La Banda tocó en Madrid
River alzó la cuarta Copa Libertadores y lo festejó en el Bernabéu y en las calles de la capital española. El final de una final histórica e inolvidable.
Me siento un privilegiado, soy un hijo adoptivo de este club. Es difícil que vuelva a pasar algo como lo de hoy”. Leonardo Ponzio
Voy a jugar el Mundial de Clubes, pero el objetivo era éste. Quiero informarle a la gente que no voy a seguir”. Pity Martínez
No tienen idea qué es ese oso y ese modroño en Puerta de Sol pero le dan la vuelta olímpica. “Tomala vo...damela a mi... somo campeones en Madrid”, brama la marea roja y blanca. No es dificil imaginarse el Obelisco. Ahí con verano, aquí con el frío invernal que aprieta fuerte cuando ya es casi lunes. River le pone punto final a la final más larga de la historia con el festejo interminable de la cuarta Copa Libertadores. Marcelo Gallardo era héroe. Ahora
es Dios. Aunque haya estado confinado al palco del Bernabéu por aquella estúpida sanción de la Conmebol, su enésima decisión estrafalaria. Parece que los 14 millones de dólares que le sacó a D’Onofrio para comprar a Pratto están más que amortizados. Y también los 4 por Armani. Y por sostener al veterano capitán Ponzio. Y haber apostado por Pity, Nacho, Palacios y siguen las firmas. Si hubo Pederneras, Labrunas y Morenos, hay también hay Gallardos, qué duda cabe. Lo dice, al menos, esa multitud que lo acaba de bañar de gloria en el Bernabéu.
Bajan los últimos hinchas que se quedaron cantando en el Fondo Norte para ir a Puerta del Sol. Van apagándose esas luces del estadio que hacen día de la noche, que obligan a admitir que el futbol nocturno en Argentina se ilumina con velas.
Van caminando por Castellana hasta Gran Vía, doblarán a la derecha y desde Montera o Callao irán al Kilómetro 0 de Madrid. Allí ya hay una multitud enloquecida. También pasan hinchas de Boca rumbo a su derrota imapelable, a calmar el dolor. Si se puede.
Hay sensación de que el 3-1 marca el futuro de ambos equipos. Hay un evidente fin de ciclo de Boca. Se concretó lo que se venía insinuando. Algunos hinchas, como siempre ocurre en la derrota, se hacen preguntas. Por qué jugó Benedetto y no Benedetto y Ábila. Por qué salió Benedetto. Por qué un equipo con poco fútbol deja fuera del banco a Cardona y lo pone a Gago, a este momento de Gago. Por qué Tevez entra tarde. Para qué se trajo a Zárate. El que gana no pregunta. Hasta se olvida que le negaron un penal cuando el partido estaba abierto. Flamean las banderas en ese río que va rumbo a Sol. La plaza es argentina. La hora, que el día siguiente es laborable y el temor a esa fauna enloquecida de fervor espanta a los españoles y a los turistas. Todo es de River, sí. “Tomala vos...damela a mí...” Hay sensación de eternidad en la conducción de Gallardo que, seguramente deberá renovar el plantel campeón de América. Aquí han visto a Quintero, han visto a Pratto y su edad no debería ser un obstáculo para un equipo europeo. Y saben del ausente Borré. Y de los pibes que vienen de abajo como este Julian Alvarez que tuvo sus minutos en el campo. “Un minuto de silencio...para Boca que está muerto...”, se atreven, ahora sí. Y el repertorio continúa con los hits más agresivos hacia el rival eterno. El triunfo les da derecho, parece. Hasta el momento en que estas líneas vuelan hacia Buenos Aires no se sabe de enfrentamientos.
Hay de todo en Puerta del Sol. Jóvenes, viejos, familias. Hay abuelo, hijo y nieto abrazados. Uno recuerda la frustración del 66 en Santiago de Chile. El otro rememora al Búfalo Funes del 86. El más chico tiene fresca la Copa de hace tres años. Parece que fue ayer. Parece que mañana será igual. En esta horas, River cree que todo es posible. Se sienten campeones. Son campeones.