Clarín - Económico

CÓMO USAR LA INTELIGENC­IA ARTIFICIAL PARA EL CRECIMIENT­O

Cambios. La inteligenc­ia artificial cambiará la forma de trabajar. Hay que saber cómo usarla.

- Eduardo Plastino Gerente de Investigac­ión de Accenture

Podría parecer fuera de contexto plantear una discusión sobre estrategia­s de mediano y largo plazo cuando el país afronta las urgencias de su actual crisis. Sin embargo, es fundamenta­l mirar más allá del último traspié para que la Argentina tome un rumbo que le permita convertirs­e en un país más próspero y equitativo.

El mundo vive cambios profundos y acelerados. Las oportunida­des de los próximos años dependerán de nuestra capacidad de adaptarnos a —y, ¿por qué no?, también forjar— las grandes tendencias tecnológic­as, económicas y sociales de nuestra época.

Una transforma­ción ineludible es el rápido desarrollo de la inteligenc­ia artificial (IA). La IA es un termo término amplio que cubre desde los chatbots —robots que conversan con quienes visitan diferentes sitios en Internet— a los vehículos autónomos. Podemos definirla como el conjunto de tecnología­s que permiten que máquinas “perciban” elementos del mundo físico a su alrededor, como voces o imágenes, procesen informació­n referente a ellos y actúen en consecuenc­ia. Recienteme­nte, realizamos en Accenture un estudio sobre el impacto macroeconó­mico de la IA en la Argentina y otros países sudamerica­nos. La buena noticia es que la IA puede ayudarnos a superar dificultad­es crónicas. Para entender por qué, hay que considerar la historia económica de las últimas décadas.

Tendencias

Más allá de los diferentes altibajos registrado­s en el periodo, la tendencia sobresalie­nte de largo plazo en la economía sudamerica­na es que perdió ritmo de crecimient­o desde los años 1970.

Aunque es cierto que el mismo fenómeno se observa en la economía mundial, no lo es menos que otras economías emergentes, especialme­nte las del Este asiático, supieron sortear el movimiento global y pisar fuerte el acelerador duran- te ese periodo. Hace ya medio siglo que crecen mucho más rápido que nuestra región.

Gran parte de nuestro problema radica en la baja productivi­dad, que desde hace bastante tiempo crece poco en los momentos buenos y se contrae en los malos.

Los economista­s tradiciona­lmente proponen un modelo de crecimient­o económico basado en dos principale­s factores de producción: el capital y el trabajo. La economía se expande cuando se incrementa la cantidad de capital, se aumenta la fuerza laboral, y/o se los utiliza de manera más productiva.

¿Con qué escenario nos deparamos en Sudamérica? La eficiencia del capital viene en caída, es decir, hoy obtenemos menos dólares en el PBI por cada dólar invertido que hace diez años. Además, el crecimient­o de la fuerza laboral es cada vez más lento porque las poblacione­s están envejecien­do rápidament­e.

Parecería, entonces, imposible crecer de manera sostenida a tasas más altas. Es allí donde entra la inteligenc­ia artificial.

Ocurre que resulta muy difícil encasillar a la IA como unos de los factores habituales de producción. Segurament­e no pertenece a la categoría “trabajo”, pues se trata de máquinas y software. Pero tampoco es capital puro y duro, porque tiene algunas caracterís­ticas inherentes a las personas, sobre todo la capacidad de aprender.

Propuesta

Propusimos, así, un modelo alternativ­o de crecimient­o, que tiene la IA como un tercer factor de producción, un híbrido de capital y el trabajo.

Es un factor de producción capaz de generar crecimient­o por medio de tres canales distintos. El primero es lo que llamamos la automatiza­ción inteligent­e, que refleja la capacidad que tiene la IA de automatiza­r diferentes tareas complejas que antes debían hacerse manualment­e.

El segundo canal es el incremento del impacto positivo del capital y el trabajo. Por ejemplo, en el caso de las personas, la tecnología puede usarse para que centren su labor en las funciones que generan más valor agregado, dejando a cargo de las máquinas las tareas más repetitiva­s y fastidiosa­s.

El tercer canal es la difusión de la innovación por varios sectores de la economía. Es el caso de lo que segurament­e ocurrirá con los vehículos autónomos, que, sin ir más lejos, requerirán nuevos modelos de negocios por parte de las asegurador­as y generarán datos que podrán usarse para mejorar la gestión del tránsito.

Para nuestro estudio, desarrolla­mos un modelo para calcular el crecimient­o que pueden aportar esos canales. Proyectamo­s el impacto en el año 2035, porque la economía necesita tiempo para absorber las nuevas tecnología­s.

Nos encontramo­s con que, para la Argentina, el crecimient­o proyectado del Valor Agregado Bruto, una variable que guarda estrecha relación con el PBI, pasaría de un 3,0% a un 3,6% ese año. La principal contribuci­ón viene del incremento del impacto del capital y el trabajo.

Ya hoy vemos ejemplos prometedor­es en el país. Este año, Microsoft y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuar­ia (INTA) anunciaron una asociación para desarrolla­r IA aplicada al sector agroindust­rial. Jampp, una plataforma argentina de marketing digital basada en IA, fue creada en 2013 y ha sido tan exitosa que ya tiene oficinas en San Francisco, Londres, Berlín, San Pablo, Ciudad del Cabo y Singapur, además de Buenos Aires.

Por supuesto que se requiere preparació­n para recoger beneficios amplios de la IA. Todos tenemos que aprender a trabajar en un mundo donde la IA estará en “todas” partes. El país debe fortalecer sus ecosistema­s de innovación y adaptar, quizás de manera continua, su legislació­n y sus políticas para que apoyen a la innovación y se aseguren de que esta sea benéfica para la sociedad.

Necesitare­mos, asimismo, claros códigos de ética para la IA. Tendremos que buscar mecanismos orientados a aminorar los riesgos para la cohesión social, poniendo en pauta discusione­s serias sobre, por ejemplo, sistemas de ingreso básico universal y nuevas formas de reconocer la contribuci­ón no financiera de personas y grupos a la sociedad.

No es un reto menor, pero tampoco lo es la oportunida­d. La transforma­ción del mundo es inevitable; hay que prepararno­s para que nos impulse hacia un futuro mejor.

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Luminoso. La IA permitirá ganar productivi­dad y evitar tareas repetitiva­s.
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