ES CLAVE ARRANCAR CON UNA SEMILLA DE TRIGO SANA
Para un buen cultivo y de alta productividad, los cuidados desde el arranque son decisivos.
Un cultivo de trigo debe iniciarse con una semilla de buena calidad. La semilla es la base de un buen cultivo y un importante factor de la productividad agropecuaria.
Entre los varios atributos relacionados con la calidad de la semilla, la sanidad merece una consideración especial. ¿Por qué?. Son varios los motivos. Una gran proporción de patógenos pueden ser transportados por semilla, sobreviven con ella por largos períodos y son introducidos en nuevos campos o países.
La semilla, por lo tanto, está directamente relacionada en la continuidad del ciclo biológico de los patógenos de una generación a otra del hospedante.
Sin embargo, la transmisión de fitopatógenos por la semilla de trigo no siempre es reconocida como un importante medio por el cual los patógenos:
introducidos en nuevas áreas.
Sobreviven en ausencia del hospedante cultivado.
Son diseminados como nuevas razas.
Son distribuidos como focos de infección primaria.
La importancia epidemiológica de las semillas en la supervivencia de los patógenos y en el desarrollo de enfermedades de trigo es un factor muy importante.
La asociación de los patógenos con las semillas garantiza el acceso directo del parásito a su fuente nutricional. Debe destacarse que a través del “vehículo semilla, los patógenos son llevados a distancias considerables como de un estado o país para otro en el proceso de comercialización, o durante el intercambio de material genético. La semilla, también, reintroduce el patógeno en los campos nuevos o donde se practica la rotación de cultivos.
Durante el almacenamiento, la semilla de trigo contiene 12%-13% de humedad, lo que determina que, tanto el patógeno como el embrión, se encuentren en reposo. Una vez en el suelo, la semilla es hidratada al entrar en contacto con el agua del mismo. En este momento, el/los hongo/s reasumen su actividad vital. En el caso de patógenos necrotróficos, el micelio crece del interior a la superficie de la semilla. Al crecer sobre la semilla, la mayoría de los hongos terminan por alcanzar el coleoptile y la coleorriza. Los que parasitan raíces como Botrytis sorokiniana, Fusarium graminearum pasan a infectar las raíces seminales. Los que parasitan órganos en aéreos, pasan a crecer en el coleoptile (B. sorokiniana, Dreschlera tritici- repentis, Septoria nodorum).
En la extremidad apical del coleoptile que aflorará sobre el suelo, se producirán las fructificaciones.
A partir de aquí los agentes de diseminación (viento, gotas de lluvia), son los encargados de permitir nuevos focos de infección en otras hojas de la misma planta o en plantas vecinas.
El micelio de algunos patógenos (causantes de manchas), pueden también atravesar el coleoptile alcanzando la primera hoja o plúmula donde causará infección. Esto puede causar la muerte prematura de las hojas basales y constituir, por lo tanto, una fuente de inóculo importante para los ciclos secundarios.
En el caso de S. nodorum, el coleoptile presenta estrías necrosadas de coloración parda o distorsiones, para D. t. repentis se informaron manchas pardas alargadas y menor peso de plántulas y, para B. sorokiniana, también se registraron síntomas en coleoptiles in- fectados con diversos grados de intensidad.
Luego del establecimiento de los patógenos en el cultivo, se generarán los sucesivos ciclos secundarios responsables de la epidemia. A la cosecha, estos patógenos permanecerán en las semillas cerrando el ciclo biológico.
Para los hongos causantes de los carbones (Tilletia spp. y Ustilago nuda) existen algunas características a considerar. Los carbones, durante la germinación crecen junto al meristema apical y finalmente infectan al primordio floral. Cuando la espiga emerge, muestra el signo y los síntomas característicos de la enfermedad.
Ante estas problemáticas que se alojan en la semilla, es altamente recomendable hacer un análisis de la misma para saber qué tipo de patógenos se encuentra y con cuanta incidencia. Luego, de acuerdo a la información obtenida, se elegirá el mejor fungicida para combatir esa enfermedad y la dosis adecuada. Al analizar el informe sanitario, los principales patógenos a tener en cuenta son las manchas porque son las más difíciles de controlar.
Es importante aclarar que el análisis de poder germinativo y/o vigor no revela la importancia de los patógenos en la semilla ya que muchos de ellos no afectan a estos parámetros.
En referencia al control, el tratamiento químico no debe ser empleado como una medida de control aislada, sino que debe formar parte de un conjunto de prácticas en la lucha contra los patógenos.
De manera general, el tratamiento específico de semillas sólo debe ser hecho cuando el cultivo es realizado en campos donde se practica la rotación de cultivos o en aquellas áreas donde no se cultivó trigo, anteriormente.
Si se trata de patógenos necrotróficos y que pueden sobrevivir en rastrojo, ( hongos causantes de manchas), la rotación de cultivos constituye una excelente medida de control, porque puede eliminarlos. Bajo esta situación (rotación), el uso de fungicidas en semillas constituye una técnica esencial de control de patógenos necrotróficos, orientada para complementar la rotación de cultivos.
Si no se realizara la rotación, los rastrojos infectados constituirán una fuente de inóculo muy importante anulando el efecto del tratamiento de semilla.
Para el caso de los carbones, la protección química debería ser llevada a cabo en el caso de contar con infección en las semillas.