Clarín - Deportivo

El otro maleficio que la Selección quiere romper: ganar el título en Brasil

El equipo local obtuvo las cuatro ediciones que organizó. En la más cercana, jugada en 1989, Argentina terminó 3ª.

- Oscar Barnade obarnade@clarin.com

El desafío en esta Copa América para esta Selección Argentina en reconstruc­ción es doble: romper con el maleficio de 26 años sin títulos y ganar por primera vez un torneo sudamerica­no en Brasil. Con Lionel Messi, con 31 años y a punto de cumplir 32, como abanderado y el joven técnico Lionel Scaloni, el selecciona­do busca cambiar la historia.

El peso de las palabras también juega. Lo dijo el crack del Barcelona en las entrevista­s que dio en su regreso al país: “No somos candidatos como otras veces”. Alfio Basile, el técnico campeón en Chile 91 y Ecuador 93, contó alguna vez: “A la primera le di mucha importanci­a, a la segunda no tanto. Pero, viste, tan fácil no era porque no la ganamos nunca más”. Desde entonces, Argentina perdió cuatro finales: 2004, 2007, 2015 y 2016.

Uruguay es el equipo que más veces ganó el torneo, 15. Argentina suma 14. Brasil continúa en el tercer lugar, con 8. Se llevan disputadas 45 ediciones, pero en ocho no estuvo en juego la Copa América. En la génesis, aquel torneo de 1916 fue organizado por la Asociación Argentina para conmemorar el centenario de la Independen­cia; los seis sudamerica­nos denominado­s extras; y la Copa América Centenario, jugada en 2016 en Estados Unidos.

Con esta salvedad, entonces Argentina y Uruguay levantaron 11 veces cada uno la Copa América. En cambio, Brasil nunca ganó un sudamerica­no extra, siempre fue campeón del torneo en el que se puso en juego el trofeo comprado a la Casa Escasany de Buenos Aires, en la segunda década del siglo XX.

Las primeras cuatro copas que ganó Brasil tienen una particular­idad: fueron todas como local. Las otras cuatro, en los últimos 22 años y en otros países. Esta es la quinta vez que el pentacampe­ón del mundo es sede de la Copa América, Argentina participó en tres y en una se ausentó.

Tras su creación, el torneo sudamerica­no se jugaba anualmente. En 1918 era el turno de Brasil. Sin embargo, se pospuso un año por la pandemia de gripe española que causó la muerte de 40 millones de personas en todo el mundo. A Brasil, el virus llegó a fines de septiembre y lo trajeron marineros que prestaban servicios militares en Dakar, en la costa atlántica de África, y desembarca­ron en Recife. En pocos días el virus se extendió a otras ciudades, como San Pablo y Río de Janeiro. En la vieja capital de Brasil, donde debía disputarse el torneo, hubo entre octubre y diciembre de ese año 14.348 muertes registrada­s.

A esa competenci­a, disputada solo en Río de Janeiro, Argentina fue con un equipo potencialm­ente fuerte, con 4 jugadores de Boca y de River, y 3 de Racing. Aún no se había producido la escisión de 1919. Perdió 3-2 con Uruguay, 3-1 con Brasil y solo le ganó a Chile, 4-1. Quedó tercero.

El torneo sudamerica­no de 1922 también se jugó en Río de Janeiro. El plantel argentino estuvo integrado por jugadores que actuaban en la Asociación Argentina, la afiliada a FIFA. Viajaron 16 jugadores, cuatro de Newell’s, tres de Boca, dos de Central y de Alvear, y uno de Belgrano de Córdoba, Huracán, Sportivo Barracas, Chicago y Del Plata. Disputó cuatro partidos, ganó 2 (4-0 a Chile y 2-0 a Paraguay) y perdió 2 (1-0 con Uruguay 2-0 con Brasil).

La tercera vez que se jugó en Brasil fue en 1949, en la previa del Mundial de 1950. Pero Argentina no fue. No hubo una sola causa, sino varias. Por un lado, la huelga de futbolista­s profesiona­les que se extendió desde noviembre de 1948 hasta marzo de 1949. La relación tirante entre jugadores y dirigentes se agudizó ante la decisión de concurrir al torneo de Río de Janeiro. Agremiados prometió enviar el mejor equipo, pero los dirigentes se negaron, tratando de evitar un nuevo triunfo, esta vez deportivo y no gremial, de los jugadores.

Además, los dirigentes argentinos estaban enojados con sus pares brasileños porque en un congreso sudamerica­no, con Argentina ausente, Brasil pidió y consiguió el apoyo del resto de los países para postularse al primer Mundial post-guerra. Argentina se había candidatea­do en 1939 e incluso se le habían propuesto a Brasil realizar en forma conjunta el IV Mundial de Fútbol. Sin embargo, tras la finalizaci­ón de la Segunda Guerra Mundial y la reanudació­n de los congresos de la FIFA, Brasil buscó organizar por su cuenta el torneo.

Los ánimos estaban tan caldeados que la prohibició­n que a principios de 1949 sufrió el Club Bangú por parte de la Confederac­ión Brasileña para jugar un partido amistoso en Buenos Aires bastó para que la AFA rompiera relaciones con la brasileña. No sólo no se concurrió al Sudamerica­no de Río de Janeiro; tampoco al Mundial.

La última vez que se jugó en Brasil fue en 1989. La actuación desde lo futbolísti­co fue tan pobre como dos años antes, en Buenos Aires, donde estrenó el título del mundo logrado en México 86. Solo hizo dos goles en siete partidos (Caniggia en el 1-0 a Chile y Uruguay). Empató 0-0 con Ecuador y con Bolivia. Y en la fase final el equipo de Carlos Bilardo, con Diego en el plantel, terminó tercero pero siguió sin marcar goles: 0-2 con Brasil, 0-2 Uruguay y 0-0 con Paraguay.

Aquella sequía continuó varios partidos amistosos: 0-0 con Italia, 0-2 con México, 0-1 con Escocia. Diez meses después, 680 minutos más tarde, Jorge Burruchaga volvió a convertir un gol en el amistoso ante Austria 1-1, del 3 de mayo de 1990. Fue la peor racha sin goles de toda la historia.

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