LAS PASTURAS, DESDE CERO
Hernán Ferrari explica cómo preparar la máquina para lograr una implantación exitosa.
La siembra de pasturas es una de las labores de mayor dificultad y sensibilidad de la mecanización agrícola. Las semillas forrajeras son muy pequeñas y poseen bajo porcentaje de germinación y supervivencia, por lo que debemos prestar atención a la hora de configurar la sembradora para lograr la densidad adecuada en una sola pasada. El especialista en mecanización, Ing. Agr. Hernán Ferrari de la EEA INTA Concepción del Uruguay, explica los factores a tener en cuenta.
Lograr una buena implantación de la pastura representará un 70% del éxito en la producción de forrajes. Al tratarse de un cultivo perenne, no serán aceptables los errores iniciales porque repercutirán en la vida útil del lote forrajero. Estas semillas no son baratas y al sembrarse con una sembradora de granos finos, la densidad debe ser mucho mayor a la deseada, alto costo de implantación.
El cultivo antecesor deberá desocupar el lote con tiempo, para que se pueda hacer un correcto barbecho previo a la siembra de la forrajera, no se aconseja menos de 60 días, para hacer un adecuado control de malezas y se llegue con agua acumulada en el perfil. Un tema no menor será la cantidad de rastrojo que tenga el lote al momento de la siembra, no debe ser elevado para que la semilla tenga buen contacto con el suelo y pueda emerger sin inconvenientes. Un maíz para silo o un girasol puede ser buen antecesor.
La mayoría de las sembradoras del mercado tienen una distancia mínima entre surcos de 17,5 cm, que resulta elevada para las pastu- ras, ya que a las plantas les costará cubrir el surco en competencia con malezas. Es por eso que muchos, o hacen una doble pasada o siembran una especie en línea y la otra al voleo. La última puede ser legu- minosa que requiere menos profundidad que la gramínea –no más de 1,5 cm versus 2 a 2,5 cm
Los dosificadores para forrajeras, como los de grano fino, pueden ser de roldana, rodillo acanalado o he- licoidal. Los de roldana son más precisos pero suelen tener problemas en el encasillado de la semilla, según especie. Los rodillos acanalados funcionan bien para semillas pequeñas como las de la alfalfa, pero a las grandes las puede dañar. Para estas últimas, los mejores resultan los rodillos helicoidales, fáciles de regular la densidad, sin problemas de atoramiento y menos agresivos.
Se debe procurar que las ruedas de mando posean tacos y control de carga, fundamental para evitar el patinamiento. El cual no debe ser mayor al 5% para que la densidad no varíe.
Los tubos de bajada de las semillas son un factor fundamental a considerar para apuntar a una buena siembra. Existen tubos telescópicos y mangueras corrugadas –las más utilizadas-. Estas últimas son las más económicas y pueden funcionar bien solo sí: no son corrugadas por dentro y tienen el largo justo para que no se formen pliegues que interrumpan la caída. Los telescópicos son mejores pero más caros.
En cuanto a las cuchillas rastrojeras, es preferible que realicen una buena microlabranza del surco, para facilitarle el trabajo al abresurco y a las ruedas tapadoras, y que las semillas queden con buen contacto con el suelo para su rápida germinación. El tipo de cuchilla dependerá del suelo y humedad. En el 70% de los casos se recomienda la tipo Turbo, de ondulaciones tangenciales, y si el suelo es muy pesado se aconseja las que son de tipo rizadas –rippled o bubble-.
Los abresurcos de bidiscos –encontrados o desencotrados- son preferibles antes que los de monodisco, ya que controlan mejor la profundidad. Con el mismo criterio, las doble ruedas limitadoras de profundidad son mejores que las simples. Por último, el control de carga neumático es el que presenta mayores ventajas. Los resortes son difíciles de regular. t