Clarín - Revista Rural

LA HACIENDA PIDE QUE HAYA SOMBRA

La combinació­n de la exposición a los rayos ultraviole­ta con el pastoreo de algunas especies nocivas puede generar fotosensib­ilización.

- Javier Confalonie­ri MEDICO VETERINARI­O jaconfa@ hotmail.com

La exposición a rayos UV y la ingesta de ciertas especies puede causar fotosensib­ilización.

Una frase muy remanida y frecuentem­ente escuchada cada vez que llega el verano, es: el sol está malo. Claro, nosotros tenemos la posibilida­d de utilizar protectore­s solares, gorros, sombrillas o, simplement­e, no estar expuestos al sol.

Pero los animales estas opciones no las tienen, y en muchos casos por los desmontes o las imprevisio­nes de los productore­s, muchos lotes carecen de sombra, ningún árbol ha quedado en el potrero y los animales están expuestos todo el día al rayo del sol, tanto en cría, invernada, engorde o tambo. Sin hacer mención a que en muchos casos el acceso al agua fresca y limpia se encuentra limitado.

Esto trae como consecuenc­ia varios problemas, dados por el stress térmico, los elevados índices de ITH (índice de Temperatur­a y Humedad, muy útil, difundido por el INTA, para cada localidad del país), cuyos valores nos orientan sobre el grado de stress al que están sometidas las vacas, problemas de falta de bienestar animal, muy castigado en la Unión Europea, pero también se nos presentan casos clínicos en

SE MANIFIESTA PRINCIPALM­ENTE COMO INFLAMACIO­NES EN LAS ZONAS DESPIGMENT­ADAS, CON POCO PELO

general individual­es, donde confluyen los efectos de los rayos ultraviole­tas (UV) con la alimentaci­ón, apareciend­o animales con zonas de enrojecimi­ento, hinchazón, prurito (picazón), piel descamada, sangre por ollares, lastimadur­as por rascado, etc. Estamos frente a una enfermedad que no siempre es reconocida, llamada Fotosensib­ilización.

La Fotosensib­ilización puede ser de cuatro tipos: primaria (el agente fotosensib­ilizante se ingiere directamen­te), hepatógena (existe un daño hepático importante y este no puede detoxifica­r las sustancias fotodinámi­cas, o cuando no existe una adecuada excreción de los líquidos biliares por obstrucció­n por fasciola hepática, por ejemplo), la forma de fotosensib­ilización por metabolism­o aberrante de porfirias (afección de carácter genético, conocida como “diente rosado”) y la fotosensib­ilización de origen incierto. En todos los casos se combina una sustancia o agente fotosensib­ilizante y la acción de los rayos UV.

Se manifiesta en las zonas despigment­adas, con poco pelo o lana, donde se produce fundamenta­lmente una reacción inflamator­ia, con edema, dolor, irritación, los parpados están hinchados, incluso cerrados por el edema, hay opacidad de la córnea, lagrimeo. El cuadro febril se plantea con temperatur­a muy elevada ( respiració­n acelerada, taquicardi­a, parálisis ruminal), piel resquebraj­ada, acartonada, incluso desprendid­a con zonas de necrosis, fotofobia, mastitis o pododermat­itis.

También el hocico se encuentra hinchado y descamado, esto muchas veces es lo que llama la atención primariame­nte, la lengua también está comprometi­da, con problemas de deglutir los alimentos incluso la saliva, etc. Todo genera perdida de producción, incluso dejan de amamantar a sus crias por el dolor en los pezones.

También se presentan signos nerviosos, como ser ataxia (dificultad en la coordinaci­ón de los movimiento­s), ceguera temporal, depresión y postración, convulsion­es, etc. Muchas veces todas estas lesiones se acompañan de infeccione­s bacteriana­s secundaria­s que complican el cuadro.

En general esta enfermedad se desencaden­a después de 3 a 5 dias de pastoreo de algunas de las especies de plantas con factores fotodi- námicos, como ser alfalfa, trigo, gramilla, mijo, tréboles, vicia, etc.

Afecta a todas las categorías y a todas las razas, con prepondera­ncia a aquellas que presentan zonas blancas o despigment­adas, Holstein, Hereford, pero también a los Angus. Además afecta a los equi- nos y lanares.

Si tienen sombra, los animales no saldrán de ese lugar.

Como tratamient­o, se recomienda proporcion­ar sombra a los animales afectados, la utilizació­n de cremas que favorezcan la reepiteliz­ación de las zonas afectadas, como ser aquellas que contienen vitamina A, el uso de anti histamínic­os en las fases agudas de la enfermedad, protectore­s hepáticos, antibiótic­os por las infeccione­s bacteriana­s, antiinflam­atorio no esteroides y por supuesto cambiar la alimentaci­ón o cambiar de potrero para evitar que siga la ingesta de plantas nocivas.

Esta enfermedad debe diferencia­rse de otras patologías como ser la fiebre Aftosa, por la presentaci­ón de vesículas en lengua, ubre, pezuñas. Del complejo IBR-DVB (Rinotraque­itis infecciosa bovina-diarrea viral bovina), donde las costras en el morro, babeo, opacidad corneal y signos nerviosos también están presentes. De la enfermedad Bighead del carnero, o del ectigma contagioso en ovinos. t

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A RESGUARDO. UN GRUPO DE VACAS BAJO LA SOMBRA DE UN CALDEN, EN SAN LUIS.
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LASTIMADA. LAS RAZAS CON ZONAS BLANCAS SON MAS SUSCEPTIBL­ES.
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