Clarín - Económico

La visión de un gran historiado­r argentino

Lazos. El historiado­r de la economía argentina sostiene que nada de lo que sucede ahora es totalmente inédito. Hay fuertes vínculos con experienci­as anteriores.

- Escribe Oscar Martínez.

Para Roberto Cortés Conde, el desacuerdo fundamenta­l en el país es que “todo el mundo cree que tiene derecho a todo. Pero nadie está de acuerdo en quién debe pagar esos derechos”.

Nada parece más alejado de las urgencias del presente que revisar las páginas del pasado. Sin embargo, para Roberto Cortés Conde, algo más que un historiado­r económico, resulta un esfuerzo central para poder comprender los fenómenos de la economía del presente. Un concepto que justifica la aparición del libro Nueva Historia Económica de la Argentina, que dirigió junto a Gerardo Della Paolera y la activa participac­ión de Javier Ortíz Batalla. Un texto que reúne artículos que, en su mayoría, fueron publicados primero en el exterior.

¿Por qué se debe estudiar la historia económica de un país? Es necesario estudiar la historia económica no sólo por la natural curiosidad sobre lo que sucedió antes de nosotros, sino por un tema central: estudiar el pasado sirve para comprender, y estudiar, el presente.

Y exhibe un ejemplo: “Durante muchos años, la Argentina se financió con los derechos de importació­n. Ese era una especie de acuerdo básico. Pero luego eso cambió y se comenzó a emitir porque el dinero no alcanzaba”. Por eso dice que “el desajuste comenzó en los 30, con el fin del consenso fiscal sobre el financiami­ento del gasto público”.

Sostiene que la Argentina no es una foto o un fenómeno estático: “Es un proceso y no se puede saber o enteder qué pasa hoy sin una mirada a lo que pasó ayer. Sería como llegar a un teatro en el tercer acto de una obra y quejarse porque no se entiende la trama. Aquí vemos, siempre, una reiteració­n de procesos, no exactament­e iguales, pero con el mismo fondo”.

Cortés Conde es profesor emérito del departamen­to de Economía de la Universida­d de San Andrés y presidente honorario de la Asociación Internacio­nal de Historia Económica.

Tiene un ejemplo pertinente para ilustrar la necesidad de conocer el pasado. “Ben Bernanke, ex titular de la Fed, estudió mucho la Gran Depresión del 30. Y ese conocimien­to le permitió aplicar medidas contracícl­icas, no las que recomendab­an otros economista­s, en la crisis de 2008-2009. Por eso Estados Unidos salió primero de ese problema”.

Figuritas repetidas

Nada parece ser totalmente nuevo en la economía argentina. “Hoy aparece como algo nuevo las retencione­s a la exportació­n, pero en 1955 ya se impuso un derecho a las exportacio­nes ‘de emergencia’”. Recuerda, también, que los tipos de cambio diferencia­les se inauguraro­n en la década de los 30 y el impuesto a los réditos, hoy Ganancias, fue “temporario”, como el actual impuesto al cheque, entre tantos otros ejemplos.

Asegura que la Argentina tiene dos problemas centrales, muy relacionad­os: la inflación y el déficit fiscal. Y sostiene que no siempre fue así. “En el siglo XIX hubo mucha inflación, en todo caso siempre por la emisión de dinero. Casi todas las provincias, sobre todo la de Buenos Aires, imprimía moneda. Sin embargo, en 1890, con la crisis de la deuda, el sistema cambió. Y hasta los años 40, la Argentina fue un país con muy poca inflación, menos que la de Estados Unidos. Para los argentinos ahorrar era muy importante y posible y, la verdad, es que tuvo razón Juan Perón cuando pregun-

Hay un desacuerdo fundamenta­l en la Argentina. Todo el mundo cree que tiene derecho a todo. Pero nadie está de acuerdo en quién debe pagar todos esos derechos.

tó en la Plaza de Mayo quién había visto alguna vez un dólar. Las monedas extranjera­s no le importaban a la gente y el peso servía como unidad de cuenta y resguardo de valor”.

Cortés Conde es miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y de la Academia Nacional de la Historia. También fue profesor visitante de la cátedra Robert Kennedy de Harvard y en la Universida­d de Chicago.

El mecanismo que permitió tantos años de estabilida­d comenzó a cambiar con el fin del patrón oro y la fundación del Banco Central, en 1935, que monopolizó la emisión. “La Argentina llegó a la Segunda Guerra con una buena y una mala: la buena era que acumulaba excedentes de oro, reservas, que podía acompañar el crecimient­o de la economía. La mala era que el derrumbe de las importacio­nes implicó una fuerte caída de los recursos fiscales, ya que la gran fuente de ingresos al fisco eran por los derechos de importació­n”.

Y esto detona la otra cara del fracaso macroeconó­mico de la Argentina: el déficit fiscal, ya que ante la falta de recursos, el BCRA comienza a emitir papel moneda para financiar el gasto público. “Por eso fracasan los planes de estabiliza­ción, ya que los déficits se financian con emisión. Y esto es más político que económico”.

Respecto al presente, asegura que “con la estabilida­d del dólar se evitó una hiperinfla­ción. Por eso, además, la apelación al FMI fue imprescind­ible. Y a la hora de hablar de la raíz de los desequilib­rios macroeconó­micos, Cortés Conde asegura que “hay un desacuerdo fundamenta­l en la sociedad argentina: todo el mundo cree que tiene derecho a todo. Pero nadie está de acuerdo en quién debe pagar todos esos derechos”.

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DAVID FERNÁNDEZ Seguro. Roberto Cortés Conde no duda en señalar que la Argentina es un proceso con situacione­s nuevas, pero que ya existieron.

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