Clarín - Deportivo

Una piba de oro: del aula al Mundial

Dalila Ippolito (17). La enganche de River es la integrante más joven de la Selección en Francia.

- Sabrina Faija sfaija@clarin.com

El despertado­r suena, implacable, a las 7. Dalila Ippolito deja la cama a la que no volverá hasta la noche. Se cambia, se lava los dientes y la cara y camina las diez cuadras que separan su casa del colegio en Lugano 1 y 2. La mañana se reparte entre libros, apuntes y charlas con sus compañeros de cuarto año. Después de un breve regreso para almorzar, se toma el colectivo que al cabo de una hora la dejará en Núñez para entrenarse con la Primera de River. El 28 será también el que la lleve de vuelta a Villa Lugano para cenar, dormir y volver a empezar.

Desde hace unas semanas esa rutina se alteró. Carlos Borrello, el entrenador de la Selección Argentina, la convocó pese a que solo había jugado un partido con la camiseta albicelest­e, aquel del debut, el 30 de agosto de 2017 en Uruguay, el día en que el plantel durmió en el mismo micro que lo llevó hasta Montevideo y tras el cual hicieron un paro para exigirle a la AFA que mejore sus condicione­s de entrenamie­nto.

Por estos días, Dalila ya no se preocupa por el Teorema de Thales o por el contexto económico y social de la Primera Guerra Mundial, temas a los que debía prestarles atención en los ratos libres que le deja el fútbol para repasar o “estudiar cuando se acercan las pruebas". Ahora, analiza el juego de Japón, de Inglaterra y de Escocia, los rivales del grupo D.

"Cuando se enteraron de que iba al Mundial, mis compañeros me felicitaro­n. Yo ya no estaba yendo al colegio por los entrenamie­ntos de la Selección y no sabía si iba a quedar o no. Y cuando me enteré, les conté y me mandaron todas las buenas vibras como cuando me citaron a la Selección por primera vez. En el colegio la mayoría son chicos del barrio, me vieron jugar y están acostumbra­dos a que juegue al fútbol. Por eso, siempre me tiran buena onda", cuenta desde su habitación en el hotel Meliá París La Défense. Con 17 años, Ippolito es la tercera jugadora más joven de Francia 2019. “Para mí representa un orgullo. Y me da mucha felicidad porque me costó mucho llegar a donde estoy hoy en día. Todo esto es gracias a mi familia y a la gente que me rodea, que me impulsaron a ir por más siempre y a nunca bajar los brazos”, explica a horas del debut contra el selecciona­do asiático en París.

“Por momentos se me venía a la cabeza que por mi edad tenía menos chances que las demás. Más que nada por la experienci­a”, revela. “Pero traté de dar lo mejor de mí en cada entrenamie­nto para que el entrenador lo viera. Con el correr de los días sentí que no era tan inferior a las demás. Entonces me volvieron las esperanzas, aunque sentí como un milagro haber quedado”, remarca la habilidosa enganche de 17 años.

Cuenta también que los días allá “son muy intensos" y que aunque está "feliz", sigue "sorprendid­a”. “Estoy acá, en Francia, y no caigo de que estoy por disputar un Mundial. Ya me sorprende entrenar con las jugadoras de la Selección, que a la mayoría no conocía, y ya estar con ellas me hace decir ‘guau, no lo puedo creer,

ya estoy acá’. Pisar los estadios de Primera con semejantes jugadoras es muy loco. Ahora solo me queda disfrutar y aprovechar todo a lo máximo. Hay que jugar y meter como lo hice siempre, no me achico con nadie”, afirma con un leve pero potente cambio de voz que agigantan sus 155 centímetro­s de altura.

Su arranque, lo sabe, no fue sencillo. Pasó de patear en la plaza con su papá a jugar con varones en Jóvenes Deportista­s, un club que ocupa cuatro hectáreas en Villa Lugano y cumple un rol social muy importante para los pibes del barrio. “Cuando tenía 6 le gritaba a mi primo desde mi casa si podía jugar con ellos y él me decía que sí. Y a los 8 fui al club de mi barrio. La verdad es que nunca me incomodó jugar contra varones, pero porque no entendía mucho cuando era chica. Ahora que crecí me doy cuenta de que estaba muy mal que no hubiese fútbol femenino”, remarca.

El paso a River se dio cuando tenía 13 años. No le costó el cambio porque empezó con chicas de su misma edad, con la que se entendían y tenían “cosas en común”, algo que antes no había experiment­ado. Poco después, empezó a practicar con las más grandes y se fue adaptando. Así, llegó el debut en Primera. “Tenía 14 años pero no me costó. No estaba nerviosa pero sí muy ansiosa por jugar mi primer partido con River”, recuerda.

La Selección no tardó en aparecer en su vida. Borrello la convocó cuando tenía 15 años y ella tuvo claro qué hacer: “Como era la primera, lo primero que hice fue avisarle a mi vieja; la llamé por celular y le conté. Se emocionó como yo. Fui muy feliz ese día”. Menos de dos años después, vive su primer Mundial e imagina un futuro en el exterior y estudiando el profesorad­o de Educación Física.

“Me encantaría jugar afuera, es a lo que aspiro y quiero llegar. Quiero vivir del fútbol femenino. Lastimosam­ente, hoy en día en Argentina no se puede así que prefiero irme afuera y seguir creciendo como persona y jugadora”, comparte Dalila desde París.

Pese a eso, los cambios de los últimos meses -entre los que está el anuncio de Claudio Tapia, el presidente de la AFA, de la creación de la liga profesiona­l femenina- la ilusionan: “Creo que el fútbol femenino está creciendo día a día a pasos grandes. La profesiona­lización del fútbol femenino va a ser a largo plazo. No tengo dudas. Porque hoy en día las jugadoras del ambiente están dispuestas a darlo todo para que esto siga creciendo. Y no tengo dudas de que van a luchar por todo como lo estamos haciendo, juntas. Esto va a ser un proceso a largo plazo para que las jugadoras más chicas que van subiendo tengan lo mejor en un futuro”.

 ?? CONSTANZA NISCOVOLOS ?? Cabeza levantada. Dalila Ippolito lleva la pelota en el último entrenamie­nto de Argentina antes de viajar a Francia.
CONSTANZA NISCOVOLOS Cabeza levantada. Dalila Ippolito lleva la pelota en el último entrenamie­nto de Argentina antes de viajar a Francia.

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