UNA RADIOGRAFIA DE LA VITIVINICULTURA
La última vendimia no fue buena, pero la Argentina, con varios ejes, tiene muy buenas oportunidades para exportar más y seguir desarrollando una agroindustria clave, con acento cuyano.
La última vendimia no fue buena, pero el potencial argentino sigue siendo enorme.
En el 2013, la cosecha argentina de uvas, el primer eslabón de un cadena que genera miles de puestos de trabajo en los viñedos y bodegas de Mendoza, San Juan, La Rioja y Salta, entre otras provincias, trepó a 28,7 millones de quintales, un 28% más que en 2012, según las estadísticas de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Acovi). Pero el ritmo de crecimiento habría caído esta campaña un 27%, según las cifras preliminares del Instituto Nacional del Vino (INV).
Es una mala noticia para un sector intensivo y que demanda una fuerte inversión, especialmente en Mendoza, en donde se produce el 60% del vino argentino en unas 1.000 bodegas.
La vitivinicultura es una actividad que requiere “espalda financiera”, mucho trabajo y paciencia. Desde que se siembra un esqueje hasta que la planta entra en producción transcurren, como mínimo, dos años. Recién tras cuatro o cinco temporadas se puede esperar una buena performance de la vid, pero los rendimientos dependen de la variedad, la zona, la edad de la planta y del tipo de vino al que se aspira.
En la actualidad, en producciones de alta gama se busca llegar a 120 quintales por hectárea, y en producciones más básicas el objetivo es cosechar a alrededor de 300 quintales por hectárea de uva. Por cada 100 kilos de uva salen, aproximadamente, 80 litros de vino.
Con los datos finales de la campaña que terminó en el 2013, Acovi trazó una verdadera radiografía del sector vitivinícola en el país.
LA VITIVINICULTURA ES UNA ACTIVIDAD QUE REQUIERE MUCHO TRABAJO, PACIENCIA Y ESPALDA FINANCIERA
Ese año, la superficie sembrada alcanzó las 224.100 mil hectáreas, lo que representó un aumento del 1,3% respecto al 2012.
A nivel nacional, en el 2013 se elaboraron 12,6 millones de hectolitros de vino y la producción de mosto aumentó un 29,1%, respecto al 2012, alcanzando los 6,4 millones de hectolitros.
En el mercado interno, en los últimos 25 años se modificaron los hábitos en el consumo de vinos. En la década del ‘80, se consumían en forma masiva los vinos de mesa, incluso más que la cerveza, pero en los años siguientes creció el consumo de varietales (malbec, la nave insignia argentina, syrah y cabernet sauvignon, entre otros), una tendencia que sumó valor agregado y diversificación a toda la cadena, y que generó un importante nicho de exportación, especialmente para el malbec, una variedad que es reconocida en los restaurantes más prestigiosos del mundo.
En el 2003, el consumo anual por persona de vino en la Argentina fue de 32,6 litros y el de cerveza 34,2 litros. En 2013, en cambio, los argentinos tomaron 24,3 litros de vino en un año y más de 40 litros de cerveza, una cifra que confirma el nuevo escenario en el consumo de bebidas alcohólicas. “En 2013, el consumo de vino en el país superó los 10,3 millones de hectolitros. Esto representó una suba del 3,5%, en comparación con el 2012”, precisa el informe de Acovi. La Argentina es uno de los cinco países del mundo en los que se consume más vino.
El mercado externo, en la mira
El país está entre los diez primeros productores mundiales de vino y llegó a estar en el quinto puesto en el 2011. En 2013 quedó en el octavo lugar. La superficie con viñe- dos representa, aproximadamente, el 3% del área mundial.
A pesar del importante consumo en el mercado interno, la cadena vitivinícola tiene un fuerte perfil exportador. En el 2012, las divisas que generaron las ventas globales del sector superaron los 1.200 millones de dólares. El vino representa el 71,9% de las exportaciones, pero
también se embarca jugo concentrado de uva (17,8%), uvas de mesa (5,3%) y pasas de uva (4,9%).
En enero de 2014, se exportaron 259.500 hectolítros de vino, un 2,6% más que enero de 2013. El principal mercado fue Estados Unidos, con la mitad de las ventas, luego vienen Canadá, Brasil, Reino Unido y los Países Bajos. Los vinos varietales representan casi el 70% de lo exportado.
Las ventas globales de vino de enero de este año superaron los 60 millones de dólares y también se exportó mosto concentrado hacia varios mercados por un valor de 13 millones de dólares.
Al comparar el peso de la cadena con otros sectores surgen paralelos muy interesantes. La cosecha de uva de la campaña 2012/13 representa el 9% de la producción de maíz, el 35% de la de trigo y el 6% de la de soja. Considerando las exportaciones argentinas de commodities, el vino representó el 0,9% del total y el jugo de uva el 0,3%.
Son datos que demuestran el creciente peso de un sector que dinamiza las economías del oeste del país, atrae inversiones extranjeras y genera oportunidades.