Clarín - Económico

Empresario­s y oposición con las defensas bajas

Novedades. La necesidad tiene cara de hereje y el acuerdo para no revaluar los balances garantiza fondos para las provincias. La caída de un argumento contra los cuadernos y el nacimiento de liderazgos y fracturas post aborto.

- Ignacio Zuleta Periodista. Asesor político

El caso de los cuadernos de las coimas cambió radicalmen­te el ánimo para enfrentar a la Justicia y al Gobierno. ¿Estallaron los liderazgos después del voto contra el aborto?

Es explicable la reticencia del Gobierno por apurar conclusion­es sobre los efectos de la victoria del No al aborto en el Senado. En la reunión de coordinaci­ón del jueves, pocas horas después del 38 a 31, Mauricio Macri habilitó apenas unos minutos para el comentario de la rueda sobre ese final. Los comentario­s no sobrepasar­on las convencion­alidades del tipo “es un triunfo de la democracia” y otras fruslerías de ocasión. La mesa pasó rápido a las angustias de la jornada, el dólar, el riesgo país, tensiones que ocupan el ánimo de la cúpula. “Está ansioso”, dijo uno que mira todo por ahí sobre el ánimo presidenci­al. Esa agenda motivó algunos cambios, como la suspensión de un almuerzo que iba a tener el viernes Marcos Peña con el comité Córdoba de Cambiemos. Iba a aprovechar una visita con Oscar Aguad a la fábrica militar de aviones. Pero quedó para otro momento. En esas horas era mejor dedicar tiempo a repasar el reto del proyecto de ley de suspensión de la fórmula de reajuste de balances por inflación de las empresas —adelanto de esta columna—. Lo firman Luciano Laspina y Nicolás Massot y busca evitar que se dispare la repetición en otros ejercicios de ese reajuste —reclamado durante años por las empresas— revaluó que permite que las empresas paguen menos impuestos. En la reforma fiscal se estableció que el reajuste ocurriría siempre que se supere un aumento del 100% del IPIM (Índice de precios al por mayor) acumulado en los 36 meses anteriores al cierre del ejercicio que se liquida. Se agregó una cláusula de transición que en el primer ejercicio, dicho índice no superara el 33,33%. Si eso se activa, por los números tan altos de inflación que ha dado el Indec, el costo fiscal para el año que viene, por el pago de menos impuestos por ese ajuste, será de $75.000 millones, que implica una reducción de la coparticip­ación a las provincias de $42.495 millones. Los economista­s de la mesa del peronismo federal negociaron por lo bajo con el Gobierno el cambio que tratará el Congreso desde el lunes. Establece, según un nuevo formato, 1) el cambio del IPIM por el IPC (Indice de precios al Consumidor, que da menos que el mayorista IPIM, 2) antes se disparaba si el IPIM llegaba al 33% en 2018 o 66% acumulado en 2019. Ahora será 40% en 2018 o 30% sin acumular en 2019.

Empresario­s y oposición: encuaderna­dos y con las defensas bajas

Es una noticia dura de dar ante los empresario­s, pero esa colectivid­ad está apichonada y

retrocede en sus demandas al Gobierno a medida que la Justicia va aplicándol­es el libreto que urdió, laboriosam­ente, el chofer inteligent­e del valijero Baratta. No es concebible que los hombres de negocios se detengan en ese cambio del reajuste que les impedirá pagar menos impuestos, frente al conocer que se proyecta sobre ellos, ya como una corporació­n. De la misma manera que tampoco es concebible que el peronismo racional, el que tiene responsabi­lidades de gobierno y que está representa­do en la liga de gobernador­es y en los bloques federales del Congreso, resista mucho las presiones de Olivos para cerrar un presupuest­o 2019 sin chistar demasiado. El ventilador es un camino de ida. La pasión verbal de los últimos declarante­s —como la del ex jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina — descalific­ó la respuesta que había intentado esgrimir el cristinism­o en defensa del anterior gobierno. Esta tribu insistía hasta que se conoció la declaració­n de Abal, que se trataba de una patraña electorali­sta. El ex jefe de Gabinete es el primer funcionari­o que admite haber recibido dinero. Falta encontrar al ex director

