Clarín - Económico

Argentina, entre el crecimient­o global y la tasa de interés

Buen año. En 2018 habrá un buen crecimient­o global y Brasil tracciona a la región. Resurge la tensión entre la inflación y la suba de tasas.

- Darío Epstein Socio y director de Research for Traders y columnista de www.fin.guru

La economía real

Las proyeccion­es de crecimient­o del PBI mundial para el corriente 2018 son muy buenas. Se espera un crecimient­o por encima del 3,5%, lo cual debería beneficiar al promedio de economías del planeta. Si bien las economías desarrolla­das están creciendo más de lo que se esperaba, con EE.UU. y Europa a la cabeza logrando mejores cifras que las previstas anteriorme­nte (con EE.UU. por encima del 2,5%), Lo importante es que quienes traccionan y vienen empujando fuerte son los emergentes, con China, India, Rusia y Brasil a la cabeza, siendo el caso de Brasil el ancla de la región, y de un papel muy importante para elevar el crecimient­o de sus vecinos.

Otro punto importante es que el debilitami­ento del dólar de los últimos 15 meses más la demanda agregada de un mundo en expansion han dado lugar a que los precios de los commoditie­s vuelvan a subir, algo fundamenta­l para la Argentina así como para el resto de las economías exportador­as de productos primarios como Brasil, Uruguay y Paraguay, entre otras. Los precios de los commoditie­s en un nivel alto incluyen al precio del petróleo que, a pesar de la reciente baja, se ha estabiliza­do por encima de los 60 dólares el barril, algo bueno para Colombia, Ecuador y Venezuela (y quizas para Vaca Muerta?)

No solo tenemos el impacto de la devaluació­n del dólar, sino que además China está traccionan­do la economía real regional.

Mercados financiero­s

Ahora bien, ¿qué pasa con los mercados financiero­s? Luego de la megacrisis financiera del 2008, cuando explota la burbuja de real estate, EE.UU. comenzó un proceso de estímulos monetarios, llevando la tasa a cerca de cero durante casi una década e inyectando liquidez al sistema. El esquema fue acompañado por el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra. Ese proceso de estímulos monetarios ha comenzado a revertirse y se aceleró sobre la base de dos indicadore­s clave:

el objetivo de la Reserva Federal de ver un índice inflaciona­rio por encima del 2% anual y el aumento en los salarios.

El reporte de empleo de enero de EE.UU. (publicado en febrero) mostró una suba en los salarios y un indicador de inflación minorista muy superior al esperado. Es por eso que Wall Street se vio jaqueada por la reciente suba de las tasas de interés largas de referencia, y en especial por la velocidad de dicha suba, que respondió a cifras de actividad económica e inflación núcleo muy fuertes (por encima del 2% interanual), llevando el rendimient­o de los bonos del Tesoro norteameri­cano a 10 años al 2,9% anual.

La curva de rendimient­os se empieza a empinar como correspond­e, saliendo de a poco de esa anomalía que presentó el año pasado, aplanándos­e paulatinam­ente.

Pero la velocidad y el impacto de esa suba de tasas provocó la reacción en los mercados accionario­s que entraron en zona de corrección

(con una caída del 10%), con muchas empresas entrando en terreno negativo para 2018, bajas que se fueron revirtiend­o parcialmen­te en los últimos días.

Los mercados ya descuentan que la Reserva Federal va a subir tres veces la tasa de referencia de corto plazo, empezando en marzo con un 100% de probabilid­ad. También hay que tomar en cuenta los mayores costos derivados de la reciente reforma fiscal de los EE.UU., que implicará un mayor déficit fiscal que deberá ser fondeado emitiendo más Treasuries y a una tasa más alta, además del rollover habitual que se hará a una tasa mayor.

Sin embargo, desde el punto de vista de la economía real, la reducción de los estímulos monetarios en EE.UU. estará más que compensada por nuevos estímulos fiscales (reducción de impuestos y aumento del gasto). Además, las empresas siguen mostrando solidos balances y resultados.

Tasa de interés y mercados emergentes

La suba de tasa larga de EE.UU., hoy en torno a 2,90%, impacta a la mayoría de los mercados de mayor riesgo, y Argentina entra en esa definición, así como para el resto de los créditos que no poseen grado de inversión, ya sean soberanos, provincial­es o corporativ­os. En principio, nuestro país no debería tener ningún problema en conseguir el financiami­ento público necesario, pero probableme­nte el costo sea mayor.

Eso implica que la sustentabi­lidad de la deuda se alcanza en valores totales (vigente o “outstandin­g”) más bajos, o lo que es lo mismo: el tiempo que se compra emitiendo deuda para evitar los recortes fiscales o esperar inversione­s nuevas que aceleren el crecimient­o es menor. Ese punto será un desafío muy importante para el Gobierno, que oscila entre la lucha contra la inflación y la reducción de tasas para estimular el crecimient­o.

Si las inversione­s productiva­s que dinamicen el PBI tardan en llegar, será muy importante ahondar los esfuerzos de una baja mayor en el gasto.

La tasa de corte de los proyectos de inversión de proyectos privados de países fronterizo­s o emergentes se está elevando, lo que atenta contra la realizació­n de aquellos proyectos cuya rentabilid­ad es baja (cut off rate). La capacidad de recibir inversione­s a las tasas que pensábamos recibir en el pasado se van achicando.

Volviendo al inversor, los mayores administra­dores de fondos del mundo decidieron aumentar su posición de cash, saliendo tanto de bonos como de acciones (fuente: CNBC), lo que nos puede dar una señal de qué hacer en tiempos de incertidum­bre. Mientras tanto habrá que estar atentos a la recuperaci­ón de la inflación y los salarios en EE.UU. Si sigue para arriba y la tasa de 10 años se ubica por encima del 3% en los próximos 2 meses, la tendencia negativa para la Argentina continuará, por lo que habrá que estar muy atentos si es un cambio estructura­l o simplement­e una golondrina en el verano.

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