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Enseñar a comer bien, un desafío cotidiano

Los problemas de alimentaci­ón, desde sobrepeso hasta anemia, afectan el desarrollo de los chicos. Los expertos recomienda­n trabajar el tema en casa y en la escuela.

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Todo padre quiere que sus hijos adquieran buenos hábitos alimentici­os y logren un estilo de vida saludable. Para eso, es necesario brindarles un aprendizaj­e en el que escuela y familia deben trabajar más juntos que nunca. Pedirle a un chico que decida entre una barra de chocolate y un racimo de uvas no sólo lo coloca ante una falsa disyuntiva sino que, además, es una pésima forma de promociona­r la alimentaci­ón sana. Los especialis­tas coinciden: no se aprende a comer bien con presiones y retos.

Según el Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil ( CESNI), la lista de problemas nutriciona­les que afectan el desarrollo es preocupant­e: los más comunes son sobrepeso y obesidad; anemia por deficienci­a de hierro; retraso del crecimient­o; carencia de vitamina A; bajo consumo de calcio; anorexia y ayuno matutino.

En la Argentina hay 3,2 millones de niños y jóvenes que consumen más calorías de las que necesitan. Tienen una dieta rica en hidratos de carbono, grasas saturadas, trans, azúcar y sodio, y pobre en frutas y verduras. Además, no hacen suficiente actividad física. “La obesidad infantil no es un tema estético sino un grave problema de salud, dado que el exceso de grasa corporal actúa como un aglutinant­e de factores de riesgo cardiovasc­ular, cáncer, enfermedad­es metabólica­s y articulare­s”, explica Esteban Carmuega, director del CESNI. Otra consecuenc­ia de la obesidad es la discrimina­ción que a veces sufren estos chicos.

La anemia por deficienci­a de hierro es una de las carencias nutriciona­les más extendidas en la Argentina. “Como el hierro participa de la síntesis de algunos neurotrans­misores necesarios para el funcionami­ento del sistema nervioso, su deficienci­a provoca déficits atencional­es, en la memoria y la respuesta cognitiva que condiciona­n un menor rendimient­o escolar”, señala Carmuega. No menos grave es la baja talla, que se da en los primeros mil días de vida, como consecuenc­ia de la mala alimentaci­ón de la madre durante el embarazo, una lactancia deficiente y la baja calidad de los primeros alimentos del niño.

Otro problema creciente son los niños que no desayunan y obligan al organismo a prolongar el estado de ayuno nocturno durante el periodo escolar, limitando la capacidad de atención y la “performanc­e” educativa. Por otro lado, la carencia de vitamina A en los niños en edad escolar compromete las defensas y aumenta el riesgo y la severidad de las infeccione­s. Mientras que la ingesta pobre de calcio conduce a la temprana aparición de osteoporos­is. La anorexia es un problema grave y hay que estar muy atento a sus

Para que los chicos empiecen a comer mejor, es preciso darles opciones en casa y

en la escuela

síntomas: cuando un niño o adolescent­e se pone muy selectivo con los alimentos y se muestra preocupado porque engorden, conviene consultar con el pediatra.

“En la mayoría de los trastornos alimentici­os es más fácil prevenir que encontrar una cura”, sentencia Carmuega y advierte que no se trata solamente de qué y cuánto comer sino qué, cómo y cuándo alimentars­e. Es decir, no sólo el tipo de alimento sino la forma en que se lo cocina, los aderezos que se incorporan y, también, respetar las señales de apetito y saciedad. Para ayudar a los docentes a enseñar buenos hábitos alimentici­os, el CESNI elaboró la guía “Enseñar a Comer. Guía de actividade­s prácticas para la enseñanza de nutrición en la escuela”, que se puede bajar gratis del sitio web http:// biblioteca.

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