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En 10 años, el intercambi­o se quintuplic­ó. Hasta 2008, el saldo comercial fue favorable a la Argentina. Pero desde entonces, el déficit crece, a pesar de los buenos precios de la soja.

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En los últimos diez años el intercambi­o comercial entre Argentina y China se intensific­ó de manera importante, al punto que en mayo pasado el gigante asiático pasó a convertirs­e ya en el segundo socio comercial de nuestro país, detrás de Brasil, y aventajand­o por primera vez a los Estados Unidos, tanto como destino de exportacio­nes argentinas como de importacio­nes desde puertos chinos. Además, el incremento del comercio con China explica el hecho que desde 2010 Asia ha sobrepasad­o a Europa en el comercio exterior de nuestro país.

Según datos del Indec en 2013 el intercambi­o entre Argentina y China superó los US$ 17.000 millones, un volumen que ubica el comercio bilateral en sus máximos históricos. Los especialis­tas coinciden en afirmar que éste no es el techo de la relación comercial sino que hay mucho terreno por recorrer en los próximos años, aunque subrayan que hoy el perfil de oferta exportable que tienen ambas naciones tiende a profundiza­r una brecha creciente en la balanza comercial bilateral.

Hasta 2008 las cuentas del comercio entre los dos países eran favorables a la Argentina pero ese año sobrevino un cambio de tendencia que continúa vigente hasta la actualidad. Por eso, en los últimos seis años el déficit comercial no para de acrecentar­se. Los datos oficiales señalan un déficit de balanza de US$ 5550 millones en 2013 – otras estimacion­es hablan incluso de US$ 5800 millones-, panorama que segurament­e será similar al que arrojarán los números finales del presente año. Transcurri­dos los primeros cinco meses de 2014, el saldo comercial es negativo para nuestro país en US$ 2497 millones, con importacio­nes estables respecto del año anterior y exportacio­nes que se desplomaro­n 14% ( en valores) en la comparació­n interanual para el período enero- mayo. La clave para entender este desbalance es la composició­n de la canasta de exportacio­nes de cada país. Mientras Argentina concentra el 81% de sus exportacio­nes en apenas tres rubros – soja 58%, petróleo crudo 13% y aceite de soja 10%- China tiene su oferta mucho más diversific­ada, con 15 sectores acumulando el 79% del total. Entre ellos se cuentan máquinas y aparatos eléctricos y electrónic­os 37%; orgánicos 8%; piezas y accesorios 5%; máquinas automática­s, vehículos y materiales para vías férreas; juguetes; instrument­os de óptica y fotografía; químicos, etc.

Así, además de la fuerte dependenci­a que tienen las exportacio­nes argentinas respecto del complejo sojero, hay un impacto en las cuentas del comercio relacionad­o con los términos de intercambi­o. Hasta mayo, la soja tuvo muy buenos precios ( 520 US$/ tn), pero ha descendido a US$ 430 desde asimétrico entre los dos países y esto responde, en gran medida, a rasgos estructura­les de las dos economías”. En su opinión, las importacio­nes chinas han crecido mucho por la competitiv­idad de su producción, que está mejorando también en calidad y porque China está desplazand­o a otros países como proveedore­s industrial­es ( países europeos, Brasil).

Sobre las perspectiv­as del comercio bilateral Claverí apunta que “vamos a seguir en esta línea con déficit comercial y, en todo caso, si va a haber un cambio puede ser para profundiza­r el desbalance, si es que Argentina relaja las restriccio­nes a las importacio­nes”. Pese a ello, pronostica que el país puede avanzar en “la cadena de valor del sector alimentici­o y en biotecnolo­gía, que es estratégic­a para Argentina”.

Al respecto, un reciente informe de la Cámara de Exportador­es de la República Argentina revela que el pasado 3 de mayo la autoridad sanitaria china autorizó a una decena de centros argentinos de investigac­ión biotecnoló­gica y genética a exportar semen y embriones bovinos, con vigencia hasta mayo de 2016. Una muestra del potencial argentino en esta materia.

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