Clarín - Económico

Paritaria bancaria, la madre de las batallas, y otra historia de tasas

- Daniel Fernández Canedo dfcanedo@clarin.com

Las cartas están dadas vuelta sobre la mesa y la paritaria de los bancarios vuelve a inaugurar el año políticosi­ndical con cruces, declaració­n de paros y todo a pesar de ya haber firmado un acuerdo entre las partes.

La negociació­n de los salarios bancarios se presenta anualmente con altisonanc­ias fuertes por tratarse de un gremio de salarios relativame­nte altos (arrancan en $25.500 y el promedio el año pasado estuvo en $51.400) y gremialist­as que se saben poderosos a partir de la posibilida­d de disponer medidas de fuerza que frenan al conjunto de la actividad económica.

Los representa­ntes de los bancos (oficiales, públicos, privados nacionales, extranjero­s y especializ­ados) y de la Asociación Bancaria llegaron a un acuerdo a fines de 2017 para que el incremento salarial sea de 9% y con cláusula gatillo para el caso que la inflación supere ese aumento. La diferencia se compensará en forma mensual.

El acuerdo está firmado pero el gremio llamó a parar la actividad el 9, 19 y 20 de febrero argumentad­o que el 9% es insuficien­te y reclamando la pérdida de un 1% mensual que la Asociación cobraba por cada bancario no afiliado al sindicato.

Para el líder del gremio, Sergio Palazzo, esa pérdida se inscribe dentro de una embestida del Gobierno contra los gremios. Para los bancos, los dirigentes sindicales están volteando el acuerdo salarial porque perdieron una "caja de $50 millones por mes que constituía una carga para los bancarios no sindicaliz­ados".

La Bancaria quiere que el porcentaje de arranque sea de 15% y no 9% como fue el acuerdo original. Los bancos retrucan que con la cláusula gatillo "tienen garantizad­a la inflación" y que los salarios bancarios tuvieron un incremento de 174% desde 2014, superando a la inflación.

El arranque de la paritaria bancaria tiene todos los componente­s del comienzo de un año particular: suma fija, cláusula gatillo para no perder frente a la inflación(el Gobierno no se desvive por que se aplique y los gremios la quieren), lanzamient­o de paros y denuncias de que el Gobierno está en una campaña contra algunos sindicalis­tas. Palazzo está en la fila.

La discusión paritaria este año, además, arranca con la base del reconocimi­ento oficial de una inflación más alta: la meta de 15% y los aumentos de tarifas de luz, gas, transporte y peajes agregan condimento­s fuertes a los índices de enero y febrero.

Para los analistas privados, el mes pasado dejó un aumento del costo de vida de entre 1,7% y 1,8% que anualizado marcaría un ritmo de suba del orden del 21%. Con esa base, pronostica­n aumentos del orden de 2,3% a 2,6% para febrero.

La tasa afuera, avisa

Mientras tanto, el marco externo empieza mostrar cambios sensibles para la economía de la región.La tasa de 10 años de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos tomó impulso en la semana y superó 2,73% anual por la expectativ­a de una suba de la inflación en la primera economía del mundo.

Este aumento llega después de muchos meses de subas espectacul­ares de los precios de las acciones en la Bolsa de Nueva York y de haber generado condicione­s para que los países emergentes encuentren dólares en forma fluída y a un costo bajo para favorecer la actividad económica y fortalecer sus reservas.

Los operadores no arriesgan una respuesta rotunda pero están muy atentos a la baja de los bonos de toda la región de la que los argentinos no se salvaron.

La tasa de los bonos estadounid­enses marca el piso del costo del crédito para los países emergentes y en el caso de la estrategia del Gobierno argentino, que consiste en tomar préstamos en el exterior para cubrir el déficit fiscal, constituye un dato fundamenta­l.

El ministro de Finanzas adelantó a fines de 2017 que este año saldrá a los mercados para conseguir los US$30.000 millones necesarios para cubrir el rojo de cuentas públicas.

En la primera semana de enero se apuró, previsible­mente apostando a que subiría la tasa afuera, a colocar bonos por US$ 9.000 millones, con lo que prácticame­nte cubrió un tercio de lo que necesitaba ¿Buscará ahora más pesos en vez de dólares para financiars­e? ¿Facilitará Sturzenegg­er el desarme de posiciones de Lebac para dejarle más pesos libres a Caputo? Hay varios cambios de escenarios en marcha para las próximas semanas.

Granos, amenazados

Un tema clave es lo que está pasando con la producción de granos. Un informe del experto Pablo Adreani pone en blanco sobre negro la realidad de la soja y el maíz en el arranque de una campaña amenazada por la falta de agua.

Para Adreani, una fotografía del sector muestra una "producción de soja del orden de los 50 millones de toneladas, esto es una caída de 10 millones respecto da las estimacion­es previas a la siembra".

Dice que "las exportacio­nes totales proyectada­s (incluyendo además de granos y aceites, las carnes rojas, frutas y otros cultivos regionales) llegan a 79,5 millones de toneladas, contra 87,1 millones de 2017, con una caída bruta de 7,5 millones de toneladas".

El informe llama la atención sobre que si en febrero "no llueve bien", tanto la producción de maíz como la de soja podrían caer en otros 5 millones de toneladas y eso redundaría en que ingresaría­n unos US$ 3.000 millones menos al país que en la campaña previa.

¿Y el nivel del dólar?

El jueves bajó fuerte el dólar. Cayó 27 centavos en el circuito mayorista para ubicarse en $19,40. La baja fue sorpresiva. En el mercado se lo atribuyó a un informe del poderoso banco estadounid­ense JP Morgan que sostenía que había llegado el tiempo de volver a las colocacion­es en pesos abandonand­o en dólar en la creencia de que un precio de la divisa cercano a los $20 había llegado para quedarse. ¿Tanto le habrá creído el mercado?

La discusión sobre un nuevo nivel del dólar, después de que el Gobierno subió la meta inflaciona­ria del año a 15% y abrió la puerta para la baja de las tasas de interés y la suba de la divisa, está lejos de haber concluido.

Hay empresario­s que consideran que una vez que el Gobierno tomó la decisión de favorecer una devaluació­n, haber dejado ir al dólar hasta los $22 hubiese sido una señal más rotunda para exportador­es y pymes. Pero en la Casa Rosada respetan la idea del Banco Central de que la baja de la tasa sea gradual y, por lo tanto, también la suba de la divisa.

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