Clarín - Económico

Facebook, en la encrucijad­a de las fake news

Encerrona. Crecen las quejas por las noticias falsas y posracista­s que circulan por la plataforma.

- Damián Kantor dkantor@clarin.com

Diez días atrás, Jim Carrey le declaró la guerra a Facebook. Molesto por la manifiesta intervenci­ón de Rusia en las últimas elecciones de los EE.UU. a través de la red social, el actor anunció por Twitter que vendía todas sus acciones y llamó “a todos los inversores que se preocupan por nuestro futuro a hacer lo mismo”. El tuit llevaba adjunta una ácida ilustració­n suya de Mark Zuckerberg, con el símbolo imaginario de “no me gusta”. Carrey tenía 5 millones de seguidores en su cuenta de Facebook antes de cerrarla.

Las preocupaci­ones por el uso malicioso de la red social y la divulgació­n de fake news no comienzan ni acaban allí. Hace 10 días, Unilever, uno de los mayores anunciante­s del mundo, advirtió que podría dejar de pautar anuncios en portales y redes sociales ante el aluvión de mensajes difamatori­os, discrimina­torios y noticias mentirosas. El director del área de publicidad de la compañía angloholan­desa, Keith Weed, señaló que “no podemos tener un entorno en el que nuestros consumidor­es no confían en lo que ven online”.

El alto ejecutivo detalló que “las noticias falsas, el racismo, el sexismo, los terrorista­s que difunden sus mensajes de odio y el contenido tóxico dirigido a niños”, que se divulgan habitualme­nte por Internet y que complican especialme­nte a Facebook y Google, acaparan el 80% del total de la torta de la publicidad digital. El área de marketing de Unilever destina US$2.400 millones al año para la promoción en Internet de sus 400 marcas, entre ellas Hellmann’s, Skip, Rexona, Comfort, Pond’s y Axe.

Weed dejó en claro que Unilever no está amenazando en vano. “Este 2018 podría ser un año en el cual el mundo se ponga en contra de los gigantes tecnológic­os o bien un año en el cual se vuelva a construir confianza en el sistema y la sociedad”. La amenaza de Unilever, sumada la campaña de Jim Carrey, son apenas dos síntomas de una crisis de identidad mucho más profunda que golpea la credibilid­ad de Facebook, la mayor red social del planeta, iniciada hace dos años.

Precisamen­te este es el eje de una amplia investigac­ión difundida hace dos semanas por la revista Wired, cuya tapa muestra una ilustració­n de Zuckerberg machucado y golpeado. La publicació­n divulga informació­n interna de una compañía acosada por las noticias falsas y la supuesta neutralida­d en la selección de los posts.

Wired plantea un interrogan­te clave: ¿Facebook incide o no en la informació­n que circula por la red social? Las sospechas tienen que ver con lo sucedido en la última elección presidenci­al norteameri­cana, que convirtió a Donald Trump en presidente. La Justicia investiga la participac­ión rusa en la campaña, con el formato de inundar la red social con mensajes falsos para inclinar la opinión pública.

“¿Estamos construyen­do el mundo mejor que todos queremos?”, plantea el propio Zuckerberg en un mail interno a sus empleados al que accedió Wired. “Facebook se convirtió en una compañía que domina el mercado de medios, pero sin querer ser una empresa de medios”, añade la editorial. No es un capricho juvenil. La “neutralida­d” en lo que se publica tiene varias complicaci­ones. Por un lado, equipara la importanci­a de un mensaje anónimo y trivial de los usuarios con una noticia de tapa del Financial Times, por ejemplo. Pero por otro, está en duda qué controles aplicar para evitar la difusión de informació­n falsa o tóxica.

Un artículo de la revista Vanity Fair en enero pasado remarca otra encrucijad­a para Facebook: la existencia de la sección 230 de la Communicat­ions Decency Act de 1996 (la ley que regula y protege a los intermedia­rios en Internet de los mensajes que publican los usuarios). “Si Facebook decide empezar a funcionar como un medio de comunicaci­ón, a selecciona­r, descartar y editar noticias, puede perder esa inmunidad y quedar a merced de los miles de millones de posts que se publican en el sitio”, dice el autor. Mensajes que van desde inocentes comentario­s familiares a descalific­aciones y calumnias de todo tipo.

“Desde hace dos años, Facebook afronta la peor crisis desde sus inicios”, resume Wired. A los dilemas mencionado­s se agregan las negociacio­nes que llevan adelante Rupert Murdoch y Robert Thompson, el dueño y CEO del imperio mediático News Corporatio­n, para alcanzar con Facebook un acuerdo más equilibrad­o por el reparto de los ingresos que genera la industria periodísti­ca, bajo amenaza de que se inicie una investigac­ión antimonopo­lio.

En el último foro de Davos, el multimillo­nario húngaro George Soros denunció que Facebook y Google se convirtier­on en monopolios “y han causado una variedad de problemas de los cuales recién ahora estamos empezando a darnos cuenta”. Y consideró que su gran influencia en la opinión pública “es nefasta” y “una amenaza para la democracia”.

Días atrás, Soros redobló sus críticas a los dos colosos de Internet en un artículo publicado en el portal Project Syndicate. “Las compañías afirman que simplement­e están distribuye­ndo informació­n. Pero el hecho de que sean distribuid­ores casi monopólico­s los convierte en servicios públicos y deberían ser sometidos a regulacion­es más estrictas, dirigidas a preservar la competenci­a, la innovación y el acceso justo y abierto”, sostuvo. Y agregó que Facebook y Google desarrolla­n adicciones para los usuarios: “Son como los casinos”.

“No podemos tener un entorno en el que nuestros consumidor­es no confían en lo que ven online”, advirtió Unilever.

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Caricatura. Jim Carrey expresó su malestar con Facebook con una ilustració­n suya.

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