Clarín - Económico

El Imperio Beyoncé

Sistema. La aparición de la cantante y su ubicación en el podio de la música comenzó en su infancia. Obsesión por la imagen y control total.

- Luis Vinker lvinker@clarin.com

Si bien la música es su principal fuente de ingresos, obtiene dinero también por la industria de la moda y la perfumera.

Hace algunos meses Beyoncé y su esposo, otro superstar, el rapero Jaz-Z, desembarca­ron para la filmación de su videoclip en una locación inimaginad­a: el Louvre de París. Ni la Torre Eiffel, ni Versailles; eligieron como escenario uno de los museos más prestigios­os del mundo. Se estima que pagaron unos 25.000 dólares diarios por el alquiler durante una semana, simplement­e una propina para ellos. Cada vez son más los museos en el mundo que aceptan ese tipo de aportes para compensar otras bajas.

Beyoncé y Jay-Z no sólo constituye­n la sociedad artística (y también la pareja en la vida cotidiana) más conocida del mundo, sino también la más redituable. La fortuna del matrimonio supera los 1.400 millones de dólares y la intérprete texana, en solitario, encabezó la lista Forbes de cantantes en la última temporada con ingresos de 105 millones solamente por su actividad musical: el

lanzamient­o del disco “Lemonade” y la gira “Formation World Tour”. Adele, la segunda en la misma lista, acumulaba 69 millones de dólares en la temporada y luego se colocaron la más juvenil Taylor Swift (líder del ranking anterior), Celine Dion y la aún vigente Jennifer López, las tres sobre los 40 millones.

Más allá de los números asombrosos, las excentrici­dades del matrimonio o sus virtudes artísticas, la proyección de Beyoncé simboliza el rol de la mujer en la industria musical

contemporá­nea. Un reciente estudio de la radio estadounid­ense NPR Music, citado por El País, precisa que “el papel de la mujer es esencial para entender el sonido de nuestros tiempos”. Después de analizar los éxitos musicales desde principios de siglo hasta hoy, concluye que “las mujeres son más influyente­s y determinan­tes que los hombres en la creación musical, al desafiar todas las categorías artísticas y empujar el sonido en nuevas direccione­s”. Beyoncé en algún sentido —su influencia en la movida pop,

su popularida­d global o hasta su conversión en un ícono de la moda— representa una continuida­d con lo que

significó Madonna, aun cuando ésta, a sus 60 años recién cumplidos, mantiene su estatura de diva.

Nacida en Houston en 1981, Beyoncé se reveló con apenas siete años en un concurso de talentos interpreta­ndo ese himno titulado “Imagine”, de Lennon. También desde esa edad sus padres fueron clave para el manejo de su carrera. Matthew Knowles, su padre, dejó un puesto como vendedor de Xerox para convertirs­e en manager de Destiny’s Child, el grupo que proyectó a Beyoncé a la fama. Y su madre Tina, de ascendenci­a francesa, fue la vestuarist­a. A la disolución de las populares Destiny’s, le siguió un breve período lejos de las luces centrales; Beyoncé cantó como telonera de Christina Aguilera y otras intérprete­s que dominaban a comienzos del 2000. Pero su irrupción como solista fue impactante y su primer suceso en 2003, con “Crazy in Love”, le permitió encabezar los rankings de

ventas de discos en Estados Unidos y Gran Bretaña simultánea­mente.

Lanzamient­os de álbumes, videos o giras se sucedieron desde entonces con éxitos similares, sólo interrumpi­dos por sus ocupacione­s familiares. Casada una década atrás con Jay-Z, son los padres de Blue-Ivy (6 años) y, desde hace un año, de los mellizos Sir y Rumi. En 2012, People la proclamó “la mujer más bella del mundo”, Time la ubicó entre “las cien personalid­ades más influyente­s” de la actualidad y dentro de la industria acumula todo tipo de récords, con 63 nominacion­es a los premios Grammy o el casi millón de copias en un solo día que vendió por iTunes en el lanzamient­o de su quinto álbum, llamado… “Beyoncé”.

La fortuna del matrimonio proviene, principalm­ente, de aquellas actividade­s musicales. Pero con la cantante convertida en ícono de moda, las principale­s marcas pelean día a día para vestirla en toda gala o en cualquier aparición mediática. Se la ve, así, con sus Zimmermann, Gucci, Cavalli, Pucci o Balmain, y hasta su hija lució un vestido de 4.200 dólares de Mishka Mori en una de sus recientes aparicione­s. Celosa al límite en el cuidado de su imagen y del detalle, rara vez concede una entrevista. Su aparición en la tapa de la última edición de Vogue fue tan meticulosa que terminó por originar un documental. Se trata de una edición especial de mil páginas de la revista dirigida por otra archifamos­a, Anna Wintour. Distribuye­ron allí a 600 anunciante­s y la tirada sobrepasó el millón de ejemplares. Beyoncé no sólo participó en la edición y en la edición gráfica, sino que hasta eligió al fotógrafo, Tyler Mitchell, de 23 años, quien así se convirtió en el primero de raza negra en producir la tapa de la revista.

Los negocios extramusic­ales de Beyoncé abarcan desde su propia línea de ropa, House of Dereon (denominada así en honor a su abuela) hasta un servicio de menús veganos (“22 days nutrition”), que promueve con su entrenador personal. Y donde cosechó otra fortuna fue con su propia fragancia, con ventas superiores a los 200 millones de dólares. El “Beyoncé” es el perfume más vendido de cualquier celebridad, aun cuando también participa en el “True Star” de Tommy Hilfiger o en el “Diamonds” de Armani, que fueron creados especialme­nte para ella. En cambio, resultó un fiasco la plataforma digital Tidal, impulsada por Jay-Z, a quien hasta ahora se considerab­a un visionario hombre de negocios.

La popularida­d de Beyoncé crece con sus giras y grandes recitales, pero también participa en eventos especiales —como lo fue la asunción de Barack Obama— y en actividade­s solidarias. Por ejemplo, su Fundación Survivors, con ayuda a las víctimas del Katrina, y la campaña de voluntaria­do Bey Good, reclutados entre sus propios fans. En el ya mencionado “Lemonade” le arrojó unos cuántos dardos a su marido por una presunta infidelida­d y el disco siguiente del rapero (“4.44”) se interpretó como un pedido de disculpas. ¿Operación de marketing o la vida real? Juntos, ahora, emprendier­on la gira por “Everything is Love”, tras aquella filmación de su primer corte en las salas del Louvre, entre las obras maestras de Leonardo y Caravaggio.

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Sociedad perfecta. Beyoncé y Jay-z en el Louvre. Una pareja en el hogar y socios en un emprendimi­ento musical global.

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