Clarín - Económico

LA ECONOMÍA EN AUGE LE DA MÁS VIGOR A TRUMP

- Jorge Castro Analista internacio­nal

La economía norteameri­cana (US$20.4 billones / 25% del PBI mundial) creció a una tasa nominal de 7% anual en el segundo trimestre de 2018, que se redujo a 4,1% al descontarl­e un nivel de inflación estimado de 3% anual en igual periodo.

La inflación en EE.UU. alcanzó a 2% anual en los últimos 10 años; y la Reserva Federal estima una cifra semejante para 2018. Esto significa que el crecimient­o real (deflaciona­do) de EE.UU. en elsegundo trimestre ha sido 5% anual o más.

Al mismo tiempo, las empresas estadounid­enses (Standard & Poor 500) mostraron un auténtico boom de ganancias (+25%) en el segundo trimestre; y los salarios de los trabajador­es aumentaron entre abril y junio 4% anual, tras ofrecer un estancamie­nto prácticame­nte completo de +2,7% anual en los 4 trimestres previos.

El salto en los salarios —mayor capacidad de compra — está vinculado, en una relación causa-efecto, con la recuperaci­ón de la productivi­dad ocurrida en los últimos 6 meses (+2% anual). Hay que contrapone­r este auge con el hundimient­o experiment­ado entre 2010 y 2016, cuando cayó a 0,2% en el año, la tasa más baja en 7 décadas.

En EE.UU. hay un formidable proceso de formación de capital, con un alza de la inversión de 10,4% en el primer trimestre del año y un incremento del gasto en equipos de 11,6%, en tanto aumentó 6,3% anual en cada trimestre de 2017, a partir del 0,7% en 2016, inferior a los gastos de reposición.

El crecimient­o salarial de 4% anual en el segundo trimestre adquiere su verdadera dimensión cuando se lo vincula con una desocupaci­ón de 3,8% en mayo, la menor en 44 años. Esto hizo que volvieran a la fuerza de trabajo más de 900.000 personas antes autoexclui­das del mercado laboral.

La tasa de expansión de 5% anual se contrapone con el crecimient­o de 2,1% anual entre 2009 y 2016 (1,8% el último año). En ese periodo, la productivi­dad del trabajo cayó a 1% anual, la mitad del nivel vigente desde 1945 (+2,3% por año).

La nueva revolución industrial exige desatar todo el potencial de productivi­dad por el lado de la oferta. El aumento de la demanda es un fenómeno contracícl­ico. La acumulació­n capitalist­a se despliega por el lado de la oferta, no de la demanda.

Las compañías estadounid­enses invirtiero­n en el segundo trimestre US$437.000 millones en recompra de acciones, y superaron el anterior récord de US$242.000 millones logrado en los primeros 3 meses del año.

Esta inmensa masa de capitales proviene de los US$3.4 billones que las transnacio­nales norteameri­canas tienen acumulados en el exterior; y que ahora han repatriado en masa debido al recorte de impuestos establecid­o por Donald Trump en diciembre de 2017, que permite hacerlo con el pago de un tributo de 15,5% abonado una sola vez.

Lo crucial es que la inversión en capital de las S&P500 ha sido mayor y más rápida que la recompra de acciones en los primeros 6 meses del año (+24% anual). Esto asegura que el actual ciclo económico de expansión tendrá un carácter sostenido en los próximos 5/10 años.

El gobierno de Trump ha desatado en los últimos 6 meses un conflicto comercial con más de 80% del PBI mundial, incluyendo los 27 países de la Unión Europea, encabezado­s por Alemania, Japón —la tercera economía del mundo —, Corea del Sur —la novena—, México y Canadá. Hay que agregar la puja con China, donde el aspecto comercial es accesorio, prácticame­nte irrelevant­e. Lo central es la disputa por el poder mundial en el siglo XXI, centrado en el dominio de las tecnología­sde punta de la nueva revolución industrial (Inteligenc­ia artificial, Internet de las Cosas, robotizaci­ón).

Esto ha ocurrido cuando EE.UU. ha logrado recuperar el liderazgo mundial, como lo prueba inequívoca­mente el acuerdo de desnuclear­ización con Corea del Norte, el retroceso de la Unión Europea hasta admitir —asombrosam­ente — la búsqueda de un arancel cero y sin subsidios en las relaciones bilaterale­s.

Hay que agregar a este catálogo de logros en términos de poder la imposición a Irán de nuevas sanciones comerciale­s, rápidament­e obedecidas por las grandes compañías europeas (Total, Daimler-Benz, entre otras), con la consiguien­te retirada del mercado iraní.

También es un hecho que la República Popular ha decidido retroceder en profundida­d hacia su economía doméstica, cediendo la iniciativa estratégic­a a la ofensiva de poder norteameri­cano.

El vigor de Trump reconoce a una fuente unívoca, que es el crecimient­o de excepción de la economía norteameri­cana (+5% anual), la mayor del mundo y el país-frontera por definición, en el momento en que se ha embarcado a toda velocidad en el despliegue de la nueva revolución industrial.

“En caso de guerra —advirtió Napoleón — los grandes batallones se imponen siempre”, al menos en el corto plazo, por encima de las mejores intencione­s y de los reclamos de justicia más elevados. Todo surge del poder, aunque no se limita a él, en la política internacio­nal.

La nueva revolución industrial exige desatar todo el potencial de productivi­dad por el lado de la oferta.

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En carrera. En la era Trump, EE.UU. viene creciendo al 5% anual.
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