El crack que gambeteó al bullying
Kylian Mbappé. La estrella de la generación de futbolistas más joven del Siglo XXI.
Sucedió en 2017. Kylian Mbappé venía de ser campeón con el Mónaco, figura, elegido en los equipos ideales de la Liga de Francia y de la Champions League. Más: fue nominado por la FIFA para el Equipo del Año y al Balón de Oro, ganó el premio Golden Boy (al mejor futbolista joven del Viejo Continente). Ya era jugador de la Selección de Francia. Y Diego Maradona se lo iba a recomendar a finales de ese año al Real Madrid. Tenía 18 años. Pero los suficientes laureles como para ser recibido con honores en París. Era tímido aún.
De todos modos, se sabía y se sabe: no es fácil el vestuario del PSG. Y en aquellos días, a pesar de las victorias a cántaros (el equipo ganó las cuatro competencias locales, la Liga, la Copa de Francia, la Copa de la Liga y el Trofeo de Campeones) algunos jugadores no lo recibieron bien. Los responsables de las cargadas, las risas y los apodos presuntamente peyorativos eran obra del Grupo de los brasileños, encabezados por Neymar y por Dani Alves.
Mbappé siguió volando. Su mamá Fayza Lamari -destacada jugadora de handball; de origen argelino- ya sonreía en aquel 2018 de ensueño. No sólo por el título en el Mundial de Rusia, con cuatro goles de su hijo en la competición (incluido uno en el 4-2 de la final contra Croacia que lo consagró como el jugador más joven en lograr ese mérito; superó así el récord de Pelé de 1958). Ella sabía que en el vestuario del PSG ya iban a tener que cuidarse con las cargadas para su nene. Le decían Donatello, como a uno de los personajes de Las Tortugas Ninja. A él no le gustaba. Sobre todo al principio. Ahora se ríe. El es la estrella. Y cualquier apodo lo escucha desde el trono de los supercracks.
No era bullying de élite. Pero se le parecía. Kylian se enojó varias veces. Ya ganador de la Copa del Mundo con la Francia de su nacimiento, nadie lo molestó diciéndole una frase que lo pretendía menospreciar y que a él -en definitiva un teenager en un equipo de consagrados multimillonarios- lo incomodaba:
-Sólo sabés correr rápido.
Siempre fue un supersónico. Desde los días de nene en las periferias de París, en el club del barrio, el AS Bondy. Allí donde ahora, además de visitante frecuente, es un pertinaz emprendedor solidario. Kylian es parte de la compleja amalgama de la Francia que se exhibe a partir del fútbol y que tan bien retrata el documental Les Bleus.
Aquellos días de recibimiento con bullying quedaron enterrados. Mérito de Mbappe, sobre todo, y de aquellos que lo cargaban y se dieron cuenta bastante pronto de que se trataba de un error. No sólo como profesionales. Sino porque ese pibe les iba a dar goles, asistencias y la posibilidad de seguir ganando títulos y millones. A los 22 años ya suma 12 títulos.
Son otros días los actuales. Ya más cercanos, por ejemplo, Neymar -ahora afuera por lesiónsuele compartir cada festejo con Mbappé. Y los publica gustoso en las redes sociales.
Corresponde decirlo: ahora también es otro Mbappé. Más intenso, ya no se inhibe ante ese vestuario ni ante ningún rival de los que miraba por televisión, ya comienza a mostrarse como un líder precoz por el peso de su juego, pero también por esa personalidad que fue forjando desde las situaciones adversas. Hoy es un intocable en el mismo lugar donde le decían Donatello, ese apodo que ya no le molesta. Sin embargo, ahora casi todos eligen llamarlo con un cariñoso Kiki.
Adoptó otra dimensión. Esa que cuentan sus números. A nivel de clubes (jugó en Mónaco y en PSG) promedia una jugada decisiva (entre goles y asistencias) por encuentro. Un detalle complementario sobre su influencia: desde 2013 la única temporada en la que no resultó campeón el equipo parisino fue en la 16/17. No hay casualidades: el campeón fue Mónaco, en la primera campaña de Mbappé como titular. Jugó 29 partidos, hizo 15 goles y ofreció 11 asistencias (la mayoría de ellas a su socio de ataque, Radamel Falcao). De inmediato, desde la capital francesa, llegó al Principado todo el dinero (180 millones de euros) procedente de la familia real qatarí, los dueños del club y de esta hegemonía jamás vista en el fútbol francés.
También es crack cuando se viste de azul. Con el seleccionado galo suma 39 partidos, 16 goles, 13 asistencias. Hace poco menos de tres años, en Rusia 2018, se consagró campeón. Fue decisivo en aquella cita. De hecho convirtió un gol en el 4-2 de la final ante Croacia y se transformó en el futbolista más joven en marcar un tanto en el encuentro decisivo de un Mundial (superó al Pelé de Suecia 1958). También marcó otros tres tantos en aquel recorrido exitoso, dos de ellos en el vertiginoso 4-3 frente a la Argentina, en los octavos de final. Fue elegido “MVP” en dos de los siete partidos y mejor jugador joven (sub 23) de la competición. El heredero de Messi estaba asomando.
Acontece ahora. Kylian está bravo, no deja
ni que lo rocen. Una demostración inequívoca aconteció en el reciente partido frente a Barcelona, en el 4-1 en el Camp Nou por los octavos de final de la Champions. Hubo tres goles y mil jugadas de Mbappé. Sergiño Dest lo estaba agarrando en una pelota parada porque no lo podía parar de otro modo. El francés se enojó:
-No me toques, le dijo en perfecto español. El momento, en detalle, lo captaron las cámaras de Movistar+. Aparecieron en escena Jordi Alba y Gerard Piqué, dos de los emblemas de este Barcelona a la deriva. Mbappé no se inhibió.
El lateral izquierdo se le acercó y le murmuró:
Te he venido a pedir perdón. Eres un agrandado”.
Fue por más Kylian:
-En la calle, yo te mato, exageró. Entonces apareció Piqué, uno de los capitanes blaugranas: “¿ Pero a quién vas a matar tú? ¿A quién vas a matar?” Lucía enojado el mar
cador central.
Y siguió Alba, también enojado: “Está aprendiendo, está aprendiendo el tío. Estás apren
diendo del peor, bobo”. ¿Se refería a Neymar, ahora compinche del francés?
Para Mbappé ya había terminado el entrevero. Era tiempo de hacer lo que mejor sabe: correr, jugar, asistir, hacer goles. En definitiva, seguir asombrando con su fútbol.
El sábado dio una muestra más de su capacidad, de sus momento y de su potencial. Doblete, con penal incluido, en el 4-0 de visitante al Dijon. Como para que todo el mundo lo tenga presenta y deba hablar de él. Ahora sin bullying, ahora esperando el asalto definitivo al reinado que aun es de Messi.
Era el débil del vestuario del PSG. A fuerza de goles y títulos, sobre todo el del Mundial, venció a todos los prejuicios y hoy brilla en lo más alto de la élite.