CON ACENTO ARGENTINO
Con perfecta tonada argentina, mientras toma unos mates con sus compañeros de laboratorio, el cubano Rubén Marrero Díaz de Villegas cuenta que se recibió de biólogo en 1998 en la Universidad de Cuba y que decidió probar suerte en la Argentina porque tenía algunos amigos aquí y veía mayores perspectivas de crecimiento profesional que en la isla. “En Cuba hay mucha formación de profesionales y hay bastante biotecnología, pero es difícil mantenerse bien trabajando de lo que a uno le gusta, sobre todo se es una ciencia muy específica”, dice. Al tiempo de llegar, con solo 22 años y una tesina en virus vegetales bajo el brazo, consiguió entrar en el Instituto de Genética del INTA Castelar. “En aquel momento el Estado no empleaba mucha gente, pero por un convenio que tenían con la Comunidad Europea, me contrataron. Mi primer trabajo fue en el desarrollo de plantas transgénicas de cebada y de trigo”, recuerda. Luego, Marrero Díaz se pasó al Instituto de Biotecnología y comenzó a trabajar en virus animales. “Tras cuatro años ahí, pasé a planta transitoria del INTA, y ahora estoy abocado a estudiar la interacción del virus de la fiebre aftosa con los anticuerpos, que es mi tesis de doctorado”. Actualmente, el cubano tiene 39 años, está casado con una argentina y tiene un hijo. “Yo vengo de un lugar que es atípico porque al haber un mismo Gobierno durante 50 años, es fácil que se mantengan las políticas de largo plazo, algo que acá parece más complicado -dice-. Pero en los últimos años se viene haciendo muchas inversiones en la ciencia, y espero que eso se mantenga”.