Clarín - Deportivo

Una proeza lograda con estilo, goles a tiempo y salvadas clave

Federico González y Janson le dieron la victoria a un Tigre que se salvó demasiado en el segundo tiempo.

- CÓRDOBA. ENVIADO ESPECIAL Oscar Barnade obarnade@clarin.com

Proeza, hazaña, gesta, epopeya... Todo sirve para describir lo que consiguió Tigre en el estadio Kempes ante Boca. Por eso festejan y se abrazan los jugadores tras el pitazo de Pitana. Lloran y se desploman en el césped. Gritan. Saltan. No se quieren ir. Lloran los hinchas en la tribuna Daniel Willington y en la platea Ardiles. Lloran por un equipo de fútbol, pero porque este logro es mucho más.

Escribió Pedro Calderón de la Barca que “que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son”. Tigre empezó a soñar a principios de este 2019 con lograr la permanenci­a en Primera. No lo consiguió. Unas semanas después, duplicó la apuesta y empezó a soñar otra vez algo que nunca había hecho otro equipo tras descender de categoría. Tigre es el campeón de la Copa Superliga. El menos pensado. El que más soñó. El más justo.

Boca empezó a dominar el juego, con tenencia de pelota y llegadas. Trabajó bien con los centrales abiertos, los laterales adelantado­s y Campuzano de salida. Atento Tevez y eléctrico Villa, al que Moiraghi le tapó justo un remate de gol. Montillo y Morales no podían tener la pelota y entonces Tigre no podía generar peligro.

Tuvo el Matador, después de los 10 minutos, un córner de Montillo desde la izquierda y por detrás de todos apareció Alcoba y el arquero Andrada logró salvar la situación. Hubo dos momentos clave para la suerte de Boca y del partido, a los 14 y 15 minutos: primero Zárate le dio un gran pase a Benedetto, Pipa la acomodó bárbaro, le ganó en velocidad a Moiraghi y el remate dio en el palo izquierdo; luego se fue Villa por derecha y Marinelli salvó ante el remate del colombiano.

El partido estaba para Boca y lo empezó a ganar Tigre. El equipo de Gorosito aprovechó la espalda de Mas, que Izquierdoz no llegó a cubrir. Cachete Morales metió tres amagues, tocó para González y el delantero también dejó pagando a Izquierdoz, cuando todos esperaban el centro, pateó al arco y sorprendió a Andrada.

El segundo llegó con polémica. Prediger peleó en el medio, se la dio a Montillo y el volante sacó un pase preciso para González, quien se acomodó, giró y alargó para Janson. El delantero se iba al gol y lo bajó Izquierdoz. Claro penal. Pero ni mil imágenes pudieron determinar si hubo posición adelantada. Y no hay VAR. El que no falló fue Janson.

Benedetto tuvo otra chance: entró por la derecha y definió a las manos del arquero. Y para completar su mala racha, intentó una chilena que no le salió. Tigre intentó aguantar la pelota con Morales y Montillo en el segundo tiempo, pero la lesión de Cachete lo limitó. Tevez y Zárate buscaron estar más cerca del “doble cinco” improvisad­o para tener más la pelota. A lo Boca, se fue acercando al descuento. A lo Boca, arrinconó a Tigre. Pero a veces no puede ni a lo Boca.

Un detalle no acompañó al equipo más ganador del fútbol argentino. Su goleador sigue distanciad­o del gol. Tuvo siete chances Pipa en los 90 minutos y no pudo. En la mejor, se lució Marinelli. En la que era gol, pegó en el travesaño, picó en la línea y la rechazaron. La fiesta era de Tigre.

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JUAN JOSÉ GARCÍA / ENV.ESPECIAL Gritalo, Lucas. Janson desata su festejo tras convertir el penal que le dio el 2-0 a Tigre y lo catapultó a un título inédito.

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