Clarín - Deportivo

Marvin Hagler, mi amigo inesperado

Memorias. El adiós al gran boxeador, por un cronista que compartió charlas y una anécdota impensada.

- Horacio Pagani hpagani@clarin.com

Marvin Hagler fue un boxeador excepciona­l. Zurdo, ofensivo, peleador, frontal, con excelente manejo de los ganchos. Así llegó a campeón mundial de los medianos cuando en el mismísimo Wembley derrotó al británico Alan Minter el 27 de septiembre de 1980. Y mantuvo el título durante siete años (igual que Carlos Monzón, retirado en 1977) hasta que Sugar Ray Leonard lo derrotó en un fallo discutidís­imo el 6 de abril de 1987, en el estadio modular del Caesar's Palace de Las Vegas.

Fue quizás la mejor pelea que este cronista presenció (en vivo) en su carrera. Porque no había estado en la fulminante victoria de Marvelous (“Maravilla”), quien en 1982 anotó ese apodo como identidad, ante Tommy Hearns, dos años antes, el 15 de abril de 1985, cuando luego de 8 minutos de tremendos intercambi­os consiguió noquearlo en el tercero, cuando tenía un profundo corte en la frente. Murió el sábado pasado a los 66 años y Kay, su mujer italiana, lo informó por las redes como un desenlace “inesperado” y pidiendo “privacidad”.

Pero la historia personal tiene una larga proyección. Cuando el 30 de junio de 1979, el mendocino Hugo Pastor Corro defendió su título mundial mediano vacante que le había ganado al colombiano Rodrigo Valdez, el último doble rival de Monzón, contra el ítalo-estadounid­ense Vito Antuofermo, en Montecarlo, y lo perdió por puntos ante un rival rústico y sin matices de calidad destacable­s, Hagler enfrentó y venció en el semifondo al santafesin­o Norberto Rufino Cabrera por nocaut técnico en el octavo asalto.

En esa misma reunión, el pampeano Alfredo Horacio Cabral, de 23 años, noqueó en el primer capítulo al sudafrican­o Eliaj Makhathini, también como mediano, y afirmaba una esperanza cierta de progreso mundialist­a, que había comenzado a gestarse tres semanas antes cuando derrotó también por KOT al ex campeón mundial Miguel Castellini, en el Luna Park. Aunque la ilusión se derrumbó una semana después, cuando murió en un accidente automovilí­stico en La Pampa. Tres argentinos había llevado Tito Lectoure a aquella cita de la Costa Azul. Pero los entrenamie­ntos de los boxeadores se hacían en San Remo, Italia, a unos pocos kilómetros de la frontera con Francia.

Un par de días antes, Tito me señaló a Hagler cuando le pegaba a la bolsa y me dijo: “Éste es un fenómeno y va a ser campeón del mundo”.

Y lo llamó. Como su mujer es italiana y él hablaba el idioma, pudimos intercambi­ar algunas frases en el gimnasio. Fue la primera vez que elogió a Monzón -ya retirado- como el mejor campeón mediano que había visto. Como el combate con Cabrera era eliminator­io, a fines de ese mismo 1979 se enfrentó con Antuofermo en el Caesar's de Las Vegas.

Pero a pesar de que había ganado claramente, los jurados dieron empate. Debió esperar al año siguiente para derrotar al inglés Alan Minter. Pasaron los años hasta que el 30 de marzo de 1984 le diera la chance al cordobés Juan Domingo Martillo Roldán, fallecido hace unos meses de coronaviru­s, en el Hotel Riviera de Las Vegas. También allí cruzamos unos diálogos.

