Las operaciones inmobiliarias, paralizadas
Frente a un mercado inmobiliario casi totalmente dolarizado, cualquier movimiento brusco —como la apreciación que tuvo esta semana la divisa norteamericana de casi un 20% en dos días— suele frenar las operaciones. El que va a comprar desiste porque espera invertir mejor sus dólares y quien vende espera lo contrario, sacar más dólares por su inmueble o perder lo menos posible. Conclusión: desde fines de abril, cuando comenzaron las oscilaciones del dólar, las transacciones prácticamente se paralizaron, según asegura Armando Pepe, presidente del Colegio Único de Corredores Inmobiliarios de la Capital Federal (CUCICBA). Y esta semana, con la escalada hacia los $40, la actividad terminó de congelarse.
Según las estadísticas de CUCICBA, entre distintos factores que afectan al mercado, unos 300 corredores inmobiliarios en el ámbito porteño, debieron dar de baja su matrícula.
Juan Bennazar, presidente de la Cámara Inmobiliaria (CAI), dice que hasta ahora había dos tipos de compradores. Por un lado están los que tienen el dinero disponible, o efectivo, que representan una mínima porción y cada tanto, alguno se anima a cerrar una operación. Pero en el restante 80% del mercado, que depende del crédito hipotecario, es donde la suba del dólar tuvo el mayor impacto. “Hoy prácticamente deben ser nulas las operaciones que continúan”, dijo.
“Ya veníamos con un efecto parálisis desde hace bastante, y ahora, en los ultimos dos días (por el miércoles y jueves pasado), el gran descalce de la divisa terminó de paralizar las ventas”. Y pone un ejemplo: hasta diciembre del año pasado una familia debía calificar, para un préstamo, con ingresos de entre $18.000 a $25.000 para pagar una cuota de unos $8.000 mensuales. Hoy, tras el movimiento del dólar, “esa familia necesita prácticamente entre $75.000 y $90.000 para calificar y la cuota asciende a un monto de entre $22.000 y $25.000 ¿Cómo hace?”.
Un reciente informe de Reporte Inmobiliario, presentado la semana pasada en la última Expo Real Estate (antes de la última estampida del dólar), concluyó que “un segundo semestre con muy poca actividad es prácticamente irreversible. Las cotizaciones no aflojan y el mercado ajusta por cantidad. Los que quieren comprar no pueden y los que pueden no quieren”.