexto lo condiciona. Algo de eso se trasladó a la cancha en Paraná. Parecía que armar sociedades futbolísticas era muy complicado. Una tarea para despiertos. Y otro que asomaba como contagiado del ambiente propio de la región era el juez Lamolina. No cobró un claro penal a favor de Patronato al minuto y luego debió echar a Geminiani por un codazo a Carrizo y sólo amonestó. Demasiada conspiración para el espectáculo sólo podía ser revertida producto de las individualidades o desaciertos.
El primer susto se lo llevó Patronato luego de una genialidad de Parot que se sacó un hombre de encima y metió un roscazo de derecha (su pierna inhábil) desde afuera que pegó en el palo izquierdo de Bértoli y luego recorrió toda la línea para pegar en el otro palo. Increíble.
La respuesta no se hizo esperar. Esta vez, consecuencia de un rebote inesperado, la pelota le cayó a Barceló y definió sin demorar para abrir el marcador. Desde entonces fue todo del local. Con poco, Carabajal jugando a espaldas de Ortigoza y Gil, por afuera con Sperdutti y Comas, y manteniendo un orden defensivo le complicó el partido a Bauza y compañía.
Pero cuando hay necesidades en juego nada está definido. Todas las virtudes del primer tiempo de Patronato se desmoronaron a los 35 segundos del complemento por el gol de Herrera, de cabeza, luego de un centro preciso de Bettini. Entonces fue otro partido. Ortigoza empezó a tomar decisiones con mayor precisión que en la primera parte, al igual que Gil, y Central recuperó terreno perdido en el juego y defendió mejor los mano a mano por las bandas.
Y también desde allí se inició otro partido más vistoso para el espectáculo porque sabían que en la repartija de puntos ambos resultaban perjudicados. El que ejecutó mejor esa necesidad fue el local. Se juntaron las dos figuras del partido: Carabajal para Barceló y el goleador intratable que tuvo la siesta paranaense no perdonó. En el descuento le dejó tres puntos de oro que deberá cuidar el viernes en Santa Fe ante Unión. En Central, Bauza miraba la cancha incrédulo, sorprendido, anonadado. No quedaba tiempo para nada en el partido. Sólo para recalcular rápido en el torneo en el caso de los rosarinos: hace 6 partidos que no se llevan tres puntos de una cancha.