POR EL AMOR Y LA CIENCIA
Leonhard Schnittger es un biólogo alemán de 52 años que vive y trabaja en la Argentina desde el 2006. Antes de llegar a estas pampas se dedicó durante varios años al estudio de la genética y de la inmunología en laboratorios de Alemania. Entre los temas que se le cruzaron en el camino estuvo la Theileria, un parásito transmitido por garrapatas que afecta al ganado en China, Medio Oriente y Africa. Fue entonces cuando la ciencia lo llevó a una conferencia en Sudáfrica que cambiaría su destino. En esa conferencia conoció a la investigadora argentina Mónica Jacobs, que trabajaba en el estudio de Babesios -el parásito causante de la famosa Tristeza bovina, estrechamente relacionado con Theileria-, y fue amor a primera vista. Al poco tiempo, Schnittger se mudó a la Argentina y comenzó a trabajar con Jacobs en el Instituto de Patobiología del INTA. Luego se casaron y actualmente siguen compartiendo su tiempo en el laboratorio haciendo aportes para el Conicet y estudiando un espectro más amplio de organismos unicelulares eucariotes (protozoos), parásitos que afectan a animales pero que pueden llegar a transmitir enfermedades a los humanos. “Hay muchas cosas que son diferentes. En Alemania la gente es más rígida y detallista pero a veces les falta flexibilidad, y las jerarquías laborales están muy marcadas. Acá, en cambio, hay más libertad para que cada uno se maneje a su manera, pero a veces es un poco caótico. La mentalidad de trabajo es diferente en cada país, pero igualmente, la ciencia es la ciencia y tiene cosas que se repiten en todo el mundo”, dice Schnittger. Respecto a la situación de la ciencia en el país, el alemán dice que por lo que le cuentan sus colegas, parece haber mejorado mucho en los últimos años. “Nosotros vivimos bien, aunque los sueldos de la ciencia son menores a los de otros rubros en los que se necesita menores calificaciones”, comenta.