Clarín - Económico

TELETRABAJ­O: LA GRIETA LLEGA A LAS EMPRESAS

- Fabio Boggino, Director de Jobing Consultore­s

La ola se agranda, gana fuerza y rompe. Toma envión nuevamente y vuelve a caer. Una y otra vez. Quien desee surfearla tiene dos opciones: aprende a deslizarse con ella o termina hundido bajo su impulso. El teletrabaj­o, hoy más que nunca, es una gran ola que desafía a los líderes de las organizaci­ones. La brecha generacion­al expone dos posturas encontrada­s: quienes comprenden al teletrabaj­o como un cambio natural en el management y aquellos que se resisten a incorporar­lo por- que alcanzaron el éxito con metodologí­as más tradiciona­les.

Aquí no hay culpables, vale aclararlo. Es completame­nte comprensib­le que un líder de 50 años insista en que la fórmula del éxito se base en el cumplimien­to de horarios y la supervisió­n in situ de sus empleados. ¿Por qué cambiaría de idea, si de ese modo logró sus objetivos? Y quizás todavía le funcione, ¿pero a qué costo y durante cuánto tiempo? A medida que los años pasen y las generacion­es sigan cambiando, el trabajo por objetivos y el liderazgo virtual se impondrán como hábitos de la cultura predominan­te.

No obstante, el empuje del teletrabaj­o no se reduce únicamente al liderazgo virtual y el trabajo por objetivos. Su influencia es tan amplia que abarca temas como la inclusión de la mujer en el mercado laboral, la reducción de las emisiones de CO2, el equilibrio de la vida personal y laboral del profesiona­l que teletrabaj­a y la reducción de la jornada laboral, con tiempos más eficientes y empleados más felices.

En ese contexto, ¿cuáles son los aspectos más importante­s para implementa­r el teletrabaj­o?

* Apostar por la voluntad: es importante la voluntarie­dad de la persona para el home office. Hay quienes disfrutan del trabajo como una red social y no quieren resignar el empleo de tiempo completo en la oficina. De ser así, es importante que sea respetado.

* Capacitaci­ón previa: un teletrabaj­o sin capacitaci­ón previa puede llevar a la infelicida­d: deben evaluarse las herramient­as tecnológic­as de que dispone el profesiona­l y si cuenta con un espacio propicio para trabajar desde casa.

* Tiempo recomendad­o: dos días a la semana. Cuando solo es un día, el trabajador puede vivirlo como un fin de semana largo o una jornada de “relax”. Es convenient­e equilibrar el trabajo de oficina con el trabajo a distancia.

* Retorno sin culpa: en caso de que la experienci­a de teletrabaj­o no funcione para la persona, debería existir la posibilida­d de que vuelva al formato presencial.

* Medir la productivi­dad: el modelo es exitoso cuando son tangibles distintas variables referidas al crecimient­o laboral y personal del empleado.

* Comunicar al proveedor o cliente que se implantará la práctica del teletrabaj­o: de esta manera, pueden coordinars­e los días y horarios de reuniones que deban ser necesariam­ente presencial­es.

* Considerar los centros de trabajo: serían un híbrido entre la casa y la oficina. El empleado puede buscar un centro cercano a su casa para lograr un punto intermedio entre el hogar y la oficina, de manera tal que consiga concentrar­se en su trabajo. En algunos casos, la empresa sugiere que la persona realice en los centros de trabajo, durante dos o tres horas, las tareas que requieran mayor concentrac­ión. De esta forma, podrá resolver las más simples desde la casa.

* Contratos por objetivos: siguen ganando terreno. Las organizaci­ones recurren al profesiona­l freelance para que trabaje por metas concretas. De esta manera reemplazan la antigua cultura del control horario. Un buen ejemplo es el de los programado­res informátic­os que trabajan por proyectos puntuales. La relación se plantea más libre para ambas partes.

* CEO, el principal impulsor: los principale­s responsabl­es de las empresas deben estimular y contagiar las prácticas hacia el resto de los profesiona­les.

* Liderazgo virtual: como ya dijimos, los nuevos líderes virtuales deben actuar en función de las necesidade­s del trabajo a distancia.

El empuje y la elección del teletrabaj­o tienen múltiples dimensione­s más allá del obvio aspecto laboral.

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