EL NIÑO GOLPEA EN EL FIN DE CICLO
Las precipitaciones caídas entre los estadíos R3 y R5 de la soja permiten prever la intensidad que tendrán las enfermedades de fin de ciclo. Recomendaciones para actuar.
La lluvia caída en los estadíos R3-R5 de la soja anticipa la intensidad de las enfermedades.
Esta campaña ha sido categorizada como Niño casi en forma unánime por la mayoría de los climatólogos del mundo. La consecuente mayor temperatura invernal y los excesos de lluvia repercuten y lo seguirán haciendo sobre el desarrollo de las enfermedades foliares de la soja, especialmente las llamadas de fin de ciclo (EFC). Además, el ambiente “niño” también afectará varios aspectos del control químico con fungicidas que hay que analizar.
Entre ellos se puede destacar una mayor severidad de ataque de patógenos que dañan la parte aérea (debido a la mayor humedad del canopeo) y más horas de mojado predisponentes, mayor número de ciclos de infección, aumento signi- ficativo de la reproducción fúngica incrementando la cantidad de esporas de cada población, mayor variabilidad y, por todo ello, mayor presión de enfermedades y el consecuente mayor riesgo de generación de resistencia a las moléculas fungicidas.
Además, las lluvias más intensas y sorpresivas podrían lavar más los fungicidas con necesidad de moléculas que mejoren la penetración y evitar evaporación, y las plantas podrían absorber menos los fungicidas por mayor grosor de la cutícula (cutina) y ceras. A su vez, las mayores temperaturas acelerarían la metabolización del fungicida.
En este contexto será necesario fortalecer las decisiones relacionadas con el momento de aplicación, tipo y dosis de fungicidas, a la vez que será necesaria una acción simultánea preventiva y curativa. No olvidar las buenas prácticas agrícolas relacionadas con la implementación de medidas anti-resistencia de hongos a fungicidas.
Por todo ello es importante destacar algunos tips que serán de gran importancia para analizar el control de las EFC en soja.
Las enfermedades foliares de fin de ciclo más importantes son man- cha marrón (Septoria glicines) y tizón púrpura (Cercospora kikuchii). La primera se ubica preferencialmente en el estrato inferior y la segunda en el estrato medio-supe-
LA CUANTIFICACION VISUAL NO ES UN BUEN METODO PARA ESTIMAR LAS REDUCCIONES EN EL RENDIMIENTO
rior. Los daños oscilan entre 10 al 30%, y existe una relación entre la precipitación pluvial y la severidad foliar de estas enfermedades estimada entre los estadios R6-R7 de la soja, que permite predecir la intensidad de ataque en base a las precipitaciones caídas o pronosticadas entre R3 y R5.
La cuantificación visual de las enfermedades de fin de ciclo (incidencia en hojas o severidad) no es un buen estimador para preveer o estimar reducciones en el rendimiento y productividad de soja. Por lo tanto, se podrían subestimar foliolos “aparentemente” sanos que están infectados en forma latente (la incubación-latencia es el “estado del hospedante” que a pesar de estar infectado no muestra síntomas ni fructificaciones del patógeno). Asimismo, no existe información científica publicada que relacione la incidencia o severidad (visualmente cuantificada), con momento de aplicación, ambiente e impacto del uso de fungicidas sobre el rendimiento.
La aplicación de fungicidas en base a la cuantificación visual de síntomas tiene un valor limitado, errático e inestable, debido principalmente a que la infección temprana y el desarrollo asintomático de las enfermedades, resulta en el desarrollo de síntomas mayormente hacia el final del ciclo, cuando el rendimiento ya ha sido definido y el daño se ha producido. Esto explica en parte la baja correlación entre síntomas y variabilidad en los rendimientos en los estadios en donde deberían aplicar fungicidas (por ej. R3, R4, R5).
