ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
VOLUNTAD PARA SERVIR.
Virginia Ghisi trabaja con Tomás Olivieri a quien conoció en el Hospice del Hospital Tornú. Juntos crearon
para acceder a una mayor cantidad de pacientes. Allí cuentan cómo acompañan, escuchan y dan una mano abordando lo espiritual. Los voluntarios no son ni médicos ni psicólogos. Solo ayudan a descubrir que el final de la vida puede ser interesante en emociones. “Los voluntarios no tienen un perfil estricto”, aclara Virginia. “Los hay de distinta personalidad y trabajan gratuitamente. Deben tener voluntad para servir, un don misterioso. Con ese deseo, acompañar con presencia, sin aconsejar, sólo escuchando. Aceptar que el enfermo te elige; a veces le caés bárbaro, otras no. Se trata de un acompañamiento emocional y espiritual. Es un camino progresivo, el amor te va transformando. No acompañamos a morir sino a vivir el resto de vida que les queda”.
EN LA WEB.
En Somos un grupo de voluntarios coordinados por Tomás Olivieri Acosta que, unidos por esta vocación nos ponemos a disposición para compartir con ellas uno de los momentos más íntimos y transcendentales de la vida.” Más adelante se deja en claro que “no compartimos doctrinas religiosas, ni políticas, ni de ninguna otra naturaleza. Simplemente tenemos experiencia en el acompañamiento emocional de personas en el final de la vida y contamos con el inmenso compromiso y el fuerte deseo de hacer nuestro aporte, con amor, presencia, escucha y contención.”
SEGUN LA OMS.
La Organización Mundial de la Salud establece que las personas que se encuentran en el final de la vida tienen derecho a: “Ser tratados como seres humanos vivos. Mantener un clima de esperanza, por cambiantes que sean las circunstancias. Expresar los sentimientos y las emociones acerca de la propia muerte. Participar de las decisiones que incumben a los propios cuidados. Ser atendidos y cuidados por personas compasivas, sensibles y entendidas. Tener una atención médica continuada, aún cuando el objetivo deje de ser la curación”. Otro de los preceptos de la OMS subraya la necesidad de actuar con la verdad. El enfermo terminal, se consigna, tiene derecho a conocer la verdad sobre su estado.