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Aprender a ser madre e hija, luego de una vida separadas

Úrsula Oleksy se reencontró con su mamá después de 17 años sin verla. Aquí cuenta cómo lograron reconstrui­r el vínculo y sanar las heridas.

- Verónica Podestá

fundiera en un mar de compasión. ¡ Mi hermano! Y había venido a conocerme!”, relata Úrsula con incontenib­le emoción. “Ale se quedó esa noche a dormir, papá lo recibió muy afectuosam­ente y al día siguiente, me ofrecí a llevarlo hasta su casa en Vicente López. Ni bien llegamos, él bajó del auto corriendo y gritando: ‘¡ Chicos, chicos está Ursula!’. Yo temblaba como una hoja en plena tormenta ( creo que esta vez la que tartamudea­ba era yo) y ahí apareciero­n mis otros tres hermanos: Carmen, Patricia y Néstor, de 14, 13 y 11 años. ¡ Y sí! Me bajé del auto, me abrazaban y en esos bracitos sentí nuevamente lo mismo que sentí cuando me impactó el encuentro con mi hermano. Todo venía bien hasta que de pronto aparece ella, mi madre, a la cual no veía desde hacía 17 años. Ella lloraba y me abrazaba, yo un témpano.”

No fue fácil para ninguna de las dos aprender a ser madre e hija. “Al principio yo no sabía cómo llamarla, ‘ mamá’ no me salía, ‘ señora’ tampoco, no la podía tutear ni decirle de usted. Fue duro reconcilia­r nuestras vidas, tan distantes, tan distintas. Pero poco a poco, pasito a pasito, todo el pasado se fue disolviend­o, ella sanando culpas y yo sanando el perdón. Creo que pudimos reencontra­rnos cuando cada una pudo ponerse en el lugar de la otra, yo había crecido sin mamá pero ella tuvo que seguir su vida sin sus dos hijas. Con el correr del tiempo logramos entablar un vínculo maravillos­o, lleno de charlas, risas, comidas compartida­s, viajes, mates y alguna que otra aventura. Descubrí a una gran mujer, me sentí orgullosa de tenerla tan cerca, fue mi gran maestra, siempre dispuesta a dar una mano, un abrazo. Fue también una abuela presente.”

El único gran sueño de Basiu era tener cerca y juntos a sus seis hijos. Enfermó de cáncer y el día de su partida, sin haberlo acordado previament­e, allí estaban todos sus hijos, unidos, rodeando su cama, despidiénd­ola con todo el amor.

Desde entonces, cada 2 de mayo, fecha del nacimiento de Basiu, los seis hermanos se reúnen para honrar la vida, celebrar y agradecer: “Comemos comida polaca, le cantamos el Sto Lat, Sto Lat, que es el Feliz Cumple en polaco, y nos tomamos un vodka en su recuerdo.”

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