FUE PASTOR Y HOY ES PICADOR DE SILAJE A GRAN ESCALA
En Coronel Suarez, Miguel Margiotta pastoreaba chivos a la salida de la escuela y hoy es contratista forrajero y pica 12.000 hectáreas por año de maíz, sorgo, cebada y verdeos.
M iguel Margiotta nació hace 47 años en Coronel Suarez, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia muy humilde. Con un padre ferroviario y una madre empleada doméstica, tuvo que trabajar desde muy joven para colaborar con su familia. Dos hermanos más completaban la casa y se hacía difícil subsistir en aquella época -fines de los ´ 70 y principios de los ´ 80-, cuenta Margiotta, quien a los 8 años pastoreaba chivos a la salida de la escuela en las afueras de la ciudad.
Cuando terminó el secundario tuvo que hacer el Servicio Militar, y a su regreso de “la colimba” entró a trabajar como tractorista dentro de un equipo de silaje bastante precario. Margiotta nunca pensó que allí comenzaba el negocio de su vida. Eso fue en 1988, y en aquel entonces, el dueño del equipo vio tanto empuje en aquel joven de 21 años que no dudo en venderle las máquinas cuando el joven se lo sugirió. Fue por eso que en 1989 nace Margiotta Silajes. Su fundador considera clave aquel puntapié, ya que no tenía ningún capital inicial y pudo hacerse de un humilde pero funcional equipo de silaje (picadora de arrastre, tractores y carros). “Me dieron tres años para pagarlo, sin ningún papel de por medio. En dos años pude cancelar la deuda” apunta el hombre.
En aquella época la práctica del silaje de forrajes no estaba para nada difundida en la Argentina. La corriente venía de Europa y algunos pocos tambos de punta conservaban el forraje y lo ofrecían en la dieta de esta forma. El silaje de maíz era lo único concebido, por eso vale destacar la visión de aquel joven que debía irse unos kilómetros al norte de Buenos Aires para encontrar clientes.
“Los primeros dos años tenía que hacer de todo yo mismo, manejar tractor, camión o la máquina; cocinar y salir del campo en busca de repuestos, insumos; cobrar y pagar; andaba como loco de un lado para el otro y vivía en la casilla
A SU REGRESO DE LA COLIMBA ENTRO A TRABAJAR COMO TRACTORISTA DENTRO DE UN EQUIPO DE SILAJE
con un puñado de herramientas. Pero era muy chico y las ganas de crecer no me dejaban dormir” destaca Margiotta.
Se hizo conocer pegando carteles en todos los lugares donde concurrían productores agropecuarios: veterinarias, casas feria, remates, cooperativas, cerealeras, etc. Su cartera de clientes iba creciendo día a día y allá por el año ’92 compró un equipo nuevo de máquinas. A los dos años compró un segundo equipo y sumó tres operarios nuevos. Y a los siguientes tres años repitió el esquema. “Llegué a tener cuatro equipos chicos con tres empleados en cada uno. Doce empleados, ¡todo un logro!, pero a la vez con mucha responsabilidad y nervios” expresa.
En el año 1998 Margiotta pegó un salto importante, viendo que la competencia crecía día a día y con equipos parecidos al suyo, compró su primera máquina autopropulsada traída de Alemania, con 500 HP de potencia. Tuvo que desembolsar una gran suma de dinero pero apostaba a un salto cualitativo enorme, mucha más productividad. Vendió sus cuatro equipos chicos y precarios, y se hizo de camiones y tractores de gran porte para acompañar el trabajo de la nueva máquina. “Reconozco que ese cambio me salió muy bien. Ya que pasé a ser una de las únicas empresas del país con tal capacidad de trabajo” señala. Su apuesta tuvo su recompensa. Y el futuro que veía Margiotta llegó: el área dedicada a silajes creció y sigue creciendo de forma exponencial. Los feedloteros fueron copiando el manejo de los tambos y hoy en día el área para silaje se divide 50 y 50 entre establecimientos para leche y carne.
Según datos de la Cámara Ar- gentina de Contratistas Forrajeros, la superficie dedicada a cultivos para ensilar es de dos millones de hectáreas, el triple que hace siete años. Y se ha incrementado notablemente el área destinada a cultivos invernales -400.000 hectáreas se picaron de pasturas y verdeos la campaña pasada-, los cuales le dan al productor un aporte de forrajes en primavera y suman a las reservas totales del establecimiento, sin quedar tan pendientes de la suerte del maíz y de complicados veranos secos. Además, juegan bien en los establecimientos que buscan destinar lotes a cultivos estivales de grano, como la soja, ya que liberan el lote temprano.
El sorgo también es una opción de picado que creció, reemplazando al maíz en aquellas zonas donde este sufre las inclemencias del tiempo.
De esta manera, Margiotta llegó a tener cuatro equipos grandes. “Las cosas ya se me estaban yendo un poco de las manos, con tantos empleados y equipos desparramados por todos lados. Es así que en el 2004 le encontré la vuelta y cambie todos los fierros por dos Jaguar 900 de Claas, de 600 HP. Armando dos equipos grandes que resultaban más grandes que los anteriores” apunta el contratista. Hasta el día de hoy sigue con este esquema y ya va por la Jaguar número doce, las cambia cada tres años. Señala que la productividad alcanzada con estas representa en una máquina lo que hace veinte años hacía con tres.
Hoy Margiotta Silajes pica alrededor de 12.000 hectáreas por año, entre maíz, sorgo, cebada, verdeos y pasturas. El maíz representa el 60% del total. Su zona núcleo de trabajo es Trenque Lauquen, con alrededores. “Seguiré avanzando día a día y les enseñaré a mis cinco hijos con el ejemplo. Ya que todo lo que hago en la vida siempre llevará lo mejor de mí” concluye Miguel Ángel Margiotta.