Clarín - Económico

Gas y petróleo, en carrera por el autoabaste­cimiento

Ajuste. Para lograr el objetivo pactado con el FMI, el Gobierno bajará los subsidios y las partidas para obra pública, mientras sube el peso de los impuestos.

- Escribe Damián Kantor.

Recuperar lo perdido. La Argentina enfrenta el desafío de lograr un déficit cero en el sector energético. El rol de Vaca Muerta y los objetivos del Gobierno. Opinan el secretario de Energía, Javier Iguacel, y el presidente de YPF, Miguel Gutiérrez.

La semana pasada el Gobierno dio un trabajoso primer paso para avanzar con el Presupuest­o 2019 que estará condiciona­do por el objetivo pactado con el FMI: llegar al déficit cero. Para lograrlo, el equipo económico dejará atrás el gradualism­o y cambiará sus promesas de bajar los impuestos por una menos seductora presión tributaria récord que se ubicará en 26,2%

del PBI, desandando el camino hacia la baja que había arrancado en 2016.

Un informe del IARAF cuenta que el año próximo la presión tributaria a nivel nacional será equivalent­e al 26,2% del PBI, el nivel más alto desde el 25,8% que había en 2015. A simple vista, esto marca una aumento de un punto porcentual respecto del nivel de este año. Pero Nadín Argañaraz, titular del IARAF, detalla que el incremento es incluso mayor. “Hay que tener en cuenta que hasta el año pasado se esperaba que la presión tributaria de 2019 fuera 0,3 y 0,4 puntos porcentual­es menor que la de este año, así que ese debe ser el punto desde donde tenemos que medir el aumento, que claramente es superior a un punto del producto”.

La mayor presión impositiva tiene dos pilares: por un lado, las retencione­s adicionale­s a las exportacio­nes

que equivalen al 1,2% del PBI. Por el otro, la “no rebaja” de impuestos a la que hizo referencia el ministro Nicolás Dujovne el lunes pasado, cuando presentó los resultados fiscales del tercer trimestre y ratificó el compromiso de pasar del 1,1% de déficit primario acumulado en lo que va del año a déficit cero en el 2019. Esa “no rebaja” implica frenar las reduccione­s impositiva­s que se habían pactado en la reforma tributaria aprobada por el Congreso en diciembre de 2017.

De aquella reforma se mantienen en pie las rebajas a las contribuci­ones patronales, la apuesta con la que el Gobierno busca reactivar el deprimido mercado laboral. Y si bien se reduce el impacto del impuesto a las Ganancias porque se permite computar como pago a cuenta una porción del impuesto al cheque, la aridez fiscal se llevó puesta la promesa de aumentar ese porcentaje del 33% actual al 50%.

En el camino también quedó la posibi- lidad de permitirle­s a las empresas ajustar sus balances por inflación.

¿Qué tan factible es cumplir con el objetivo del déficit cero en un contexto recesivo?, le preguntó el Económico a Argañaraz. “Va a ser una tarea muy desafiante porque el Gobierno va a tener que ir mensurando día a día el impacto que puede tener la caída de la actividad en la recaudació­n. En la recesión, ante la escasez de recursos, puede haber un mayor incentivo a evadir”. Esto sumaría una complicaci­ón adicional al plan, ya que, pese a que Dujovne sostiene que el déficit cero se alcanzará en un 50% por la reducción del gasto público y en otro 50% por más presión tributaria, Argañaraz considera que “el alza de los impuestos aportará al menos un 60% de la eliminació­n del déficit”.

Para Ricardo Carciofi, del CIPPEC, el objetivo fiscal de 2019 “es una meta ambiciosa en términos de la magnitud del esfuerzo requerido. El proyecto prevé un recorte de gastos equivalent­e al 1,5% del PBI y un aumento de recursos del 1,2%, es decir mayor presión tributaria, lo que configura un cambio profundo respecto de la estrategia fiscal previa”. Según los cálculos del CIPPEC, por el lado del gasto las erogacione­s corrientes se reducirán en alrededor de 10%. En términos reales, la baja del gasto será del 6% en servicios sociales; del 23% en educación y cultura; del 48% en vivienda y urbanismo; del 20% en promoción y asistencia social; del 8% en salud; del 17% en ciencia y técnica; y del 20% en agua potable y alcantaril­lado.

El analista detalla que la reducción del gasto es muy fuerte en inversión y en subsidios. El primer rubro, conocido como, “gastos de capital” equivale a medio punto del producto. “En términos reales esto es una baja de más de 35%. Esto va a impactar en obras de infraestru­ctura energética y en transporte”, dice Carciofi. En el ajuste sobre los subsidios económicos, los recortes van a impactar directamen­te sobre las tarifas. “En energía eso se ve en los ajustes que estamos teniendo en la tarifa del gas. El Gobierno viene quitando subsidios allí equivalent­es a 0,7 puntos”. También en transporte habrá un ajuste en subsidios porque ese rubro se pasa a la órbita de las provincias, que tienen que absorber gastos por $40.000 millones.

Para Carciofi, este ajuste pegará sobre el nivel de actividad. “Este Presupuest­o no es para nada expansivo. En una recesión agrega dificultad­es para la actividad. Pero a la vez no hay que dejar de tener en cuenta que es por el ajuste que plantea este Presupuest­o que se ha logrado acceder al financiami­ento del FMI. Sin ese financiami­ento, el ajuste sería todavía peor”.

Ramiro Castiñeira, de Econométri­ca, es uno de los que piensan que el ajuste era inevitable. “Cuando Cristina se va, deja un déficit fiscal de 7 puntos. Antes de que Macri le fuera a tocar el timbre al FMI, el rojo era de 6 puntos. Argentina claramente necesitaba acomodar las cuentas públicas y el gradualism­o no fue el camino para ello”. El economista remarca la diferencia que hay entre el déficit primario, en el que Dujovne promete alcanzar el cero, y el déficit fiscal, que incluye el pago de los intereses de la deuda. “En rigor, el déficit cero sería un déficit fiscal de 3 puntos del PBI, que se va alejando del 7%, pero aún está lejos del 2% que los países de la Unión Europea toman como límite saludable”.

“Argentina agotó todos los recursos para sostener el déficit y lo único que logró fue una crisis. Hace 7 años que el país no crece por no arreglar las cuentas públicas. No es que el ajuste va a generar una situación peor, sino que ya estamos en una situación peor por no hacer el ajuste”. De cara a lo que ocurrirá en 2019, Castiñeira remarca que “el mayor impacto de la caída del nivel de actividad se dio este año. Para el año que viene habrá un arrastre estadístic­o negativo de 2,5%. Entonces, el crecimient­o cero que se espera para la actividade­n 2019 en realidad implica que igualmente se crecerá, dado que se arranca desde muy abajo”.

Agustín D’Attellis tiene una visión crítica del plan que lleva adelante el Gobierno. “Este Presupuest­o implica asumir, bajo la presión del FMI, un programa de ajuste de $550.000 millones en una economía que ya esta en recesión. Por primera vez en muchos años, la partida de intereses de la deuda pasará a ser la segunda de todas las partidas del Presupuest­o, después de la seguridad social y jubilacion­es. Por cada $100 que se destinan a la deuda, $38 van a educación, $25 a salud y $11 a protección social”.

“En rigor, computando el pago de intereses, el déficit cero sería un déficit fiscal de 3 puntos del PBI”, dice Castiñeira.

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AFP Atento. Dujovne ajusta las clavijas para llegar al déficit cero.
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