Dicha asociación para las EFC en general no es significativa, a dife-
rencia de lo que ocurre con otros patógenos que poseen incubación y latencia cortas, como por ejemplo la roya asiática de la soja o la mancha ojo de rana, como así también con enfermedades en otros cultivos como el trigo y la cebada.
Las respuestas de rendimiento agronómico por las aplicaciones de fungicida difieren significativamente entre campañas agrícolas, siendo las precipitaciones entre R3 a R5 las que mejor explican la variabilidad del impacto del uso de fungicidas en el rendimiento. El beneficio potencial de la acción de los fungicidas en el rendimiento de soja depende de la cantidad de lluvia registrada en el intervalo R3-R5, pero el momento preciso de la aplicación dependerá del ambiente y las lluvias durante dicho período crítico. Dependiendo de las condiciones ambientales, la aplicación de fungicida podría realizarse en R3, R4 o R5. Hay dos opciones (i) medir la cantidad de lluvias desde R3 en adelante y cuando las lluvias acumuladas alcancen (para este año) 50-60 mm, proceder con la aplicación del fungicida o (ii) Proceder en base a un pronóstico climático muy preciso (tiempo y volumen). En este caso, cuando el pronóstico predice la ocurrencia de 50-60 mm de lluvia entre R3 y R5, proceder a la aplicación antes del comienzo de las precipitaciones En este ultimo caso hay mas riesgo, pues depende del pronostico. Las lluvias entre R1 a R3 no son significativas para explicar respuesta al uso de fungicidas.
A pesar de que los efectos fisiológicos de los fungicidas a base de estrobilurinas están bien documentados, especialmente en cereales, en el cultivo de la soja estas moléculas presentan baja probabilidad de aumentar los rendimientos por otros mecanismos diferentes que no sean el del control de las enfermedades. Por ello, no se recomienda aplicar fungicidas tomando como criterio principal este efecto fisiológico sin considerar las lluvias entre R3 a R5, y el cultivo antecesor.
En años lluviosos las mezcla de estrobilurina y triazol producen una mayor respuesta de rendimiento en comparación con otras moléculas (triazoles, bencimidazoles). Probablemente, la actividad protectora de las estrobilurinas mejoraron el control de las EFC, particularmente en años lluviosos cuando estos patógenos son más activos otorgando además mayor período de protección.
No aplique desde R5.5 en adelante mezclas que contengan estrobilurinas. En caso de tallo verde o problemas de cosecha utilice triazoles o mezclas de triazol mas bencimidazol.
En años de bajas precipitaciones entre R3 y R5 la aplicación de fungicidas puede resultar en un mar- gen neto negativo.
En años en donde durante el periodo entre R3-R5 presente 100 mm o más, debido a la necesidad de aumentar el periodo de protección e incrementar la prevención, es recomendable utilizar la mayor dosis comercial recomendada de la mezcla de estrobilurina y triazol.
La respuesta en el rendimiento es mayor para las aplicaciones en R3 en comparación con las de R5, cuanto más lluviosos sea el año. Si llueve 50-60 mm las respuestas son semejantes para ambos momentos, pero a medida que la lluvias se incrementan, las aplicaciones realizadas en R3 son significativamente superiores a las de R5 (por ejemplo con 120 mm la respuesta en R3 es de 400 kg/ha y en R5 de 320 kg/ha).
Con periodos lluviosos entre R3R5, monocultivo y presencia de inóculo o síntomas de EFC en el campo (sin necesidad de cuantificar los mismos), la respuesta al uso está garantizada. Comience a pulverizar los lotes con mayor riesgo (mas años de monocultivo, presencia de enfermedades en el lote, cultivares susceptibles). Pulverice tan pronto indique el sistema ya que el retraso de la aplicación en años lluviosos puede disminuir la respuesta al uso de fungicidas.
EN AÑOS LLUVIOSOS LAS MEZCLA DE ESTROBILURINA Y TRIAZOL PRODUCE MAYOR RESPUESTA DE RENDIMIENTO