Y PENSAR QUE ERAN TELéFONOS
Sí, nacieron como teléfonos. Y luego fueron pequeñas computadoras de bolsillo. Pero ahora avanzan hacia algo mucho más poderoso y profundo, en términos de los enormes cambios culturales que están impulsando. Lo que viene son equipos que concentrarán nuestra identidad, casi una extensión digital de nuestra personalidad. Se ve claramente en los pasos que está dando la industria. Por ejemplo, la función Apple Pay, del nuevo iPhone 6, que permite comprar con el celular como si fuera una tarjeta de crédito. Los pagos se validarán mediante un sensor biométrico que identifica al usuario ni bien pone su dedo en la pantalla. Google tiene un sistema similar: Google Wallet. Además, tanto Apple como Google avanzan en aplicaciones que “cuidan la salud” de las personas: puede medir algunas variables sensibles así como la actividad física que realizan a diario. Hay otras aplicaciones que buscan conectar todos los objetos del hogar con el celular, y lo transforman en una suerte de control remoto universal, no solo de los equipos electrónicos sino de todas las cosas de la casa ( se habla de una nueva “Internet de las cosas”). Ahora nos sorprendemos con las pantallas curvas, o la capacidad que tienen los celulares para sumergirse en el agua o resistir al polvo. Pronto veremos pantallas tan finitas como un vidrio, incluso maleables: la empresa Plastic Logic anunció la semana pasada que desarrolló una pantalla flexible que podrá tener uso comercial. Se vienen años de enormes avances en el hardware ( cada vez más “soft”), como en las apps y los sistemas, cada vez más cercanos a las necesidades de la gente. Llevaremos en nuestros bolsillos verdaderos asistentes personales, siempre conectados y atentos a lo que nos pasa. Y pensar que nacieron como teléfonos…