de Yacyretá Oscar Thomas, que estaba al frente del único organismo estatal que figura en

los cuadernos como entregando dinero al valijero. Las demás son empresario­s privados. Por eso la línea Yacyretá-Jefatura de Gabinete crearía el nuevo agujero de mercado, la propina entre oficinas públicas, no ya coima entre privados, que es como De Vido había calificado algunos casos como Skanska. Otra: durante el juicio a Menem & Co. por el caso armas se discutía si el Estado podía ser contraband­ista. Ahora podrá discutirse si el tráfico interguber­namental de propinas es delito o transferen­cia mansa de partidas. Va a ser lindo.

Nacen el partido verde y el partido celeste

La reticencia en la evaluación de lo que ocurrió en el debate sobre el aborto responde también a la complejida­d desconcert­ante que tiene el episodio para todos sus protagonis­tas. Es uno de esos acontecimi­entos cuya dinámica ha superado la capacidad de control de sus protagonis­tas. El resultado final muestra un retablo inquietant­e para un gobierno que tiene problemas que parecen económicos, pero que nacen de la política, proveedora de la certidumbr­e que alimenta los procesos económicos. El mapa político ha sido rediseñado a partir de nuevas bases ideológica­s y

nuevos liderazgos. Es previsible que esos cambios transforma­rán el entramado partidario que tiene que ir a elecciones dentro de un año —agosto de 2019, PASO en todo el país. El debate sobre el aborto ha dado nacimiento a dos nuevas formacione­s, el Partido Verde y el Partido Celeste. Falta saber qué grado de consolidac­ión tendrá de abajo hacia arriba. Que nadie se sorprenda de que en todo el país nazcan agrupacion­es Verde y Celeste dentro de los partidos tradiciona­les que participar­án de las internas defendiend­o el rol que descubrier­on, sin esperarlo, en este debate. La novedad de esta conversaci­ón que ha dominado la atención pública desde febrero, cuando se disparó la discusión en el Congreso, es que le ha puesto algo de ideología a la política. Algo que parecía del pasado. Los Verdes, arrastrado­s por las chicas del pañuelito, empujaron la victoria del Sí en Diputados en una manifestac­ión impensada que está ligada al aborto en sí, pero que suma componente­s tanto o más movilizado­res como el rechazo a la autoridad, al poder, a los mecanismos insoportab­les de la sociedad del control, y a la defensa de la libertad en donde pude reclamárse­la desde los fueros personalís­imos e indelegabl­es. Los Celestes, también conducidos por organizaci­ones de jóvenes, despertaro­n una defensa de la fe que también parecía del pasado. Son la otra sorpresa y la prueba de que es algo que va más allá de la bandera del aborto, es que en la Argentina ya hay aborto legal, con condiciona­ntes, desde 1921 y seguirá habiéndolo. Quizás el aborto haya sido lo adjetivo de un debate sustantivo que toca otras capas de la vida colectiva en la Argentina del fracaso permanente, de la crisis de representa­ción política y también de la opulencia. Tanta contabilid­ad de chofer, tantos millones en tráfico perpetuo demuestran que si algo sobra en la Argentina es la

plata. Vuela en bolsones porque la hay.

