Clarín - Deportivo

Pipo Gorosito dio la cara por el barrio y apostó al fútbol para quedar en la historia

Asumió con el equipo hundido en los promedios. Con estilo desenfadad­o y sin presiones, estuvo cerca de evitar el descenso. Ahora le llegó la alegría más grande.

- Ramón Gónez ramongomez@clarin.com

¿Por qué volvió Pipo, el técnico que había estado en el momento más trascenden­tal de la historia de Tigre en 2012, cuando llegó a la final de la Copa Sudamerica­na? ¿Por qué dejó su zona de confort y aceptó el desafío de dirigir al Matador? Si ya sabía que estaba con respirador. Si ya tenía claro que la permanenci­a en Primera División estaba atada al milagro.

“Porque acá, en San Fernando, yo conozco al que tiene la náutica más grande y al que vende compacts truchos en Virreyes. Tengo la suerte de ir a comer a la casa de un tipo que tiene cuatro empleados o a la de otro que vive sobre un piso de tierra. Y no me diferencia nada. Si nací en Carupá, que era un desastre cuando yo era chico. Dormía con mi abuela en una sola habitación, el baño estaba en el fondo. Hasta que mi viejo, que era un mozo muy laburador, empezó a trabajar en SEGBA. Entonces, mejoramos. Y vine a dar la cara por el barrio”.

Se lo dijo a Clarín cuando terminaba marzo, previo al duelo con Racing, que terminaría siendo campeón en su cancha. Una semana después, se decretó el descenso a la B Nacional. Muy a pesar de un resonante triunfo ante River (3 a 2) en el Monumental. Sin embargo, Néstor Gorosito tenía una intuición cuando convenció a Cacho Borelli y al Chapa Zapata, sus inseparabl­es colaborado­res, de agarrar el fierro caliente. Creía que este equipo iba a quedar en la historia.

Por eso este frío anochecer en Córdoba lo encuentra abrazado a la gloria. Con el sobretodo y la bufanda que se transforma­ron en el vestuario de la cábala. Con el reconocimi­ento de su primer título como entrenador a los 55 años, por más que antes del partido se haya jactado de tener “kilómetros de vuelta olímpica”. Porque no tiene dobleces el enrulado entrenador. “Si el fútbol es más sencillo de lo que lo quieren hacer creer, más difícil es hacer tortas fritas”, había dicho.

Dirigió San Lorenzo y River, dos grandes, pero tuvo su primera alegría sentado en el banco con Tigre, el club que está a tres cuadras de su casa. Sí, Gorosito no necesita subirse a un auto para llegar al José Dellagiova­nna. Camina y listo. Si cuando termina cada partido de noche se va rápido a jugar al baby fútbol al club Solís.

“Yo iba a jugar a la pelota al Plumerillo, Al Ahorcado, a Virreyes, a Carupá, de donde soy... lo más importante es que ganamos. Pero no soy mejor entrenador porque salí campeón”, dice Pipo, que fue un 10 elegante, de gran pegada, campeón de la Libertador­es y la Interconti­nental con River, el club del que es hincha. Tricampeón en Austria con el Tirol FC. Ganador en Chile con la Universida­d Católica e integrante del último equipo que ganó un título con la Selección Argentina, el que de la mano de Alfio Basile conquistó la Copa América de Ecuador en 1993. Gorosito había logrado impactos desde su juego, pero como técnico recién ayer pudo experiment­ar qué significa ganar un campeonato. Estuvo en Nueva Chicago, San Lorenzo, Lanús, Central, Argentinos, River, Xerez de España, Almería y San Martín de San Juan pero nunca había podido coronar. Hasta ahora.

“Se me cruzan un montón de cosas por la cabeza. Estoy muy contento por el club, por los jugadores, por la gente, pero considero que el mejor reconocimi­ento que nos podemos llevar nosotros, el cuerpo técnico, es de los jugadores. Y eso lo tenemos. Es más importante que la medalla”, dijo Pipo. Y continuó con el análisis del partido: “Esta vez, en muy pocos lapsos pudimos jugar como nos gusta. No pudimos imponer nuestras formas, pero ganamos. Y eso es importante”.

Con Gorosito al mando, Tigre marcó 33 goles en 17 partidos y fue el más contundent­e del año.

Salí campeón muchas veces como jugador y eso no me hacía mejor. Claro que es una alegría este título, pero ahora no me hace mejor entrenador que antes”.

Los promedios se inventaron para ventajear y favorecer a los poderosos. En Argentina hacemos las cosas al revés. En la educación, en la salud, en el fútbol...”

El club va a estudiar el reglamento para ver si puede defender la categoría. El campeón no se puede ir al descenso. Hay que revisar todo lo que pasó”.

No tuvo su sello habitual, pero Tigre pegó el zarpazo que necesitaba para bajar a Boca. En 17 partidos, a fin de cuentas, se transformó en el equipo más contundent­e de 2019. Tigre marcó 33 goles, alcanzando un promedio de dos gritos por partido.

“Que me llamen jugadores de todos los equipos que dirigí para plantearme su felicidad por el momento nuestro, me llena de orgullo”, asegura Gorosito, que estuvo cerca de volver a San Lorenzo. Pero le había dado su palabra a Tigre. Aunque sabía que era muy difícil lograr la salvación, prometió que continuarí­a en la B Nacional. Siempre y cuando, claro, le conservara­n la base del plantel.

Hubo una crítica contra los promedios que lo condenaron. “Estos son los inventos de los argentinos. No somos frontales. El promedio se hizo para ventajear a los poderosos. Con esto de que el fútbol es para vivos, así estamos”, disparó Pipo. Contundent­e, como cuando remataba un tiro libre. Así es Gorosito, el que dio la cara por el barrio, el que no se olvida de los orígenes ni aun campeón.

 ?? FEERNANDO DE LA ORDEN ?? Puño en alto. Néstor Gorosito, con la medalla de campeón en el pecho, saluda a la multitud de Tigre que viajó a Córdoba para disfrutar de un título impensado.
FEERNANDO DE LA ORDEN Puño en alto. Néstor Gorosito, con la medalla de campeón en el pecho, saluda a la multitud de Tigre que viajó a Córdoba para disfrutar de un título impensado.

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