EMPRESA FAMILIAR
SE HICIERON DESDE ABAJO
Don Eugenio es el nombre del abuelo de Alberto Trucchia, que vino de Italia, como tantos inmigrantes, y durante mucho tiempo nos decía que a la hora de generar mejores ingresos en el campo teníamos que agregar valor, entonces, si hacíamos trigo teníamos que vender pan”, con este relato resume, Mireya Suárez, la historia que los impulsó a tomar el desafío para empezar a producir leche y convertirla en quesos. Suárez y su marido Alfredo Trucchia tienen cuatro hijos integrados al negocio. Leonardo, que inicialmente se encargó de la producción de granos, ahora tiene un criadero de cerdos y produce chacinados que tam- bién se venden en los locales Don Eugenio. María Belén, se encarga del área administrativa de la empresa. María de los Angeles, de la informática, y María Eugenia, que como diseñadora se encarga de la imagen de la firma, también tiene su propio local de venta en Junín. Los comienzos fueron difíciles y implicaron un gran esfuerzo. Durante varios años, por ejemplo, estuvieron vendiendo los quesos en la terminal de ómnibus de Pergamino. Fue el primer escalón que les permitió empezar a abrir locales en distintos lugares de la ciudad. “Este tipo de estrategias nos permitieron estar cerca de los clientes, saber qué opinan y hacer un trabajo fino con el costo de la leche, el costo de elaboración y el precio final del producto, para que sea rentable para nosotros y accesible a los consumidores”, explicó Suarez. En la actualidad tienen seis queserías propias en las que venden todos los “insumos” necesarios para una picada de primera.