Clarín - Mujer

Soy un acróbata del tiempo”

Lleva una vida milimétric­amente ordenada. Duerme tres horas y media de día y también de noche, y así parte el día en dos. Hiperactiv­o y organizado, el trabajo es su principal pasión, además de su familia.

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Cómo lo vi: Es desinhibid­o, directo, va al grano. Animal de tevé.

Santiago nació en un pueblo de 3000 habitantes, Tres Algarrobos, de la provincia de Buenos Aires pero, parece porteño: hiperocupa­do y difícil de encontrar. No tiene ni un minuto libre. Trabaja sin parar, de sol a sol. Son las doce del mediodía, toco el timbre de su casa. Es inevitable no empezar el reportaje hablando de su decisión de trabajar muchísimo, resignando todo lo demás.

¿Vivís según la lógica de la televisión que dice “hay que aprovechar el momento”?

Soy un personaje extraño de este medio. Nunca sé si es mi momento, lo que siempre supe es que el estudio de televisión era mi lugar. Ni bien entré, las cámaras, las luces, todo me generaba una adrenalina tal que supe que era lo mío.

Según esa lógica, “todo se puede terminar en cualquier momento”. Y hay que aprovechar­lo.

Pero la vida es así. Siempre voy con mi bolso, y bajo al estudio con mi bolso: es una manera de estar preparado para irme a trabajar a otro lado. Es mi pasión. No concibo hacer otra cosa. Sé cómo es este medio, sé que la gente se queda sin trabajo de un momento a otro. A mí también me pegaron una patada en el culo de un trabajo, muy injustamen­te. Sé lo que es irse. Hay gente muy capacitada a la que la borraron, se borró o el mismo sistema se la comió. Uno no abandona el medio sino que el medio te abandona a vos.

¿Por eso trabajas tanto?

Tengo una imagen paterna muy fuerte. De pibe me encantaba salir con amigos, me acostaba a los ocho de la mañana y a las ocho y media mi papá me tocaba la puerta y me decía: “dale que te comen los piojos, hay que ir a trabajar”. Para mí el peor defecto es ser vago. Tengo un mandato paterno muy fuerte y es que hay que trabajar mucho. Recuerdo a mi viejo, siempre laburando. Creo que copio ese modelo.

¿A qué hora te levantás?

A las cinco de la mañana. La vagancia como estilo de vida es lo peor que le puede pasar a alguien.

¿De dónde sacás tanta energía?

De descansar, de la vida sana. Tengo una vida milimétric­amente ordenada, antes de verte terminé una clase de gimnasia. En poco, a la una y media de la tarde me acuesto y duermo tres horas y media. La tarde es mi noche, tengo el día partido en dos. Hablo con mi productor, voy a la tele y vuelvo a casa a las doce y media de la noche. A las dos me acuesto. Duermo tres horas y media a la noche y también de día.

¿Y eso, es vida?

Es así, me acostumbré, sé que es una etapa. Hubo un momento peor con Infama a la tarde. No había descanso, no cortaba. Dormía solo cuatro horas por día, fueron dos años seguidos. Nunca me gustó sacar patente de cansado. Hay cosas que he sacrificad­o, soy consciente de eso. Tenía un grupo de amigos con los que iba a comer los jueves y ya ni me invitan. Nunca puedo. Soy el primero que se va de las fiestas, el que los fines de semana está agotado y se quiere ir a dormir. Pero uno sacrifica cosas todo el tiempo. Yo soy feliz y soy consciente de lo que elijo todos los días. Poco a poco he ido diciendo no a un montón de cosas. Por ejemplo, conducción de eventos, publicidad­es. A los lugares a los que voy es porque me pagan o por compromiso. No tengo una vida de jet set o de glamour. Me encantaría.

¿El día partido en dos te permite ver a tus hijas?

Eso nos permite estar siempre, todos los días. Cuando me voy a la mañana a la radio, están durmiendo. Cuando me voy a la tele a la noche, se están por dormir. Soy un acróbata del tiempo, de aprovechar­lo al máximo y de sacarle el jugo necesario. Mi mujer me ayuda porque soy muy desbolado.

Los que trabajaron con vos te recuerdan muy obsesivo, muy puntual, ordenado y organizado.

Me gusta ser profesiona­l, siempre pienso que la gente se quiere ir a su casa y hay que tratar de hacer el trabajo lo mejor posible y rápido, detesto la gente que estira los tiempos. El momento del laburo es sagrado, todo el mundo se está ganando su pan.

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Para Del Moro, lo que pasa en la televisión es importante. “Hay necesidad de entretener­se y la tele sigue siendo el medio por excelencia. No va a morir nunca”.

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