OBJETIVO 2020: ASIA
En un mundo que demandará más alimentos, el desafío será adaptarse a nuevos paradigmas para insertarse al mercado, no solo como proveedores de granos.
La demanda alimenticia de ese continente será central para la Argentina.
En el transcurso de las primeras décadas del siglo XX, Argentina fue reconocida a nivel internacional por ser el “granero del mundo”. En esos años, la postal de negocios vinculados al agro estaba representada por barcos rebosantes de trigo y carne, con destino europeo.
Pero la foto del mundo cambió de manera vertiginosa, y lo que era apenas una insinuación finalmente se convirtió en realidad: el “tigre asiático” se perfila como la nueva economía hegemónica, con China e India a la cabeza.
A estos países, se suman Japón, Corea del Sur, Tailandia y Vietnam, que representan el 40% de la población mundial, y crecerán aun más hacia 2030.
Este incremento significa, entre otras cosas, que la demanda por alimentos será más intensa, y requerirán de la producción externa para satisfacer estas necesidades.
EL PAIS DEBE TRABAJAR PARA LOGRAR ACUERDOS DE LIBRE COMERCIO Y ALIANZAS CON LAS EMPRESAS CHINAS
Frente a esta coyuntura, surge una pregunta obligada: ¿La Argentina está preparada para aprovechar al máximo esta importante oportunidad?
El Simposio “Argentina y Asia hacia el 2030”, organizado por la FAUBA, constituyó un ámbito adecuado para analizar los interrogantes vinculados a esta cuestión.
Más allá de la multiplicidad de voces que se registraron durante el encuentro - que contó con la participación de especialistas argentinos y extranjeros - la idea central fue que la demanda asiática seguirá firme y que el país tiene que prepararse para exportar más conocimiento y ciencia, y no solo materias primas.
“Argentina, cuidando sus suelos, puede ser no el granero el mundo sino el supermercado”, resumió Fernando Vilella, director del simposio.
Desde su perspectiva, los sectores productivos, empresarios y académicos deben generar estrategias que permitan desarrollar oportunidades de producción y comercio en los próximos años.
El aumento de la población se traduce en menos tierras para cultivar, y como los animales se crían con soja y maíz, la demanda de granos crece y solo puede cubrirse con biotecnología. “Con menor toxicidad y ahorro ambiental, es la única alternativa para alimentar al mundo”, remarcó el directivo.
Queda claro que para el futuro argentino, será clave poder cubrir la demanda alimentaria de Asia. Y uno de los pasos es definir las líneas estratégicas a seguir por el sector agropecuario nacional, tanto en ámbito público como privado. En esta línea, el ex-secretario de Agricultura Marcelo Regúnaga sostuvo que un paso a tener en cuenta será derogar barreras al comercio no habilitadas por la OMC.
Además, hay que trabajar en promover acuerdos entre las distintas cadenas de valor y alianzas con empresas chinas, sobre todo acuerdos de libre comercio, para no perder pisada a nuestros competidores más directos.
Y si bien el comercio chino registrará una merma en sus tasas de crecimiento, el ex-funcionario marcó que las mismas serán ma- yores a las de economías industrializadas como Europa y Estados Unidos.
Regúnaga sostuvo que aunque China en estos días es el segundo socio comercial de la Argentina, las exportaciones se concentran en muy pocos productos, la mayoría primarios.
En contrapartida, el 80% del crecimiento de la demanda de alimentos de China lo captaron Brasil y EE.UU.
Para revertir esta situación, destacó que la oportunidad argentina radica en su clase empresarial, que podría abastecer de manera sustentable la demanda china de alimentos.
A su vez, el país asiático cuenta con un gran potencial para continuar edificando alianzas estratégicas con cadenas agroindustriales argentinas.
Además de desarrollar estas estrategias políticas y comerciales, no hay que descuidar el abastecimiento de materias primas.
El ex agregado comercial ante la Unión Europea, Gustavo Idigoras estimó que en los próximos 20 años, la demanda china y asiática
por oleaginosas, carne y lácteos será sostenida. “Esta es la oferta excedentaria de la Argentina, donde el país tiene enorme capacidad para abastecer al mundo”, señaló.
A nivel interno, los desafíos de la agricultura china pasan en cómo emplean de manera eficiente los recursos tierra y agua.
José Alberto Bekinschtein, consultor del Programa de Apoyo a las Exportaciones de Agroalimentos, expresó que solo un 12% de su superficie es cultivable.
Así, el crecimiento se basa en el uso de tecnologías aplicadas a los modos de producción y al empleo de nuevas variedades de semillas.
Esta carrera por la industrialización en China no es gratuita. El consultor estimó que los aerouertos, autopistas, ciudades y hasta los campos de golf han quitado hasta seis millones de hectáreas a la agricultura.
De este modo, si bien se ha generado una mayor riqueza por las operaciones inmobiliarias, se perdieron tierras aptas para el uso agrícola.
Los integrantes de la cadena de valor de la agroindustria nacional también aportaron su visión en este interesante debate.
En representación de la cadena sojera, Miguel Calvo (Acsoja) explicó que los cambios de hábitos en China repecurten en nuestra economía, y hay que estar preparados para abstecer una demanda que será cada vez mayor.
En la actualidad, China viene incrementando sus niveles de importación en maíz y soja, y si bien es autosuficiente para el consumo humano, debe comprar grano para alimentar sus animales.
Para el directivo, Argentina debe aprovechar al máximo su posición sojera de primer exportador y tercer productor mundial. “El cambio
EN EL PAIS ASIATICO SE PERDIERON UNAS SEIS MILLONES DE HECTAREAS AGRICOLAS POR LA INDUSTRIALIZACION
de la ruralidad a la urbanización en China tracciona permanente a la demanda y para el 2020, consumirán 100 millones de toneladas anuales”, afirmó.
Y si de soja se trata, Gerardo Bartolomé, de Don-Mario Semillas, recordó que hay que redoblar los esfuerzos para mejorar la genética en semillas, para lograr más producción.
Para Bartolomé, el 50% del aumento de la productividad radica en el mejoramiento vegetal y el otro 50% es práctica de manejo.
Claudio Dunan, director de estrategias de la firma Bioceres, hizo foco en la sustentabilidad de las tecnologías, una de las llaves para acceder a un mercado estratégico como el chino.
El directivo señaló que si bien están enfocados en la demanda de alimentos, la sustentabilidad es clave. “Tenemos una relación estratégica con China aportando ge- nética de tolerancia a sequía, valor agregado que va en la semilla, como así también desarrollos en el área de pasturas y pesticidas”, dijo. Las tasas de crecimiento de China no dejan de sorprender, y solo en 2013 -según el FMI- se ubicó casi sobre el 8%.
Los pronósticos indican que este crecimiento será constante. Argentina aprovecha este escenario, de la mano de los buenos precios de los principales comoditties, pero deberá redoblar sus esfuerzos para dar el salto de calidad que le permita posicionarse favorablamente en el escenario internacional.