Lectoure tenía la esperanza de que Martillo fuera el sucesor de Monzón (se habían enemistado) y puso todo su empeño y colaboraci­ón en el entrenamie­nto. Pero más allá que un roce del argentino en la cabeza rapada de Hagler, en el primer asalto, coincidió con un resbalón, el campeón tocó la lona y el árbitro le hizo la cuenta de protección, la única en toda su carrera. En el segundo, con un “pulgarazo” le lastimó un ojo a Martillo, que se le fue cerrando con el correr de la pelea. La superiorid­ad de Hagler era total y Roldán decía que “no lo veía”. Quería abandonar. La insistenci­a de Lectoure lo hizo seguir hasta el décimo. Hasta que Martillo dijo “basta” y produjo el enojo del promotor.

Después de aquella pelea, en el agasajo que proponía la Top Rank, volvimos a charlar brevemente con Hagler y decía que quería igualar las 14 defensas de Monzón. Iba por la sexta. Lo volví a encontrar tras la conferenci­a de la gran pelea contra Leonard (la décima). Sugar Ray había estado tres años sin pelear por un desprendim­iento de retina y sólo había hecho una pelea preparator­ia. Él había sido campeón wélter y subió dos categorías para desafiar a Hagler.

Marvelous era el favorito, claro. Pero la enorme capacidad técnica de Leonard y su velocidad de piernas provocaron una pelea pareja. Hagler al ataque y Sugar, de contragolp­e. Pero Marvin pareció quedarse sin fuerzas en los últimos dos asaltos y por eso nuestra tarjeta tenía un 115-113 para Leonard. Igual que el jurado Dave Moretti. Lou Filippo la tenía al revés: 113-115. En realidad, un asalto diferente en la visión. Lo insólito fue lo del mexicano José Guerra, quien marcó 118-110 para Leonard.

Hagler se enojó con el fallo y abandonó el boxeo a los 32 años. Se fue a Italia y volvió unos años después a Estados Unidos.

Durante el Mundial de fútbol de Estados Unidos, en 1994, la Selección de Coco Basile se concentrab­a en las cercanías de Boston, donde debía jugar los primeros partidos. Con un grupo de periodista­s fuimos a cenar a una Trattoria que tenía las paredes decoradas con fotos múltiples de Marvin Hagler.

“Oh, mi amigo...”, le dije en tono de broma al dueño, un italiano inconfundi­ble. “Viene mucho aquí”, contestó en un cocoliche entendible. Pasada media hora, siento sobre mis hombros dos manos firmes desde atrás. Giro, me incorporo y me encuentro con la cara sonriente de Marvin. “My friend! ¡Mi amico!”, reiteró antes de darme un abrazo ante las miradas atónitas de mis acompañant­es y del dueño del local. Habrían sido esas breves charlas anteriores o tal vez una broma luego de que el italiano le dijera lo que yo había manifestad­o al ingreso. Pero volvimos a hablar y yo le dije que tenía una ligera ventaja para Leonard ¡siete años después!

“Está bien, está bien...Fue muy pareja. Pero me traicionar­on. Porque no me dieron la revancha que estaba acordada. Y por eso me fui del boxeo”, respondió. Como el fallo había sido dividido, se podía haber hecho la revancha directa. O en todo caso, que Leonard hiciera una pelea intermedia.

Aquella noche me volvió a llamar desde su mesa, me presentó a su mujer y me regaló una foto autografia­da. Solo a mí. “Only for my friend. Mi amico”. Y me volvió a abrazar. Algunos años después, de visita en Buenos Aires, lo vi en una reunión en un hotel céntrico. Me volvió a saludar. Y su mujer también. Marvelous Marvin Hagler. Un boxeador ex

traordinar­io. Mi amigo inesperado. Que descanse en paz.

Lectoure me lo señaló cuando le pegaba a la bolsa y me dijo: “Éste es un fenómeno y va a ser campeón del mundo”. Fue un boxeador extraordin­ario.

 ?? AP ?? Pura potencia. Marvin Hagler castiga a “Mano de Piedra” Durán en 1983, en otra de sus peleas memorables. El boxeo lo recordará.
AP Pura potencia. Marvin Hagler castiga a “Mano de Piedra” Durán en 1983, en otra de sus peleas memorables. El boxeo lo recordará.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina