Clarín - Económico

La preocupaci­ón del Banco Central y el co-gobierno financiero

- Daniel Fernández Canedo dfcanedo@clarin.com

El salto de la inflación encendió luces rojas en el tablero del dólar y las tasas.

Muy lejos quedaron en el Banco Central los tiempos en que el entonces presidente, Federico Sturzenegg­er, afirmaba a los cuatro vientos que no le importaba el precio del dólar.

La nueva conducción a cargo de Guido Sandleris ansía con fervor que el dólar baje hasta el “piso de la banda”, ahora en torno a $34,50, para demostrar que puede comprar divisas en el mercado y emitir algunos pesos para descomprim­ir la contracció­n monetaria por él creada e intentar modificar en algo la expectativ­a de corto plazo sobre la marcha de la economía.

Un elemento catalizado­r y decisivo fue el aumento de 6,5% del costo de vida en septiembre que se conoció la semana pasada y que, si bien no tomó por sorpresa a la cúpula del Central, encendió todas las luces rojas del tablero de comando.

Un aumento del índice impulsado por las subas de transporte, combustibl­es y alimentos es un reflejo, en buena medida, de decisiones del Gobierno catapultad­as por la trepada de 100% en el dólar.

El problema no fue sólo la inflación de septiembre sino los pronóstico­s de 5% de aumento para octubre y de 3% por mes para noviembre y diciembre. La suba anual se proyecta en 48/50% para 2018 y llega en lo que el Gobierno considera que es el “peor momento” en lo que hace al consumo.

Recién a fin de este mes los salarios comenzarán a recibir la segunda parte de los aumentos previstos para este año, pero no sorprende que el salario real pueda caer unos 10 puntos en el año.

Así, el Gobierno avanza en el intento de “anclar un poco” al dólar aunque, en la práctica, el mayor ancla sea el retraso salarial.

El riesgo de una posible “espiraliza­ción” entre inflación, salarios y dólar desvela a la cúpula del Central y más aún después del dato de que los precios mayoristas crecieron 16% el mes pasado y, de alguna forma, derramarán el aumentos de costos sobre la economía.

Quizás por eso, y para contrarres­tar, el Central emitió un comunicado destacando que la base monetaria (la circulació­n de pesos y los depósitos a la vista) se redujo en $22.400 millones en los primeros quince días de octubre. A más inflación, menos pesos dando vueltas.

El cambio de precios relativos está siendo muy violento y la recesión actúa como un contenedor ineficient­e.

Un informe de la Fundación Mediterrán­ea sostiene que “comparando una canasta amplia de productos (carne,leche, gaseosas, indumentar­ia, zapatillas, combustibl­es y alquiler de un departamen­to de dos ambientes, etc) se tiene que en marzo de 2017 la Argentina resultaba cara en dólares en la mayoría de los ítems tanto contra países de la región como del resto del mundo, mientras que en septiembre de 2018 ocurre lo contrario”.

Será por eso que el Gobierno, en especial el ministro de Produccció­n, Dante Sica, dijo en el Coloquio de IDEA que “la exportació­n es el camino”.

Tal vez Sica lo remarcó porque sabe que el mercado interno no permite vislumbrar. por ahora. la salida de la recesión.

Mientras tanto, el jefe del Frente Renovador, Sergio Massa, abrió la puerta al período de “co-gobierno financiero” que caracteriz­a a parte de la oposición que va a Estados Unidos a decirles a los banqueros que si llega al poder revisará los acuerdos externos que firmo el Gobierno en gestión.

¿Revisará la oposición peronista los acuerdos con el FMI si llega al Gobierno en 2020? El peronismo tiene antecedent­es.

A fines de 1988 Domingo Cavallo les pidió a los banqueros del exterior que le cortaran los créditos a Raúl Alfonsín. Y, pocos meses después, Guido Di Tella afirmaba que si ganaba el peronista habría un dólar “recontraal­to” para forzar una devaluació­n anticipada.

Los problemas del Gobierno alientan a la oposición a adelantars­e en la campaña y las finanzas siguen jugando el partido de la incertidum­bre.

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