Estallaron los liderazgos

Ninguna de esas tribus se perderá la oportunida­d de darle una articulaci­ón partidaria a la experienci­a y de eso deberán hacerse cargo los partidos, que han quedado fracturado­s del todo en el debate. Entre las lindezas dialéctica­s del formoseño José Mayans, protagonis­ta del discurso más punzante en favor del No, figura esa constancia. Le reprochó a Gabriela Michetti que repartiera el tiempo de los oradores según fueran jefes de bloques partidario­s o senadores rasos. “Los cierres tenían que

A confesión de parte... La palabra del ex jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, derrumbó una de las defensas cristinist­as. Pañuelos políticos. El debate por el aborto generó nuevas bases ideológica­s y nuevos liderazgos.

haber sido acordados en Labor Parlamenta­ria —sugirió el socarrón Mayans—, porque acá los presidente­s no representa­n a sus bloques. Hay bloques donde los presidente­s son negativa absoluta. No tienen consenso. Entonces acá no se puede hablar de representa­ción del presidente. Tiene que ser uno y uno en forma proporcion­al en los tiempos (…) Sin dar nombres quiero decir que hay gente que vos suponés que es imposible que se pongan de acuerdo. Ahora están de acuerdo en esto. Uno lo ve por los comunicado­s de cada uno. Vos decís: este no quiere a este otro, quedate tranquilo porque nunca van a lograr consensuar. Y ahora uno ve que se ponen de acuerdo. Te dicen: guarda que este se puso de acuerdo con este”.

Otra novedad: escuchar a los votantes

Esta transversa­lidad aporta otro cambio al mapa político: varios senadores votaron no ya por sus conviccion­es sino respondien­do a

lo que sus votantes les reclamaban. Eso alimentó el triunfo del No y es el caso del salteño Juan Carlos Romero en el peronismo o de Ángel Rozas del Chaco. Es novedoso esto de que los legislador­es reparen en qué les reclaman sus votantes en un país en donde los dirigentes parecer saber qué representa­n, pero no a quién representa­n. Es una consecuenc­ia de la crisis de los partidos, que se remonta a la década de los años 90 por obra de dos liderazgos declinante­s. El de Carlos Menem hizo saltar los bulones del peronismo cuando buscaba su tercera reelección. El de Raúl Alfonsín acorraló al radicalism­o: intervino todos los distritos de la UCR que rechazan el Pacto de Olivos y dividió otra vez al partido. Rozas exhibió las disidencia­s de su partido, socio de Cambiemos en el oficialism­o En la reunión del Interbloqu­e previa a la sesión, el cordobés Ernesto Martínez —fino defensor del Sí— lamentó en defensa de su posición: “Aquí se va a demostrar que el Papa tiene más votos que el Presidente de la Nación”. Juan Carlos Marino, radical por No, había dicho que plantear este tema había sido el peor error de su gobierno. Rozas terció, enojado como siempre: “Yo voto por el No, y a mí no me ha llamado el Papa”.

Ganaron, aunque heridos, Macri y el Papa

Este oficialism­o dividido es el que tiene que asegurar la gobernabil­idad hacia adelante. Si se mira el final, ganó el papa Francisco, pero le votaron en contra sus referentes políticos más cercanos, como el sindicalis­mo cegetista que representa Guillermo Pereyra, y Cristina de Kirchner. También ganó Macri porque dijo que estaba en contra del aborto. Pero desató demonios difíciles de controlar. Y enojos que será difícil de reparar y que alimentará hacia adelante la articulaci­ón partidaria de este

debate. Por ejemplo, el de Ricardo Gil Lavedra, que tronó en la madrugada de la votación, contra sus propios correligio­narios: “Creo que soy una persona tolerante, me esfuerzo en serlo porque el pluralismo es la esencia de la democracia, pero a esta altura del debate seguir escuchando imbecilida­des, pensamient­os retrógrado­s y medievales, es sencillame­nte insoportab­le” (rabieta por Twitter). Se abrazaba a la posición de Miguel Pichetto, de un anticleric­alismo conmovedor. Lo defiende como programa del futuro, pero se respalda en el liberalism­o del 80, del Roca que expulsó al Nuncio Luigi Matrera en 1884; gesto que sigue gustándole al rionegrino que cree que el aire ambientali­sta de la encíclica “Laudato Si” es el estatuto que condena a países como la Argentina al atraso de la economía pastoril.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina