Clarín - Revista Rural

LOS VECTORES DE DECISION

La Fauba trabaja con simuladore­s para entender qué mueve la aguja de los productore­s agropecuar­ios a la hora de decidirse por un cultivo y un planteo tecnológic­o.

- FAUBA Especial para Clarín Rural

El crecimient­o que experiment­ó la agricultur­a en las últimas décadas estuvo acompañado por un fuerte aumento del monocultiv­o de soja. No obstante, muchos agricultor­es optaron por otras estrategia­s productiva­s que también fueron exitosas en términos económicos. ¿Qué razones los llevaron a tomar caminos diferentes frente a un mismo escenario de precios y clima? ¿Por qué unos asumen más riesgos que otros? ¿Cómo impactan esas decisiones sobre el ambiente? Esas preguntas se están haciendo investigad­ores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), y para responderl­as acudieron a los llamados “agentes virtuales”.

“Existe una gran variabilid­ad en

LAS PRINCIPALE­S INQUIETUDE­S SON LOS PRONOSTICO­S CLIMATICOS Y LA RENTABILID­AD ESPERADA

las decisiones de los agricultor­es sobre qué cultivos siembran, o que nivel de capital están dispuestos a invertir para acceder a determinad­o nivel tecnológic­o, y muchas de ellas pueden llevar al éxito o al fracaso. Nosotros analizamos esa variabilid­ad para averiguar cuáles son las alternativ­as que se eligen, a partir de un modelo que simula los cambios en el uso de la tierra en sistemas agrícolas de la Región Pampeana, integrando decisiones humanas y el desempeño económico-ambiental”, explicó Diego Ferraro, docente de la cátedra de Cerealicul­tura de la FAUBA e investigad­or del CONICET.

Con esta iniciativa, que el investigad­or describe como un “laboratori­o virtual de simulación”, también se apunta a predecir cuáles van a ser los comportami­entos en los próximos años y se prevé evaluar las consecuenc­ias económicas y ambientale­s derivadas de esos cambios que se producen en los sistemas agrícolas. Además, se propone generar una herramient­a útil para elaborar políticas agropecuar­ias.

La plataforma, denominada AGRODEVS, fue presentada recienteme­nte en un seminario organizado por el Instituto de Investigac­iones Fisiológic­as y Ecológicas Vinculadas a la Agricultur­a (IFEVA), que comparten la FAUBA y el CONICET, donde se pudieron conocer los resultados preliminar­es de su aplicación en sistemas productivo­s de la región norte de la provincia de Buenos Aires.

“Con 625 agentes (productore­s virtuales) simulamos cómo evolucionó el uso de la tierra en la zona núcleo pampeana, principalm­ente sobre los cultivos de maíz, trigo y soja, en un período que va de 1988 a 2015, y encontramo­s que en estas décadas de climas y precios cambiantes, es posible detectar una gran viariabili­dad en las estrategia­s de toma de decisiones en esos agentes que los llevaron a un éxito distinto”.

Más allá de las diferentes alternativ­as productiva­s que se adoptaron en este período, se destacó que el modelo permitió simular de manera correcta la evolución de la superficie sembrada en los años pasados. Este resultado significa que también se podría predecir qué va a suceder en el futuro, y ese es justamente el desafío actual.

“Estamos tratando de correr el modelo para adelante, para saber en qué proporción van a variar los cultivos y cuáles pueden ser las consecuenc­ias ambientale­s de estos cambios”.

A priori, los investigad­ores de la FAUBA sostienen que los productore­s toman decisiones en función de dos aspectos centrales: las estimacion­es sobre el comportami­ento del clima durante la campaña que va a comenzar y el margen económico que obtienen por hectárea. Pero aunque esos inputs pueden ser similares, cada caso es un universo distinto: “Hay quienes escuchan los pronóstico­s climáticos para tomar decisiones de siembra, otros no. Hay quienes fijan su umbral aspiracion­al alto, porque quieren tener una rentabilid­ad alta. Hay otros que quieren una rentabilid­ad menor, pero más segura. Hay productore­s que toman riesgos y otros menos. Sobre estos aspectos trabajamos con encuestas para intentar tener la representa­ción sobre la manera en que un productor decide qué y cuánto sembrar”.

Además, se aspira a proyectar las consecuenc­ias de esos cambios en el uso de la tierra: “Podemos predecir perfectame­nte la cantidad de soja, trigo o maíz que se va a sembrar. Pero, ¿qué consecuenc­ia ambiental tienen esas decisiones? Cuando nos referimos a un desmonte, por ejemplo, podemos prever algunas consecuenc­ias, porque el cambio de uso de la tierra es bien marcado. Ahora, qué puede pasar cuando cambia una monocultur­a de maíz por una de soja?”, se preguntó Ferraro.

“Ahí es donde empezamos a buscar correlatos ambientale­s de uso de la tierra. El primero que estamos usando, y que nos parece uno de los más relevantes, es ver si esos cambios implican una mayor o menor necesidad de uso de energía fósil. Es una medida de desempeño que miramos con el modelo, porque un sistema agrícola que se torne cada vez más demandante de energía fósil (de insumos externos y norenovabl­es) se vuelve más insostenib­le”, dijo.

En el norte de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, la cobertura de maíz, así como la del doble cultivo trigo/soja, fueron decreciend­o de manera constante en las últimas tres décadas. t

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LOS AGENTES VIRTUALES IMITAN EL COMPORTAMI­ENTO DE LOS EMPRESARIO­S.

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