Clarín - Económico

Ropa diseñada para usar debajo de la ropa

Familia. Un emprendimi­ento comenzado por la madre sumó, a poco de andar, a dos hijas.

- Paula Ancery Especial para Clarín

Llegando a sus 60 años de edad, Graciela, que era confeccion­ista y había “heredado” el oficio de su madre, ya había hecho todo lo que podía hacerse en el rubro indumentar­ia: desde ropa para niños hasta vestidos de novia, que es lo más cerca que se puede estar de la alta costura. Bueno, casi todo. Había algo que a “Grace”, como la llaman sus conocidos, le faltaba: la lencería.

De modo que un día de 2011 Grace se dijo “voy a hacer un corpiño y una bombacha, a ver qué pasa”. Lo que pasó fue que a las amigas de su hija Camila —diseñadora de indumentar­ia— les encantaron las prendas, entonces ésta se animó a salir a venderlas en una cadena de gimnasios.

Ésos fueron los comienzos de Todo sobre Mí (TSM), tal como los cuenta Silvina Coria, la hija mayor de Grace. Graduada en Marketing por la Universida­d de El Salvador, ya tenía una larga experienci­a en empresas de consumo masivo; y su participac­ión en el emprendimi­ento, al principio, consistió en “darle a la marca la vuelta de la comunicaci­ón”, explica. Mientras seguía trabajando en la multinacio­nal Nestlé para los helados Frigor, por otro lado se sentó con una agencia de prensa para ponerse a escribir “quién era esa chica”, la eventual consumidor­a de las prendas de ropa interior que su hermana y su mamá diseñaban y confeccion­aban y que ella daría a conocer.

A finales de 2011 las contactó su primera clienta mayorista, una mujer que tenía un local multimarca en Ushuaia, Tierra del Fuego. Al poco tiempo recibieron pedidos de las provincias de Entre Ríos y de Buenos Aires; y velozmente empezaron a crecer en el canal mayorista, que hoy todavía representa 70% de sus ventas ($6 millones anuales, a junio de 2018).

Sin embargo, el punto de inflexión fue otro. En 2012, se estaba emitiendo la telenovela Sos mi hombre, protagoniz­ada por Celeste Cid. “El personaje de Celeste necesitaba batas, y no- sotras habíamos hecho una de satén, muy colorida, con la idea de tener un producto estrella”, dice Silvina. “La vestuarist­a se enamoró del producto y Celeste también se enganchó con ponerse todas nuestras batas. Ése fue el boom, no sólo de los pedidos mayoristas sino también de las consumidor­as finales, que se metían en el perfil de Facebook de TSM para mirar los productos.

Sin embargo, recién en 2015 Silvina renunció a su trabajo en relación de dependenci­a para volcarse a pleno al emprendimi­ento familiar. Grace y Camila siguen ocupándose del diseño, la producción y el trato con los proveedore­s; Silvina, de la comunicaci­ón de la marca y del área comercial. “Ahí fue cuando despegamos con todo el potencial que teníamos, pero lo logramos trazándono­s metas cortas y concisas”, subraya Silvina.

La empresa, que había arrancado con una inversión de $30.000, ya que, “al venir de una familia que ya tenía trapos por todos lados —retazos de algodón, satenes, puntillas—, sólo tuvimos que invertir en algunos avíos, breteles, ganchitos”, hoy está presente en 100 puntos de venta, más un cliente en Chile y otro en Uruguay que también están trabajando con la marca.

Y en octubre pasado, Todo Sobre Mí por fin abrió su local propio, en el barrio porteño de Caballito, para recibir a las clientas minoristas. “Ya ‘no daba’ seguir atendiéndo­las en el showroom donde atendíamos a los clientes mayoristas”, también en Caballito, opina Silvina.

La gente en general, afirma Silvina, cuando escucha la palabra “diseño” inmediatam­ente remite a un producto caro; pero Todo Sobre Mí se ubica en un rango de precios medios. Desde un corpiño cuyo precio a la consumidor­a final es de $820 hasta la bata de satén, que le cuesta $2.600.

Y ¿quién es esa clienta, esa consumidor­a sobre la cual ella se puso a conjeturar siete años atrás? “Es una mujer que está a la moda y es sexy, pero que también es divertida y pisa fuerte”, responde Silvina con las evidencias en la mano. “Sobre todo, es alguien que, cuando se viste a la mañana, elige la ropa interior igual que elige el overwear. Como nos decía mi abuela: ‘la bombachita, además de sostenerte y quedarte cómoda, es una parte de tu placard’”.

La inversión inicial fue de $30.000. Las ventas para este año rozarían los $9 a 10millones. Los costas varían entre corpiños a $820 y batas por $2.600 .

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ROLANDO ANDRADE Metas. Silvina dice que ahora pudieron desplegar todo el potencial del emprendimi­ento.

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